rompimiento.

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esa noche, luz pudo descansar un par de horas, pero amity no durmió absolutamente nada.

leía la carta una, y otra, y otra, y otra, y otra vez, buscando indicios, señales, algo... lo que sea serviría. cualquier cosa serviría si es que daba alguna pista de qué era lo que aquel hombre quería, y cómo podían protegerse.

primero que nada, se rompió la cabeza pensando en qué podía ser aquella cosa que, según el autor, amity quería, pero a la vez temía. ¿sus hermanos? los quería, pero no los temía. ¿sus padres? los temía, pero no los quería. sus amigos estaban junto a ella, y no les temía de todos modos. no tenía nada material que le doliera perder... ¿de qué estaba hablando?

se había estado preguntando eso por horas de horas... pero esa cuestión le dejó de importar cuando leyó por enésima vez el párrafo que seguía.

"por cierto, saluda de mi parte a tu novia, luz. se ve que es una buena chica.

dile que se cuide. que se cuide MUCHO.

'si no eres mía, no eres de nadie, ¡entiende!'"

la chica de cabello verde no pudo con su descubrimiento. aquella frase... por el titán, ahora lo entendía todo. matthew allen no estaba yendo tras ella...

estaba yendo tras luz.

sabía que era su debilidad. estaba buscando la venganza que su hijo habría querido obtener... haciendo tal atrocidad, el hombre estaba cobrando el honor y la memoria de su hijo. es que en realidad, allen no quería matar a amity; al menos, no ensuciándose las manos. iba a torturarla lentamente, haciéndole daño a su primer y único amor, y asegurándose de que ella lo viera todo en primer plano. y, en su desesperación, amity ya no supo qué hacer. luz iba a tener que luchar una batalla que no era la suya una vez más; si alguien debía recibir aquella venganza, era ella en su totalidad. era amity en su físico y neurológico; la que debía sufrir era ella solamente, ella y nadie más.





apenas amaneció, luz ya estaba despierta. tenía que estar muy atenta en cada momento si quería proteger a amity de aquel maldito desgraciado que creía que podría hacerle daño. no sabía que a su novia nadie la tocaba... o eso creía.

—buenos días, amor.—le deseó a su novia. intentó darle un beso, pero amity la rechazó, parándose de la cama, dándole la espalda e intentando no llorar.

—luz... tengo que decirte algo. y no quiero que pienses que no me duele en el alma hacer esto.

luz comenzó a asustarse. si bien era temeraria para todo, y no le tenía miedo ni siquiera a la mismísima muerte, las lágrimas de su novia la volvían extremadamente vulnerable, y le rompía el alma verla así sin siquiera saber qué hacer para remediar el dolor.

—¿qué pasa, cariño?

—luz...—a la chica se le quebró la voz. en el pasado, amity habría roto a llorar a los pies de su novia, pues sabía que con ella podría ser tan frágil como ella quisiera. sin embargo, esta vez tenía que reivindicarse, y, una vez más, volverse la blight tranquila y cerrada que alguna vez fue.

—amity, estás asustándome. dímelo... ¿qué pasa?

—tú y yo... nosotras... ya no podemos estar juntas.

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