Capitulo 4.

40.5K 1.7K 94
                                    

Ale
–¡Logan, ya me voy! ¡No quiero llegar tarde! –grito de pie junto a la encimera de la cocina para que me oiga– ¡Te he dejado el desayuno listo, un sándwich!– vuelvo a gritar mirando el plato, encima de la de la encimera, que contiene su desayuno.
Logan sale al pasillo únicamente con un pantalón de chándal y con el torso desnudo. Esta sudado y es todo músculos y es guapo a rabiar.

– Yo te llevo, Ale.-- Se ofrece, mientras camina para ponerse a mi altura.
- ¿Has hecho ejercicio tan temprano?- preguntó incrédula, cuando  se pone enfrente de mi. ¿Cómo lo hace?, yo ni muerta me despierto tan temprano para hacer ejercicio. Y tampoco es que sea demasiado buena con lo que tenga que ver con actividad física. Suerte tengo al no tropezar con mis propios pies al caminar. Si, soy muy patosa. Y descoordinada. Y no se a donde mirar, su torso desnudo es todo un espectáculo.
Frunce ligeramente el ceño y dice:
– Si. Cerca hay un gimnasio que abre las 24 horas del día. Uno de estos días te llevo– agarra el plato, coge el sándwich y le da una buena mordida, traga y dice– Me ducho lo mas rápido y te llevo– Da media vuelta sobre sus talones,  encaminándose a su dormitorio, mientras come.
–Me voy– Le digo, se detiene a media zanca y se vuelve– No puedo esperar a que te duches, Logan. Llegaré tarde. – añado y salgo a toda prisa del piso, cerrando la puerta tras de mí, antes de que Logan vuelva a ofrecerse. 

En la calle espero y espero el Uber que pedí media hora antes, y que aún no ha llegado. << Voy a llegar tardé a mi primera entrevista de trabajo. Nunca he trabajado y ahora llego tarde, genial>> pienso. <<Tal vez si hubiera aceptado el ofrecimiento de Logan ya estaría rumbo al trabajo.>> Niego con la cabeza. No quiero que mencione lo de anoche, me incomoda. Y se que tarde o temprano lo hará, pero por ahora evito esa charla que hemos tenido muchas veces.
El Uber por fin para frente a mis narices. Abro la puerta trasera, entro en el coche, el conductor me saluda amablemente mirándome por el espejo retrovisor, correspondo a su saludo con un buenos días y le doy la dirección. El conductor parece más o menos de mi edad: Piel blanca, pelo negro. El color de sus ojos no logró verlos porque estoy en los asientos de atrás. De su atuendo lo único que mis ojos captan por un costado del respaldo del asiento de cuero negro, es un jersey de punto color marrón. Logan llevaba uno igual cuando nos visitó por última vez en Forks, para nuestro cumpleaños <<Me gusta, le dije entonces>>. El me agarró las manos y me digo que le alegraba que me guste. Y, como hace siempre que me ve, me rodeo con sus brazos por la cintura y dio vueltas conmigo en el aire. Yo chille y reí a carcajadas. Fue la primera vez que reía así desde que… dejo de recordar en seco, ya que el hilo de mis recuerdos no se dirigen a nada feliz. Me concentro en mirar por la ventanilla, ambirando las calles, la gente que van al trabajo como yo y edificios de la ciudad.
Al llegar al restaurante me quedo con la boca abierta, es todo cristal y piedra, con el nombre CANLIS en un discreto color gris. ¿Cómo será por dentro?¿Igual de impresionante? Tal vez sea aburrido, no lo se, pero espero que me contraten, no se que voy hacer aquí en Ciaro si no logró coger el puesto de camarera. Y tampoco es que tenga muchos ahorros para quedarme sin un trabajo.
Busco en mi cartera un billete de diez dólares, extiendo mi mano hacia delante y se lo doy al hombre joven que hace de conductor. Quien no ha dejado de mírame de vez en cuando por el espejo retrovisor. Toma el billete de mis mano.
–Gracias por usar nuestros servicios señorita.  Puede califícame del uno al diez en la app de su móvil.
–Esta bien, gracias. Te daré diez por ese bonito jersey– le digo abriendo la puerta y saliendo del interior del taxi. Hacia el ambiente templado.
–Fue un regalo de mi mamá–me dice riendo. Y yo reprimo un: que lindo. También he reprimido una sonrisa.
El taxi del Uber se marcha y yo quedo de pie en la acera del lujoso restaurante que la verdad me intimida un poco. Y el hombre con mirada seria y un fino traje negro y corbata de pajarita que me están mirando junto a las puertas me intimidan aun más. Muevo mis pies y me dirijo hacia el portero con cara seria, que me dice que debo ingresar por la puerta trasera del restaurante, porque los empleados entran por esa ahí.
–Yo no soy empleada de este restaurante todavía – le digo en un hilo de voz. Para lo nerviosa que estoy no he titubeado y me aplaudo mentalmente.
El hombre me mira de pies a cabeza y vuelve a repetir el proceso de abajo hacia arriba, reprobando mi atuendo de hoy o pensado quien sabe que cosa << Más seguro piensa que te vez ridícula con vestido >> se mofa mi subconsciente de mí, a la vez que me lanza una mirada de te lo dije.
–¿Eres la muchacha que Jake dijo que vendría por el empleo de camarera?– asiento sin decir nada, no logró articular palabra alguna, estoy demasiado  nerviosa.  Y su cara seria y su voz grave y estricta me pone más nerviosa de lo que ya me encuentro – Lo siento, pero el señor Jake todavía no ha llegado.–Dice a modo de explicación.
¿Señor? ¿Así es como se refiere a mi amigo? Vaya al parecer ser el chef de este lujoso restaurante te da ese titulo.
–Puedo esperarlo– pregunto, con la mirada seria y de reproche del portero puesta en mi. Mejor dicho en mi vestido. Que según yo iba perfecto para una entrevista de un restaurante elegante como este. ¿Debí ponerme los vaqueros y una camiseta? Por la expresión horrorizada como me mira diría que no. Seguro que si lo hacia al hombre estreñido que tengo enfrente le da un ataque al corazón al verme con vaqueros en un lugar que seguro es puro lujo por dentro.
– Si, puede esperarlo…
– No es necesario que esperes, Ale– dice una voz masculina a mi espalda que enseguida reconozco.
Me vuelvo sobre mis talones, Jake esta mirándome y tiene una sonrisa amplia, entonces se abalanza hacia mí. Me da un fuerte abrazo. Yo me tenso y empiezo a repetir como un mantra: << Que no diga lo guapa que me ve, que no diga lo guapa que me ve, que no diga lo guapa que me ve>>. Pero mis plegarias no son escuchadas, porque al soltarme retrocede un paso atrás y dice:
–Ale, mírate. Estas preciosa.
Le dedico una sonrisa tímida; acto seguido me coloco tras de la oreja un mechón de pelo, que se me a salido de la coleta. Un tic nervioso y cuando no con este pelo que tengo no hay manera con el.
–Gracias. – murmuró jugando con mis manos, no se donde ponerlas, si almenos me hubiera puesto mis vaqueros las pondría en los visillos de estos, pero creí que lo mejor seria un vestido. Ahora me doy cuenta que ha sido mala idea, y después de la mirada que me a lanzado el portero peor aun. – Tu siempre vas bien, Jake–suelto. Cumpliendo a su cumplido.
–Entremos– me dice acompañando un gesto de cabeza hacia las puertas– Buenos días, Luis– le saluda al portero pasando por su lado cuando este abre las grandes puertas acristaladas para dejarnos entrar al interior del restaurante.
– Buenos días, señor. – corresponde Luis educadamente. Sin dejar de mirarme, ya me siento algo incomoda. Si al menos sonriera seria algo diferente,  pero no lo hace. Solo me ve pasara junto a Jake con una mirada de reproche.
El restaurante no es nada como me lo imaginaba. Es más impresionante, con una chimenea en la entrada, junto a una escalera de piedra que lleva a la planta superior. Es elegante, exclusivo, y muy pijo. Mesas con manteles blancos, sillas de cuero a juego. Tiene un aire romántico, con ventanas del suelo al techo, con preciosas vistas panorámicas al parque Gas Works y al parque Cascade. El suelo es de piedra. Pero lo que roba mi atención rápidamente y por completo es un precioso piano de cola, color negro, situado a la derecha de las mesas. Es impresionante; siempre me han gustado los pianos de cola, aunque no se tocar ni una sola melodía.
<<¡ Si, por favor, quiero el empleo!>>. Grito para mis adentros, ya me gusta cada vez más la idea de trabar a quí.
–Espera que lo escuches tocar a Ron– Murmura, Jake. Percatándose en como miro el piano. Y sabedor de mi obsesión por estos.
– ¿Quién es ese?– dejo de contemplar el pina para volver la cara a Jake. Que me esta mirando con el ceño fruncido.
– Es el pianista del CANLIS. Y también canta en las noches.

<< ¡Quiero el empleo, por favor!>> No puedo esperar para escuchar tocar el piano a ese tal Ron.

Jake es media cabeza más alto que yo, tiene pelo rubio y una mirada azul traviesa. Es el chef de este elegantísimo restaurante. Ganó al mejor chef de este año; cocina como los Dioses. Y me a conseguido esta entrevista de trabajo. No se porque, pero me da la impresión de que es el quien me va entrevistar. Después de mi amigo muestra todo el restaurante comprobé que no me equivocaba, es el quién con una sonrisa en la cara, después de unas breves preguntas de rutina, me dice que tengo el trabajo. Y, si puedo empezar desde hoy. Me quedo con la boca abierta, literal. No esperaba empezar hoy mismo.
– No… Si …No …digo si– balbuceo asintiendo. No muy convencida.
–Si, o no– dice en tono dulce, demasiado diría yo.
–Si – confirmo viendo como los empleados de CANLIZ empiezan a llegar, saludándonos.

Después de hablar de mis más que aceptables honorarios y beneficios, Jake me presenta con los demás empleados: Ayudantes de cocina, camareros, hombres y mujeres. Entre ellos está una camarera rubia platino, alta y un cuerpo esbelto, con ojos verdes y divertidos llamada Jessica. Lleva el pelo suelto que le cae en cascada por la espalda. Esta vestida con vaqueros ajustados y una chaqueta color granate. Me cae bien desde el primer momento en que Jake nos presenta. Se muestra amable y se ofrece a enseñarme todo lo que sabe acerca de ser camarera. Yo se lo agradezco, estoy muy nerviosa. <<Espero no ser despedida hoy >>.<< Tu puedes Ale, Tu puedes >> repito mi mantra, tratando de tener confianza en mi misma.
El día pasa en un abrir y serrar de ojos, El restaurante ha estado a reventar, No hemos tenido un momento para respirar. Y, no se como no he tropezado todavía con mis propios pies, estrellándome con algún comensal. Seguro que me despiden y no los culparía. Al final me he quedado con las ganas de escuchar tocar el piano al tal Ron. Porque está enfermo, pero seguro que mañana podré escucharlo ¿no?, eso espero. Escucharlo tocar ese hermoso piano seria algo que aligere el trabajo.

–Alessia– dice Jessica recogiendo los platos a mi lado, reclamando mi atención y sacándome de mis caprichosos pensamientos. Le pongo mala cara, por lo de ‘’ Alessia “. Le he dicho que me llame Ale. No me gusta que me llamen por mi nombre completo. Además, así me llaman todos. Ella hace caso omiso de mi mala cara y pregunta – ¿Nos vamos juntas?
Después de un largo día en lo que Jessica y yo hemos hablado, bueno ella más que yo; habla hasta por los codos y siempre está riendo de manera natural…, es feliz. Nos dimos cuenta de que ella vive cerca del piso de Logan.
– Claro– doblo algunas servilletas de seda.

Estamos en un semáforo esperando que el hombrecito verde se ilumine para indicar a los transeúntes que pueden cruzar la calle. Jessica está a un metro hablando por su móvil. Cómo no, está riendo. De repente el mío empieza a sonar y a vibrar en mi mano, con la pantalla iluminada con la cara de Logan.

– Hola, Logan– contestó mirando hacia arriba, el semáforo aun a no cambiado.
–Ale, ¿salimos a celebrar tu primer trabajo?– Pregunta en tono esperanzado. Después de que Jake me presento a todos los empleados del CANLIS he llamado a mi amigo para contarle que me dieron el trabajo.
– No se Logan…
–Vamos Ale, que es tu primer trabajo… de camarera, pero un trabajo al fin– me corta, y por su tono se que esta feliz por mi.
– No hay nada de malo en ser cama…
– ¡Mierda, Alessia!– Grita Jessica. Alzo la mirada bruscamente. No me he dado cuenta de que he dado un paso adelante y un coche esta apuntó de atropellarme.
Lo último que recuerdo es que alguien me agarra de los hombros y me jala muy fuerte. Y al momento de que me jala me tropiezo con mi propio pie, y caigo encima de algo o de alguien. Estoy aturdida. Respiro entrecortadamente. El corazón quiere salírseme del pecho. He cerrado los ojos al momento de caer. Talvez a sido Jessica quien me a salvado de mi eminente muerte. Tal vez a sido muy rápida. No Ella no ha sido, estaba muy lejos hablando y riéndose con quien sea que hablaba por su móvil.
Abro los ojos aturdida por el momento que acabo de vivir, la cabeza me da vueltas. Y una rostro que en mi vida he visto esta respirando entrecortadamente el mismo aire que yo; estamos a tan solo unos centímetros de que nuestras narices choquen. Mis fosas nasales rápidamente se llenan del olor a menta de su aliento. También captó su perfume caro de aguas frescas y madera que emana de su cuello. Y en el estado de aturdimiento siento que es una mescla muy adictiva. No miramos y ninguno de los dos hace ni dice nada.  Nos quedamos  ahí, contemplándonos el uno al otro, el corazón se me quiere salir de pecho.
– Alessia, ¿ estas bien?– Pregunta Jessica preocupada, a la vez que me ayuda a ponerme en pie. Me examina de pies a cabeza buscando raspón. Las piernas me están temblando y no se si es por estar a punto de ser atropellado o por el hombre que me esta mirando, mientras Jessica me examina.
– ¿Usted esta bien, señorita?– Quiere saber el desconocido, que está a mi lado preocupado. Su perfume vuelve a llenarme las fosas nasales.
Ladeo mi cara y el impacto es arrollador. Madre mía, es guapísimo, verdaderamente guapo. Los modelos de las revistas no le podrían hacer competencia de lo guapo que es ¿Que te pasa Ale? Me pregunto para mis adentros. Debo estar loca para estar comparando a este hombre con modelos de revistas en un momento como este. Seguro que es por el aturdimiento que estoy sufriendo. ¿no? No, claro que no; este hombre es verdaderamente guapo. Y he estado respirando el mismo aire, a centímetros de su hermosa cara. Me ruborizo. Y siento que si Jessica deja de agárrame de los hombros como lo está haciendo me desplomare el asfalto.
– Si, gracias– digo en un hilo de voz. Sin saber si mirar a sus labios a sus ojos. Al final me decido por sus ojos grises.
La preocupación del desconocido desaparece y adopta una cara seria y fría.
– De nada– dice sin quitarme de encima su penetrante mirada.
– Oh, Alessia, casi me da un infarto cuando vi que diste un …sin fijarte …y ese coche. –Jesica empieza a ponerse histérica, frenética. Por lo que la cortó.
–Jessica, estoy bien. No me paso nada– Intento tranquilizarla, agarrándola por los hombros y zarandeándola despacio, pero es imposible, sigue histérica. Vaya con Jessica. Y que le pasan a mis rodillas, no se pueden mantener firmes.
Después de unos minutos mi amiga se tranquiliza, y me vuelve a preguntar:
– ¿De bardad estas bien?
Asiento.
– Si, estoy bien. – confirmo verbalmente porque creo que con un asentimiento no le bastará. Mientras, estoy de espaldas al desconocido, que se ha mantenido en un segundo plano, dándome espacio para lograr tranquilizar a una histérica Jessica.
Aquí de pie puedo sentir que tiene la mirada posada en mí. Me vuelvo y al minuto me arrepiento de a verlo echo. Esta observadme atentamente. Nuestras miradas se encuentran y conectan. Me ruborizo. ¡Cómo no! Me mira muy Cerio, con unos ojos grises que me atraviesan por completo, como tratando de descubrir algo. Me recoloco un mechón de pelo detrás de la oreja que se me ha salido de la coleta. Me percato que las manos me tiemblan un poco.
–Su móvil, señorita– dice entregándome el móvil con una mano de largos y delgados dedos, y uñas perfectamente cuidadas.
Extiendo las manos para agarrar mi teléfono de su mano y al momento de que me lo entrega, nuestros dedos se rozan y siento una corriente de electricidad que me recorre todo el cuerpo, hasta la última célula de mi tembloroso cuerpo. Retiró la mano con el teléfono a toda prisa, como si el roce de este desconocido quemara como hierro puesto al fuego.
El desconocido sigue mirándome fijamente, escudriñándome con su penetrante mirada. Parece enfadado, pero a la vez trata de encontrar algo en mi. No que es pero sea lo que sea me estoy poniendo roja como un tomate y cada vez estoy peor ¿¡Que te pasa Alessia!? Me pregunto para mis adentros. Y a el ¿Que le ocurre?. Más seguro que piensa que solo una tonta no mira por donde camina. Y ¿por eso está tan enfadado? El desconocido suspira y dice:
–Para la próxima vez mire por donde camina, señorita.__ sugiere con tono calmado, algo que absoluto demuestran sus impresionantes ojos grises.
No se porque. Pero a mí más que una sugerencia me a sonado como una orden. El desconocido se da media vuelta y se marcha, yo abro la boca para decir un…gracias, pero tengo la boca seca y no me sale nada. Lo último que veo de el es su espalda ancha espalda cubierta por un abrigo negro ,perdiéndose entre la gente.
–Viste como te miraba ese tipo, Alessia– comenta Jessica que ya se a calmado – Parecía enfadado ¿verdad? Y, lo último que te dijo, más que una sugerencia sonó como una orden ¿no?. – inquiere caminando a mi lado. El semáforo ya a cambiado y cruzamos la cebra.
– Si.__ Murmuro. Aun con las piernas temblorosas.¿ Que me pasa?
Y aun en mi aturdimiento me alegra no ser a la única a quien le a dado esa impresión. Hasta Jessica se a percatado de eso. Las manos me tiemblan.
--"Para la próxima vez mire por donde camina señorita".– Jessica imita la voz grave del desconocido. Pero le sale muy gracioso. Yo me contengo para no reír; y fracaso estrepitosamente y empezamos a reírnos a carcajadas. Vaya con Jessica y sus ocurrencias.
Ya ha pasado dos semanas desde que ese desconocido con ojos grises y cara seria me salvo de ser atropellada por aquel coche, esa noche. Tan solo de recordar ese momento me dan escalofríos. Y desde entonces no he podido dejar de pensar en su "sugerencia" Cada vez que Jessica y yo esperamos que se ilumine el hombrecillo verde del semáforo. Lo recuerdo y me fijo bien antes de cruzar la cebra. Desde esa misma noche he tenido unos sueños raros; sueño que unos ojos grises me persiguen desde algún lugar: Agazapado desde atrás de un coche, entre la gente, desde un coche con ventanillas tintadas que pasa por mi lado ¿Me estaré volviéndome loca? No lo sé, pero en el rincón más oscuro de mi ser una parte de mi desea volver a verlo otra vez. Confirmado estoy loca.

Esta noche pídeme lo que quieras. [+18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora