Despedida. -29

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"Como olvidar ese día que te conocí"

...............

-¿Enserio quería que esto saliera bien sabes? desde que te vi a mis pies supe que eras exactamente lo que tendría.

Quería gritarle todos los insultos que me conocía, combinarlos, y hacer que se arrepienta de decirme estas mierdas, pero él me había puesto una mordaza luego de decirle lo que pensaba sobre él.

Y aquí estábamos, yo, nuevamente arrodillada, completamente atada, y el, tocándome el maldito cabello como si fuera un gato.

A pesar de que movía la cabeza para que el dejara de hacerlo, no funcionaba.

Parece que colmé su paciencia, porque jaló mi cabello, haciéndome mirar hacia arriba, donde él estaba.

- Eres una chica muy mala, ¿Tendré que castigarte?

Rodee los ojos por lo estúpido que sonaba, y por lo cliché.

Chico, necesitas más que eso para conquistarme.

Principalmente necesitas no secuestrarme, porque lo único que querré hacerte es cortar tu garganta.

No podía hacer más que esperar que Jack me encontrara, o a Gustabo.

Me preocupaba aquel chico rubio, deseaba que nada le sucediera, porque vamos, lo dejó noqueado, con los pantalones abiertos, que cualquier degenerado pasa y le propana el siempre sucio.

Hace rato ya me había fijado en si podía desatarme las manos o piernas, pero nada, que se ve que tiene experiencia en esta mierda el chico.

Por qué tendré que haber aceptado ese maldito trato.

Puedo asegurar que este loco, obsesionado, y con ciertos problemas de soledad, no era el mismo de aquella noche.

Tal vez tendría que haber leído mejor sus intenciones, digo, ¿cómo sabía que me encantaba la pasta? en realidad, sinceramente, era bastante obvio, pero creo que quería creer que él era un chico normal que no quería coquetearme.

Pero bueno, parece que todo está de cabeza.

Curiosamente no me encontraba en un galpón abandonado, era más como una granja, olía a mierda y debajo de mis rodillas tenia tierra algo húmeda, que ayudaba bastante.

Sin embargo, me era imposible saber dónde había una granja en las afueras de los santos como para tener una mínima guía, así que estaba completamente a expensas de que Jack haya logrado agarrar mi última ubicación, que es solo a un kilómetro de aquí, antes de que apagaran mi celular.

Volví mi concentración a lo que el demente me decía, mientras que lo veía sentado frente a mí.

Pensaba muy rápido que hacer, sinceramente ya había entendido que la actitud de enojo no me funcionaba en lo absoluto, así que no me quedaba otra que cambiarla.

Le hice entender que quería hablar, y caminó hacia mí, para sacarme la mordaza.

- El primer insulto y la devuelvo a tu boca.

Asentí, mientras que me concentraba en salivar, ya que se me había resecado la garganta.

- Tienes que entender que no hay probabilidad de que sufra el síndrome de Estocolmo Armando, no voy a huir contigo en un tractor y tener cuatro hijos, no sucederá.

El rió mirando hacia abajo.

- A pesar de que parece una bonita historia, eso es algo que tengo claro, ¿crees que te traje hasta aquí para que seas mi esposa?- preguntó irónico.- No te voy a decir que es lo típico de, "Si yo no te tengo nadie te tendrá" pero es algo muy similar.

Mi boca se secó en ese instante, porque supe que él no me trajo aquí para negociar, sino para asesinarme.

- Ni tú estarías tan loco para eso.

Él sonrió y volvió hacia mí, parándose justo enfrente, incluso, mucho más cerca de lo que me gustaría, casi frotando su bulto contra mi mentón.

- Averigüémoslo.

Cerré los ojos, deseando con todo mí ser que Jack se apure.

- Venga, me parece que ya quiero escapar contigo, ¿prefieres niñas o niños?

Negó con la cabeza, como si esto le pareciera gracioso.

Agarró mi cuello, levantando mi barbilla.

- ¿En ese caso eso debería ser al revés no crees?

Estaba usando mi última carta, liberarme era necesario, y tenía que ser ya.

- Bueno, pero si vas a matarme por lo menos desata mis piernas, que no voy a poder subir las escaleras al cielo.

Rodó los ojos, sacando el arma y una navaja.

Caminó hacia atrás mí, agachándose, pero antes de liberarme, se acercó a mi oído,

-No hagas nada raro, porque un ángel como tú, necesita ir al cielo, no al infierno.

Miré hacia otro lado, ignorando lo que había dicho, y lo mucho que ansiaba que otra persona me llamara así.

Sentí como mis piernas se liberaban, y sabía que debía quedarme lo más quieta posible, porque ahora el estaría sumamente alerta ante mis movimientos.

Debía distraerlo, hacerlo reír o reflexionar sobre su vida.

Pensé en la conversación que habíamos tenido, debía tirarlo por ambos lados.

- ¿Sabes que es lo más irónico?- pregunté buscándolo con la mirada.- Es lo más lindo que me han dicho en mucho tiempo.

El ignoró lo que yo dije, para pararse frente a mí, observándome.

- En toda mi vida nadie supo quererme mucho, era una chica extraña, con una cantidad de sentimientos que nadie me había enseñado a manejar.- dije como si se tratara de un monologo, mientras veía como el poco a poco se concentraba en lo que yo decía.

- Aveces ni mi hermano me entendía, era como si yo fuera una bomba de tiempo, pero lo curioso es que jamás exploté.

- Estoy dejando que hables solo porque quiero apreciarte mientras sigas viva, porque los muertos no me gustan.

Ignoré lo tétrico que había sonado eso, y continué hablando.

- Es triste para mí que la única persona que de verdad me había parecido interesante de conocer me quiera matar ahora, pero bueno, no hay mucho más que esperar en mi vida.

El frunció el ceño, mirándome.

- Si te hubiera parecido interesante hubieras contestado mis cartas.

Lo miré incrédula, sabía que él estaba decidido a matarme, así que tenía que actuar rápido.

- Tu no me estabas enviando cartas, yo creía que un lunático me había regalado un carro, que vamos, si me hubieras dicho que eras tú lo aceptaba con gusto.

El miró hacia otro lado, mientras se replanteaba que pudo haber hecho mejor.

Entonces aproveche ese momento para tirarme hacia delante, agarrar su pierna con mis manos atados, y golpear con mi pierna su rostro, desencajándolo por unos segundos.

Tiré su arma y la agarré, poniendo mi pierna en su pecho.

- Lo siento Armando, de verdad si no me hubieras llevado a mi casa sin que te dijera mi dirección podrías haberme engañado.

El alzó sus cejas, mientras sonreía, sabiendo allí, que ese había sido su error.

- Espero que te vaya muy bien en el infierno, porque tú si te mereces ir allí.

Entonces, presioné el gatillo.

Quedé allí unos segundos, para luego levantar la vista con el arma, ya que había escuchado un ruido en la gran puerta del granero.

Mi vista se dirigió a Jack, Volkov, Michelle, Horacio, y Gustabo, que estaban parados en la puerta petrificados.

Sabía que ellos habían visto todo.

Me lo indicaba las distintas expresiones de todos, que iban desde el espanto, hasta la confusión.

Provocador || Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora