Compañía. -37

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"Ni tan cerca porque me matas ni tan lejos porque me muero."

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Golpee la puerta por tercera vez, perdiendo la paciencia poco a poco.

Estaba claro que la hora no era la mejor, pero vamos, llevo unos diez minutos aquí, alguien debería abrir la puerta, no era como si estuviera siendo silenciosa, apuesto que todo el edificio se había enterado de mi presencia.

Me apoyé contra la pared de alado, empezando a convencerme de que el comisario Greco no abrirá la maldita puerta.

Caminé por el pasillo, pensando que hacer ahora, él era el único oficial aparte de Michelle que podía ayudarme con toda esta mierda antes que Jack me encuentre para encerrarme con la pésima intención de que no haga nada al respecto.

Cuando estaba por meterme al ascensor, rendida ante la idea de que tendría que hacer esto sola, escuché una puerta abrirse, por lo que me giré rápidamente, con toda la esperanza puesta en que la barba del comisario apareciera en mi visión, ya que por el momento, él era mi solución.

Mis ojos se encontraron con los suyos, y en ese momento pude sentir toda la angustia que había estado aguantando.

Llevé mi mano a mi pecho, en un frágil intento de que el no note lo que me sucedía.

A pesar de la distancia él pudo percatarse de mi pésimo estado.

Abrió los brazos débilmente, dándome la indicación de que lo abrazara, cosa que no dudé en hacer luego de dar algunos pasos.

Joder, y eso que no hablábamos con frecuencia.

¿Cómo esto me estaba afectando tanto?

¿Por qué la desaparición del rubio me duele tanto?, él y yo no somos nada.

Tal vez me afecta así porque es la única persona que supo entender mi desastre, él también es así.

Tal vez encajamos porque somos exactamente iguales.

-¿Algo está mal niña?- preguntó acariciando mi espalda.

Mi corazón se apretó ante su acción, inconscientemente me había hecho acuerdo a una persona de casi otra vida.

-Gustabo no está.- dije calmando mi respiración, pero sin mover un solo musculo lejos de él.

El apretó con más fuerza sus brazos alrededor de mi espalda, con la intención de darme la contención que alguien más no me había dado.

-Venga entonces, a buscarlo.

Lo miré sorprendida, no esperaba que entendiera y ayudara tan rápido.

Fruncí el ceño, sin entender del todo sus acciones.

-¿Por qué confías así en mí?

Él sonrió, apartándome, pero aun sosteniéndome por los hombros.

-Nunca vi una mujer tan fuerte como tú, me haces acordar a alguien muy importante, te seguiré a donde vayas.

Mi corazón se apretó ante sus palabras, aunque en el fondo sabía que eso no era lo mejor.

-No soy una persona en la que debas confiar a ciegas.

El solo negó, entrando a su casa.

Pude observar a lo lejos, un cuadro con dos figuras.

Acercándome ligeramente, noté que era Greco, algo más joven y prolijo, al lado de una chica.

Durante los minutos en los que el desapareció, simplemente arreglé mínimamente mi ropa, y até mi cabello, después de todo había sido una noche larga.

Provocador || Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora