Capitulo 3.

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Daniel

  Me despierto sobresaltado, empapado en un sudor frío, con el corazón latiéndome a mil por hora, desbocado. He vuelto a tener esas malditas pesadillas, que con cada noche que pasa se hacen más horribles. Entorno los ojos intentando lograr ver algo en la habitación que está en penumbras. La luz lunar se cuela por la fina línea de las cortinas. Miro a un lado y luego al otro en busca de él, pero no está. Maldito hijo de puta. Miro la hora en un aparato en la mesita de noche, son las tres de la madrugada, es tempranísimo y se que no voy a pegar ojo en lo que queda de la noche. Felizmente, y para mí gusto, hoy me he quedado a dormir en una habitación del club, donde follo hasta quedar saciado, pero nunca duermo en esta cama, solo es para follar nada más. Pero hoy lo he hecho. Y la rubia que sale del baño mirándome con las cejas fruncidas, y desnuda; me sirve para lo que tengo en mente. Es muy apetecible y es una pena porque cuando amanezca completamente no volverá a tenerme. Yo no repito nunca.   Me levanto de la cama, así como estoy, desnudo, y la visión que tengo de ella hace que la polla se me empiece a poner dura. Le hago un gesto con los dedos hacia arriba, pidiéndole que se acerque a mí. No lo piensa dos veces y camina con la mirada puesta en el suelo, la cabeza gacha; buena chica, sabe cómo complacer. Eso me gusta de esta mujer, sabe cómo comportarse.
  -De rodillas- Ordeno cuando la tengo a mi altura, enfrente de mi, se deja caer al suelo- métetela en la boca- sus ojos buscan algo en los míos, algo que no tengo, solo es sexo del que me gusta y nada mas- Vamos. Hazlo.
Asiente, ante mi atenta mirada. Me rodea con una mano y se mete mi miembro erecto en la boca. ¡Oh, Dios! Echo la cabeza hacia atrás, y vuelvo a mirarla. Sabe usar la lengua. Chupa y traza círculos rápidos con la lengua en mi glande, que palpita dentro de su boca.
Agarró su cabeza y la empiezo a embestir una y otra vez, una y otra vez; y otra vez, mientras ella me agarra fuerte del culo, me encanta ver como intenta no atragantarse con mi polla. Le suelto la cabeza y dejo que continúe con lo que está haciendo. Proporcionándome placer. Deja de agarrarme el culo y sus manos van a parar a mi virilidad, una en la base de mi dureza y la otra en las pelotas. Las acaricia mientras recorre con la lengua el largo de mi polla. Vuelvo a echar la cabeza hacia atrás. Nuevamente la agarro por la cabeza con una mano y vuelvo a follarle la boca una, otra y otra vez.
- No te cabe completa, zorra- le digo con las mandíbulas tensas, cuando intenta tragarla toda pero solamente llega hasta la mitad.  Salgo de su boca, la llevo a la cama. La pongo en cuatro, le separó las piernas con la rodilla y la penetro. El placer me invade. El bombeo de mis caderas buscando mi propio placer son cada vez más fuertes. Ella jadea y se retuerce buscando el suyo. La agarró de la nuca y la hago inclinarse, dejando su culo en pompa, mientras yo entro y salgo de ella. Sigo con las penetraciones secas. No me importa si llega o no al clímax, únicamente me importa mi propio disfrute. Mi propio placer.
Empieza a empujar hacia atrás con sus caderas, buscando llegar al éxtasis. Sacó la polla de su coñito. Ella gime y se queja, pero deja de hacerlo cuando sin previo aviso le penetro su dilatado ano. El placer es tremendo, siento como mi polla la estira por dentro haciéndose espacio. La tomo de las caderas y me acerco a su oído.
-¿Te gusta?
-Si... no pares. Sigue, sigue- dice jadeante, cuando le doy la orden para qué hablé.  Las embestidas de mis caderas son implacables. Violentas. Solo cuando las piernas empiezan a ponérseme tensas salgo de ella y entro de nuevo en su coño. Enredo su pelo en mi mano y tiro de el hacía mí. Ella queda arqueada mientras yo la penetro tan fuerte, que en cualquier momento la rompo.
Dos embestidas certeras más y se corre, con la mejilla pegada al colchón y la respiración dificultosa. Yo me muevo mas implacable, buscando el orgasmo. Sus paredes vaginales me estrujan la polla con cada embestida seca que le propino. Mientras ella se estremece, con la respiración dificultosa. Me muerdo el labio inferior y echo la cabeza hacia atrás.
- ¡Jodeeer! - grito desplomándome en su espalda, aplastándola con mi peso. Salgo de ella y me bajo de la cama. Me sacó al mamón de mi rabo, lo hago un nudo y lo tiró a una papelera que está en una parte lateral de la habitación. La miro, esta jadeante pero no me mira, sabe lo que hace. - Levántate y dúchate. Quiero que vayas a la habitación número dos y me esperes de rodillas.
   Se levanta sin decir nada y sale de la habitación. Yo también me ducho. Después del polvo y el agua a temperatura ambiente la pesadilla ha desaparecido casi del todo, pero, nunca lo hace por completo. Abro la puerta de mi habitación y me dirijo a la puerta número dos donde me espera lo que más me gusta.
Ingreso a la habitación mientras pienso:  El juego recién empieza.


Esta noche pídeme lo que quieras. [+18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora