capitulo 6.

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Ale.

Es sábado por la noche y el restaurante esta lleno como siempre; Casi no nos damos abasto, en la cocina todo es un caos, el personal que se mueve de un lado a otro frenéticos, con los pedidos de los comensales pijos que esperan impacientéis. Jake esta dando ordenes, a gritos, a sus ayudantes de cocina, cuando los pedidos llegan y llegan.

__ Ale, atiende tú la mesa ocho __ dice Jessica con una amplia sonrisa en su preciosa cara.__ ¡Ron va a empezar a tocar el ¡piano!__ Da saltitos con su bandeja bacía, pegada a su pecho. Y Cómo no, Jessica está feliz.

Por fin he logrado que Jessica me llame Ale, y también le he contado que me gusta cantar y tocar la guitarra. Y por supuesto que sabe de mi obsesión por los pianos de cola. En estas dos semanas nos hemos echo inseparables. Ella al momento se enterase de que sabía cantar me obligó literalmente a cantar para comprobar si era verdad, Yo no quería por lo tímida que soy desde la última vez que cante para alguien, pero al final lo hice; y dice que cantó como los Dioses. Yo se que cantó bien, pero como los Dioses como dice Jessica, No lo se.

__ ¿Hoy si ha venido? ¿no estaba enfermo?__ La bombardeo a preguntas, emocionada.

__ Si, pero ahora si ha venido. Vamos ve.__Me empuja por la espalda delicadamente, hacia a fuera de la cocina.

En esta parte del restaurante, todo es un remanso de paz, los suaves murmuyos de los comensales son amortiguados por la melodía que sale del piano atrapándome por completo. Es preciosa. Por fin conozco al famoso Ron, bueno desde lejos. Es un afroamericano joven, pelo corto y está vestido con un impoluto esmoquin a medida, de color negro, también tiene una pajarita por corbata.

Me dirijo a la mesa ocho, con las cartas del menú en las dos manos, sin perder de vista el piano, no logró dejar de verlo. Me encanta esa melodía. Y, Ron toca muy bien, está absorto en la melodía ¿Cómo hace que la melodía sea perfecta? Estoy preguntándome cuando de repente doy un mal paso, tropiezo con mi propio pie y me caigo de bruces hacia delante, trato de cogerme en algo pero no lo logró. Y al instante estoy enzima de un comensal. No se como pero he caído en su regazo, boca abajo. Mis fosas nasales rápidamente se llenan con el perfume caro del comen...,no es verdad, no, por favor, empiezo con mis patéticas súplicas. Vuelvo mi cabeza para míralo a la cara y mis patéticas súplicas no han sido escuchadas. El desconocido que me salvo de ser atropellada por aquel coche está mirándome con su mirada penetrante. Mi corazón se me acelera y se me ceca la boca. Intentó tragar saliva, pero no lo consigo por mas que lo intento, que patética soy. ¡trágame tierra! Una sonrisa casi forzada curva su labio superior y dice con vos ronca, pero suave:

__ Parece que estoy destinado a salvarla ¿señorita?

Trago saliva...

Me ruborizo...

Me sudan las manos...

<< ¿Que me pasa? >>

Mi salvador en dos ocasiones sigue con la mida puesta en mí, y su expresión a cambiado a una expresión muy seria. Le sostengo la mirada sintiendo como mi bochorno se ase cada vez más grande. Mi cerebro envía órdenes una, otra y otra ves a mi cuerpo, desesperadamente en un intento de hacer que mi cuerpo se incorpore del regazo del desconocido (no tan desconocido), Pero mis piernas no obedecen sus órdenes y creo que no lo arán nunca. ¿Por qué a mí, porque a mí me pasan este tipo de cosas? Y para poner la cereza al pastel, con este descosido que a protagonizado casi todos y cada uno de mis sueños en estas últimas dos semanas. Sueños un poco extraños, pero ahí a estado ¿No?

Después de no se cuanto tiempo mi cuerpo empieza a obedecer a las órdenes de mi cerebro. Me incorporo, roja como un tomate. Mi bochorno no puede ser más grande << ¡tierra trágame!>>.

Esta noche pídeme lo que quieras. [+18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora