no te rebajes.

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—esto es malo,—las afirmaciones y recordatorios de willow no ayudaban mucho a que el ambiente se calmara— no hay magia en el mundo humano, y aún así es mucho más fácil matar allá que acá. gus me enseñó un libro en el que hablaban de armas; un sólo balazo puede matar a alguien... ¡sólo uno!

—tenemos que ir tras ella...—eda dijo lo obvio.

—se fue al otro mundo, edalyn, ¿cómo se supone que la sigamos?

—con esto.—amity levantó la llave del portal del suelo; qué suerte tenía de que odalia fuera tan estúpida, tan terca, tan descuidada.

ahora lo entendía todo. en la carta decía que allen tenía algo que ella quería y a la vez temía, y que podía ir a buscarlo si le apetecía.
estaba hablando de la llave.
amity había hablado anteriormente con luz de buscar la segunda llave y visitar su mundo para reencontrarse con su madre, pero dentro suyo tenía miedo de que luz se diera cuenta de cuánto había echado de menos su hogar, y decidiera decir adiós, dejando que amity regresara a las islas hirvientes por su cuenta.
pero no.
luz jamás habría hecho eso, y ahora lo sabía. tenía en sus manos la llave al reencuentro con su novia, y no iba a dudar en usarlas.
"gracias por ser tan estúpida y distraída" agradecía en silencio a la señora blight.

—sabía que odalia era una idiota,—boscha dijo, pues sabía que, por más que fuera su madre biológica, amity pensaba exactamente igual—pero no creí que tanto.


—dónde está esa mendiga llave...

odalia comenzó a desesperarse. no podía quedarse atrapada en el mundo de los humanos, con sus estúpidas orejas redondas y su falta de magia. y dejen ustedes esas dos cosas; en realidad, odalia no podría sobrevivir en un mundo donde ella no tuviera poder. no podría sobrevivir en un mundo donde el apellido blight no significara nada, no podría comenzar de nuevo como una persona común y corriente.

—¿dónde estoy?—luz despertó confundida y con el más profundo dolor de cabeza.

—donde perteneces.

—¿¡dónde están mis amigas?! ¡¿dónde está amity?!—al escuchar la malévola y repugnante voz de odalia, la latina se paró al instante, como si un flash de energía le hubiera quitado el dolor en un abrir y cerrar de ojos.

—donde ellas pertenecen.

—¿por qué nos estás haciendo eso, odalia? ¿por qué que nos hayamos enamorado te parece un crimen tan horrible?

—niña, estoy haciéndote un favor.—la mujer miraba a luz de reojo—te traje hasta aquí, y ahora podrás ver a tu madre... ¿no te encanta?

luz se quedó callada.
hace mucho tiempo, una tía suya le avisó por mensaje que, al año de desaparecida ella, su madre falleció.
y es que luz era la luz de los ojos de camila. sin un marido, sin más hijos, no tenía a nadie más que a luz para alegrar sus días, ponerle color a una vida circular y triste, como una corona de espinas.
ver los carteles de "perdida" con la foto de su hija, llamando a las autoridades y que el caso de su desaparición siguiera abierto y sin tratar por la estúpida policía... camila no pudo soportarlo.

—¿por qué no te largas y me dejas aquí entonces?

odalia no podía decirle a luz que había perdido la llave al portal. no podía darle la sensación de satisfacción, de "quizá yo perdí, pero tú también". no sabía qué excusa ingeniarse, pero, para su desgracia, no tuvo que hacerlo.

—no puede irse porque no tiene esto.—amity alzó la llave, presumiéndosela a odalia, que ardía en cólera.

—¡dame esa llave AHORA, amity!

—ya no me mandas, desgraciada.

la basura de mujer estaba tan confundida que ya ni sabía en dónde estaba parada. de por sí había olvidado su único regreso a su hogar, y por si fuera poco, lo había encontrado su peor enemiga; su hija. no entendía cómo había terminado rodeada por personas que se suponía debían temerle; mucho menos entendió cómo carajos terminó en el piso, con la propia amity blight, con su propia sangre, decidida a matarla a golpes.

—nunca te portaste como mi madre,—puñetazo tras puñetazo, amity desahogaba todo lo que nunca le llegó a decir—siempre me presionaste, manipulaste, y jamás me diste amor. jamás sentí nada hasta que conocí a luz, y por primera vez me sentí apreciada. ¿¡te parece justo, odalia?!—la furia de amity incrementaba con cada segundo, hasta el punto en que la mujer ni siquiera podía defenderse—¡ahora me haré justicia CON TU MALDITA SANGRE!

—¡amity, no!—escuchó la voz de luz tras de ella, y fue como si el incendio de ira dentro suyo se hubiese apagado poco a poco.—no la mates... no te rebajes a su nivel.

JuntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora