Engaño. -36

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"El temblor del mundo y su final."

...........


Sentí inmediatamente como mis ojos se dilataban, y como si por mis venas corriera energía, tenía ganas de saltar, bailar, tanto que mi pierna comenzó a moverse por sí sola.

Y esto solo a los pocos segundos de haberme metido esa mierda por la nariz.

Miré con una sonrisa a Odiseo, sin poderme creer todo lo que estaba sintiendo mi cuerpo, y todo lo que pasaba por mi mente en este preciso instante.

Él sonrió como reacción, ya algo acostumbrado a lo que yo estaba sintiendo.

-A que es una pasada.- dijo ladeando la cabeza, mirando cada una de mis acciones.

Me levanté, sin sentir la necesidad de responder con una sola palabra, no era tan necesario con él, me conocía demasiado y yo a él.

La puerta se abrió de una, sobresaltándome, por ella entró Sander, dándome un vistazo rápido, como si supiera exactamente que estaba sucediendo aquí, y fuera algo que no le gustase para nada.

Se encaminó a Odis, pasando a mi lado, sin dirigirme la palabra, para agarrarlo del brazo con fuerza.

-Te dijimos que ella no está bien para esta mierda Odiseo, lo sabes.- Sus facciones transpiraban irritación, e incluso a pesar de que intentaba hablar más bajo, con la penosa intención de que yo no escuche, podía sentir su respiración totalmente enfurecida, como si de un lobo se tratase. - ¿Quieres que ella haga una locura?

El contrario solo soltó su brazo de un manotazo al castaño, con algo de rabia acumulada, para luego negar, mientras salía de la habitación.

-Se metió coca, ahora es tu puta responsabilidad, ya que arruinas todo.

Azotó la puerta, dejando un completo silencio entre nosotros dos, que se vio interrumpido segundos después por el fuerte suspiro de mi amigo.

-Ven Lexa, no demorara en irse, y te vas a sentir como la mierda.

Asentí completamente segura, como si mi mente supiera que Sander jamás me mentiría o engañaría.

Me dejé caer en la cama, sintiendo como poco a poco la euforia se me escapaba de las manos, siendo reemplazada por un fuerte cansancio.

Él apoyó mi cabeza en sus piernas, comenzando a acariciar mis cabellos.

Entonces, en ese momento sentí que él era la única persona con la que podía no preocuparme de nada, simplemente dejarme caer en sus brazos, y que por algunas horas cuide de mí.

Me sentí como si al fin volviera a respirar.

Sin darme cuenta, lo estaba confundiendo con otra persona.

Una persona de la cual me habían alejado.

Arranqué la vía que suministraba suero de mi mano, volviendo a la cruda realidad, en la que me sentía frustrada ya de todo el silencio que me rodeaba hace una hora, que no ayudaba para nada.

Acomode mi ropa y mande a tomar por culo la frazada que cubría mis piernas, procurando que ninguno de mis amigos note mis intenciones, o se despierte.

Recorrí con mi mirada la habitación, observando con detenimiento a cada una de las personas.

Vi como la camilla de Volkov estaba pegada a la de Horacio, y su brazo apoyado sobre el pecho del de cresta, como si lo estuviera protegiendo inconscientemente.

Provocador || Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora