Capitulo 46

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Alessia.



La melodía de lamento logra atravesar en mis sueños, la melodía es molestosa y a la vez relajante. Me hago un ovillo en la cama. No soy buena para esto de despertarse temprano y estoy mas que segura que es muy temprano aun, demasiado. Solo quiero seguir en la cama. Estoy tan a gusto bajo sus sabanas que intento volver a dormirme a pesar de la curiosidad que me da saber porque Daniel esta escuchando ese tipo de música. Parecen como si fuera un lamento hacia algo perdido. Sonrió con los ojos cerrados, no pienso abrirlos por nada ni por nadie. Ni por satisfacer mi curiosidad.


Me mantengo el posición fetal, bajo las suaves sabanas de algodón mas fino que el dinero puede comprar, la cama de Daniel es el paraíso, y el es el Dios que lo habita cuando el crepúsculo oscurece los días, ya he pasado dos noches. Con el en, durmiendo en su pecho. ¡Madre mía¡ ¡madre mia! ¡Madre mia! Estoy mas loca que nunca, no puedo decirle que no cuando usa su perfección y sus caricias en mi contra. Me acurruco mas. ME plateo abrir mis ojos cuando la canción termina y después de unos minutos comienza a sonar otra. Con los ojos cerrados pues me niego a despertarme.


Después de no poder seguir mas tiempo con los ojos cerrados, los abro, me incorporo en la cama, ajusto la mirada al día mientras espero que en cualquier momento Daniel entre por la puerta. Mi adormilada cabeza empieza a recordad, Noto que la cara me arde ¡Madre mia! El ¡Jacuzzi! ¡Madre mia el jacuzzi! Ahora entiendo porque Daniel no dejo que me corriera en su despacho ¡Alucinante! Hemos jugado, porque le provoque ¡madre mía! Cuando bebo algo de alcohol no puede controlarme. Sonrió como una niña pequeña. Me gusta desafiarlo aunque al momento me arrepiento cuando luego ya no se como manejar la intensidad que es Daniel Adams. Don mandón.


Con una enorme sonrisa y mas confundida que nunca miro por encima del hombro hacia la mesita de noche, el radio despertador marca las 6: 30 Am. Frunzo el ceño. Apoyado con cuidado en este hay una nota escrita a puño y letra. Me tumbo de espaldas, alargo la mano y agarro la nota, vuelvo a sentarme con las piernas semi flexionadas, y leo lo que pone la nota:





Fui a correr, si despiertas antes de que regrese, por favor no salgas de mi cama. Besos, Daniel, Adams.



Miro boquiabierta la nota que tengo en las manos. ¡Estoy alucinada! ¡Perpleja! ¿¡Besos!? ¿¡Que no salga de la cama¡? ¿Que no salga de la cama?. Claro que voy a salir de la cama, tengo un trabajo y una vida aparte de el. No es tan interesante pero es mia. Y eso me recuerda que aun no hemos aclaro de cierto tema que su manera de ser quieren controlar. Dijo que hablaríamos hoy, ¿hablaremos de mi carrera? No dejare que me controle en eso. Tengo que hablar con el, y también tengo que llamar a Miller. Le dije que le llamaría y eso haré. Seré una estrella. Me agobio al instante, los recuerdos empiezan abrirse paso. Golpes, gritos, y humillaciones. Niego con la cabeza dejándolos en el pasado.


Me tumbo de espaldas en la cama mientras vuelvo a releer la nota una, otra y lo hago una vez mamas, sigue diciendo lo mismo desde la ultimas vez que lo leí, No cambia por mas que lo haga. Sigue diciendo ¡Bess!


Cuando ya he tenido suficiente de releer la nota, me arrastro fuera de la cama con dirección a la puerta del vestidor. Noto que me tiemblan las piernas, prueba de lo que paso anoche. Madre mia, mis piernas casi no logran sostener mi peso. Entro en el vestidor, necito ropa, la mia esta en la planta inferior, y no hablemos de mi pobres bragas que cayeron en combate. Daniel es muy intenso cuando me ve con ropa en su casa, por lo que por un momento dudo en ponerme algo.


Camino con la boca abierta mientras voy dando vuelta sobre mis talones, estoy ante una tienda de ropa para caballeros: Ropa de marca y cara. Relojes que cuestan una fortuna en un mueble, Hileras de camisas cuelgan orgullosas de los percheros. En una lateral de la estancia hay muebles con cajones, en estos corbatas, cientos de ellas, sigo paseando la vista, hay un enorme espejo de cuerpo completo con el marco bañado en oro, ostentoso como su dueño, detengo mi exploración visual en la pila de ropa de Daniel que esta sobre un banco alargado y tapizado en cuero color crema, justo en el centro del vestidor. Bingo. Agarro su camisa y me la pongo. No me atrevo a descolgar una del perchero, todo esta en su lugar y no quiero descolocar nada. Saco unos Calzoncillos boxes negros de un cajón y salgo a buscar al hombre que se que me romperá el corazón en mil pedazos ¡Le he dicho que si!

Esta noche pídeme lo que quieras. [+18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora