Capitulo 54

9.7K 598 71
                                    

Ale.



      Es el. Estoy segura que es el. Quien mas seria tan intenso como Daniel. Es el causante de que  mi teléfono no pare de sonar y a vibrar como loco en la mesita de noche. Me he despertado a media noche y no he podido volver a conciliar el sueno. Tengo un bullicio en la cabeza. Todo con el es tan misterio.  Me encuentro debajo de las sabanas, con la cara hundida en una almohada y el pelo castaño me cubre la cara, no se por que no dejo de hacer la avestruz y cojo el teléfono de una vez. ¿Que me pasa? Es el. ¡Es Don mandón! Eso bastaría para hacerme despertar del todo y volar fuera de la cama, pero por alguna razon mi cabeza me dice que no coja el móvil. He vuelto a sonar con el niño del claro con flores. Le quito importancia y me acurruco mas en la cama. No he respondido su ultimo mensaje y ahora me esta bombardeando a llamadas. ¿No parara nunca? ¡El no acepta un no! Grito mentalmente, últimamente me esta dando mucho sueño. Se deberá a que no he dormido nada bien me digo para mis adentros, y alcanzo el  teléfono con una mano. Mis ojos se abren decepcionados. No es el. La pantalla parpadea iluminada con una sonrisa. Y no es la de el. Es la sonrisa de Jessica.
— Hola— la saludo,  me  tumbo de espaldas en la cama y  miro  al techo, inmediatamente cierro los ojos cuando este empieza a dar vueltas y amenaza con hacerme devolver. Me quejo mentalmente Y empiezo con mi conocido coro que me digo después de que el arrepentimiento me invade: no vuelvo a beber, no vuelvo a beber, no vuelvo a beber. 
— Quedamos que me llamarías para irnos juntas, Ale. — me regaña Jessica fingiendo un tono gruñón, sacándome de mis patéticos lamentos.
— ¡Mierda! ¿Que hora es? — le pregunto haciendo caso omiso a su tono fingido. Aparto el aparato de mi oreja y compruebo la hora siete y media. 
— Las siente y media — me responde con voz recelosa— ¿Te pasa algo, Ale? — finge interés. Pierde su tiempo, se que no me ha llamado porque no la he llamado, Jessica ha llamado para ponerse al corriente de mi almuerzo con don mandón.
— No me pasa nada.
    Salgo de un salto de la cama, si me doy prisa llegare  solo unos minutos tarde. Lanzo el teléfono  a la cama, sin colgar, y empiezo a pasearme frenéticamente y con prisas por toda mi habitación. Resoplo y me agobio. Por alguna extraña razon no encuentro nada. ¿Donde se a metido mis cosas cuando lo necesito? Y que la cabeza me este dando vueltas no ayuda mucho que digamos.  Me sorprende mi desorden. Por lo general soy muy ordenada, y no me gusta nada lo que veo ahora mismo. Tomo nota mental de arreglar todo este caos el fin de semana, después de almorzar con Millert.  Ahora me centro en el problema que tengo entre manos. Encontrar ropa limpia y no dejar que me despidan.
— ¿Que haces, Ale? — pregunta Jessica. Miro por encima de mi hombro hacia la cama, al teléfono, mientras sigo buscando en el armario algo decente que ponerme. Me imagino a Jessica con el  seño fruncido hasta unir las cejas por loa ruidos que debe estar escuchando —  Se escucha como si estuvieras en una maratón. — oigo que dice por el auricular.
— ¡Llegare tarde! — le grito. Me arrepiento al instante. Hago una mueca cuando un dolor agudo me atraviesa la cabeza.
— No te preocupes por eso, Ale, Olvídate de mover tu precios culo por  el Canliz hoy.

Detengo los movimientos de mis manos en una camiseta celeste y regreso con ella  a los pies de la cama ¿Que no me preocupe? ¿Que lo olvide? ¿Se ha vuelto loca?  Agarro mi móvil y estoy a punto de preguntar a que se refiere, cuando escucho la voz grave de Jake, al otro lado del auricular, la saluda alegremente con un buenos días nena y luego le pregunta con quien habla. Jessica  le responde que con migo. ¿Están viviendo juntos? ¿Ya le ha propuesto mudarse juntos?

— ¡Buen día, Ale!— el saludo alegre de Jake  logra  sacarme de mis divagaciones.
— Hola, Jake.  — respondo. Y escucho risitas al otro lado de la línea.  Me uno a ellos, cruzo el pasillo y me meto en la cocina por un baso con agua y una aspirina.
     — Date prisa, nena, pondré en marcha el motor — le ronronea en voz baja, Jake, a, Jessica. No lo ha dicho tan bajo. Lo he oido.
— Vale — le responde Jesica y un minutos después escucho de fondo el ruido de una puerta al cerrase. Por lo que doy por echo que Jake se a marchado a hacer lo que ha dicho.
Entonces me aparto de golpe y sobresaltada, el móvil, de la oreja cuando Jessica Chilla a todo pulmón ¡COSA RICA!
— ¡Ay, Dios. Estoy aquí y la cabeza me esta matando!— protesto medio en serio. — ¿Que ha sido eso? —  Me lleno un baso de agua del grifo y me lo llevo conmigo a un taburete mientras me masajeo las cienes con las yemas de los dedos. El alivio que me recorre casi me hace olvidar que espero su respuesta.
— Le he gritado a Jake por la ventana — dice como si fuera lo mas normal del mundo.
— ¿En serio? — no me lo imagino. De echo que estoy diciendo si me la imagino es tan espontanea.
— Si, Ale. Deberías hacerlo tu también.
No me imagino a mi en esa situación. Pero me parecería gracioso decírselo a Daniel. Y ver su reacción. No le gustaría. Me deshago de esos pensamientos y pregunto:
— ¿ Jake y tu ya viven juntos?— no me ha contado nada.
— ¡Nooo!— contesta con voz demasiado cantarina y feliz.— Ah echo algo mejor.
— ¿El que?
— ¡Me a  pedido que vaya con el a pasar las fiestas navideñas a casa de sus padres, Ale!— exclama y la felicidad en su voz me duele. Me duele en la cabeza. 
— ¡Jessica!— vuelvo a protestar por segunda vez en lo que ha durado hasta ahora la llamada. No tiene ninguna consideración con mi lamentable estado.
— Lo siento— se disculpa y la escucho suspirar dramáticamente haciéndome saber que se siente culpable.  Almenos  tiene la decencia de parecer culpable — Tomate una aspirina, Ale —  ofrece su ramita de olivo y yo la perdono.
— Si, pero no las encuentro. Alguien se a terminado las que compre hace unas semanas. Volveré a comprarme mas hoy.
— Hazlo, por que las necesitaras. Tu y la bebida no combinan nada. — se ríe, hace una pausa y pregunta —:  ¿Como ha ido el almuerzo con a Daniel alias don  posesivo?
    Pongo los ojos en blanco y resoplo frustrada. Ya se estaba tardando  ¿Lo a llamado posesivo? Llamar posesivo a Daniel es quedarse cortos. Es controlador, misterioso y poco razonable.  Mandón ; si, eso lo describiera mejor. Sonrió por la fantástica conclusión a la que he llegado.
— No lo se, Jessica. — le contesto. Hemos leído el contrato de sosia y sumisa del club añado para mis adentros.
— ¿Almorzamos y lo hablamos? — ofrece.
— Por favor — mi tono es suplicante.
— ¿A las once y media?
— Esta bien. Dime donde.



Cuarenta minutos para el medio día Jessica me manda la dirección en un mensaje de texto, diciéndome  donde se encuentra. Está trabajando en un evento con una novia y me a pedido que pase y de allí iremos almorzar. Al llegar al lugar el personal trastea con cosas por la entrada de la gigante casa de dos plantas, con jardines y vista al lago. Muevo mis pies hacia adentro y  veo a Jessica junto a Jake y una mujer de cabello rojo que le cae en cascada por su minúscula espalda, va vestida con un  vestido rosa pastel que se abraza a sus caderas por encima de las rodillas, la mujer esta de espaldas a mí.  Parecen enzarzados en una discusión. Jake por como se pasa las manos por la maga de sus camisa blanca esta claramente incomodo, mientras Jesica le dice algo y la mujer que gesticula con una mano hacia la escalera. Impaciente.

Me acerco y en mi camino esquivo a dos hombres que llevan una mesa circular. Me pongo a su altura y los saludo:
— Hola.
Los tres se vuelven,  la sorpresa se refleja en el rostro angelical de la hasta hace un momento desconocida mujer, que solo había visto su espalda. Su rostro grita sorpresa. Mi cara debe reflejar también lo mismo, por que Jessica me echa una miradita preguntándome si estoy bien.  Es ella.
— Hola, Ale — me agarra delicadamente por los hombros y me da un beso en la mejilla, luego se aparta.
— Hola — la saludo en un hilo de voz.
— Que sorpresa para mas agradable — me mira con una sonrisa en los labios pintados de rojo igual que su cabello.
Me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja, y no se que decir. Lo menos que me esperaba es que la boda que me comento Jessica al darme la dirección sea precisamente la de ella.
— Hola.— Jessica me saluda y pega su boca a mi oreja. — gracias por aparecer, me has a salvado de escucharla quejarse de que su organizadora de bodas la haya dejado tirada— dice y se aparta con un brillo juguetón en los labios — por lo que veo ustedes ya se conocen ¿no? — comenta paseando sus curiosos ojos verdes  de Natasha y a mi.
— Si. Ale y yo tenemos el placer de conocernos ¿verdad?— el tono de Natasha es cómplice. ¿Se esta imaginando el restaurante y la cena que monto Daniel?
— Si — murmuro incomoda. Lo menos que quiero es que Jessica pregunte.
— ¿De donde? — inquiere Jessica, oscilando su verde mirada del rostro de complicidad de Natasha a la mia, que no sabría que cara tengo ahora mismo. Estoy sorprendida… ¿feliz?
— Natasha es la amiga se Daniel — le digo o no parara de preguntar.
— Y Juan mi prometido me pido matrimonio en el restaurante donde trabajan — dice Natasha y a su vez alza su mano y nos enseña el enorme pedrusco que brilla en su dedo anular. — Casi muero.
— ¡Sabía que te conocía de algún lugar, pero no lograba recordarlo! — exclama Jessica.
— Bueno señoritas yo tengo que ira a coordinar… — Jake mira a una y a otra de las tres mujeres que tiene enfrente. Algo me dice que quiere escapar y no sabe como hacerlo. Las tres lo miramos a la espera de que termine de decir lo que se supone que coordinara — Iré a ver — señala con el pulgar por encima de su hombro — que bajen con cuidado las botellas de champaña — dice al fin encontrado una escusa acatable. Se marcha como si la vida dependiera de ello ¿Tan mal es estar con la novia?
Jessica me dedica una mirada que dice: Quiero largarme de aquí. Tengo ganas de matar a alguien. Estoy mas que segura que lo haría si pudiera, parece estresada. Por alguna razon la entiendo y cuando vuelve sus ojos verdes a una estresada y abrumada Natasha, comprendo por que esta así. Este es el gran evento que dijo. La boda de Natasha. La cual parece estar a punto de suicidarse, o echarse a llorar.
— ¿Me esperas un momento Ale, mientras terminamos? — me pide Jessica.
— Si, claro…Voy a estar … — balbuceo, miro a mi alrededor y señalando con el dedo un sillón negro que esta en una lateral de esta casa. Jessica y Natasha también ven hacia el lugar que he señalado, la ultima sonriéndome con cariño — Justo ahí.
— Acompáñanos — me pide Natasha dejando de ver el sillón y posando la vista en mi — no creo que sea para nada divertido  esperar sentada en ese lugar por donde trastean los hombres con muchas cosas.  Además estoy ocupando a Jessica en algo que no tiene nada que ver con su trabajo, no es propio, pero  estoy apunto echarme a llorar — le echa  ganas para sonreír. Y fracasa estrepitosamente. Su expresión refleja que esto le puede.
— Si ven y nos ayudas a elegir que va mejor con el vestido — me suplica Jessica. Y en silencio me amenaza con los para que acepte. Debe estar desesperada. Esto no es para ella. Necesito ocupar mi cabeza en algo, ocuparla hasta que Jessica este libre y poder ir a almorzar.

— De acuerdo —  digo y fuerzo una sonrisa. Necesito a mi amiga.  No me apetece nada esto.
Natasha junta las Palmas de las manos a la altura de su pecho y me sonríe agradecida. Jesica pone los ojos en blanco dramáticamente y dice:
— ¿Por donde íbamos?
— Ah, si — Natasha sostiene enfrente su libreta de novia color rosa— ¿El vestido tiene que combinar con la decoración?
Sonrió cuando Jessica me comunica con los ojos que ya se quiere ir y que su trabajo no tiene nada que ver con ver si el vestido va o no con la decoración.
— Bueno todo depende lo que te guste a tú, Natasha — le comenta y echa a andar hacia la escalera da caracol que lleva a la planta superior. Yo sonriendo cada vez que Jessica se vuelve por encima de su hombro y me pone los ojos en blanco cuando Natasha se queja que su organizadora de bodas renuncio. Y que es una zorra. Sera una gran espera.

Me permito ambirar todo el lugar mientras espero a que Jessica vuelva de recoger sus cosas.  Es impresionante y mágico. La manera en que esta siendo decorado todo el salón de altos techos adornado por unas telas blancas y luces  que dan al centro de una enorme pista de baile,  rodeada por las mesas, todo, todo es como de ensueño, aunque estoy segura que le falta muchas cosas que llegan con el personal que se mueven de aquí allá.  La gente grita como loca, están frenticos. La boda de Natasha, estoy viendo como preparan la boda de los amigos de Daniel. De la mujer que me demostró que en medio de los azotes hay amor. Y lo que me dijo después de hacerlo<<Daniel te necesita al igual que tu a El >>> Dios no se que pensar.  ¿Tendré esto algún día? Una boda como la de Natasha ¿Quiero tenerlo? Alejo esas preguntas cuando siento que me estoy abrumando, y me fijo en los cristales colgado paralelamente con la  escalera de caracol que lleva a la planta superior.
— ¿Te gustan?
Ladeo la cara y veo a Natasha a mi lado ambirando la belleza de los cristales brillantes que tenemos enfrente. Son preciosos.
— Si. Son muy bonitos — murmuro. No se mucho de esto, pero se ven hermosos donde están.
— Así eres tu para Daniel, Alessia jones. Algo precioso que lo esta sacando de la oscuridad en la que se encuentra. Pero tiene miedo de romper en pedazos como este cristal — señala una de las pierdas que brillan.
La miro sorprendida por sus palabras. ¿Oscuridad? Daniel es misterioso, pero oscuro no creo. Mandón, controlador. Oscuro no.
— ¿A que te refieres, Natasha? ¿El habla contigo de mi?
Asiente y me sonríe con afecto.
— Mas de lo que te imaginas — vuelve a mirar los cristales —   Daniel es un gran hombre, Ale, y a estado solo demasiado tiempo. Se ha aislado y tu lo estas haciendo que crea en el amor.  No lo aceptara claro esta — pone los ojos en blanco y la sonrisa vuelve a sus labios rojos.
— ¿Por que? — hago la pregunta que me he hecho durante este tiempo, aprovechando que Natasha esta dispuesta a darme respuestas. Algo que necesito. Respuestas que Daniel no me da.
— Por que para Daniel, el  amor es de mediocres — dice con sarcasmo — pero yo se que si cree en el. Solo le hacía falta que tu vuelvas.
— ¿ Que yo vuelva? — inquiero con el seño fruncido. No me contesta, en vez de eso  fija la vista a en alguien que se acerca.
— ¿Nos vamos? — Jessica se coloca a mi lado.
Quiero pedirle a Jessica que me esperé, pero ver su cara de abatimiento y observar el rostro arrepentido de lo que a dicho Natasha hace que no lo haga. No me dirá mas. Dejo que Jessica me saque de la casa y nos vamos del lugar. La confesión de Natasha me ha dejado confusa. ¿Ella sabrá que es lo que le atormenta a Daniel en sus pesadillas? ¿ Que yo vuelva?

Esta noche pídeme lo que quieras. [+18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora