¿Qué te hace pensar que no lo eres?Había convencido a Reece de que regresara. Habíamos entrado por la puerta de atrás y gracias a Dios Marina no estaba. Logré meterlo a mi habitación y ahí me encargué de conseguir un botiquín que había en la gaveta del baño. Reece aún me veía con la misma expresión de arrepentimiento de hace rato. Estaba sentado sobre el borde de la cama viéndome expectante mientras yo mojaba un algodón con alcohol.
—No entiendo como puedes estar haciendo esto.
—¿Curarte? Vamos es lo menos que puedo hacer, estás así por mi.
—No estoy así por ti, estoy así por lo que yo te hice —intento corregirme—, Soy un monstruo.
—No lo eres. Solo... —oprimí el algodón sin previo aviso en la cortada de su ceja haciéndolo apretar la mandíbula—, Fue un accidente. Nada de que preocuparse.
—¿Y si sucede de nuevo? ¿Y si pierdo el control de nuevo y esta vez no hay nadie quien me detenga? Morirás y será mi culpa.
—Reece —le hice mirarme, sus ojos me veían preocupados—, Confío en ti.
—Pues no deberías hacerlo.
No le hice caso y seguí pasándole alcohol por las heridas. En menos de lo que esperaba ya había desinfectado la mayoría. Puse una bandita en su herida de la ceja y sonreí de lado al ver que ya se veía mejor.
—¿Haz comido? —pregunte a lo que el negó.
—No voy a comer.
—Reece, no todo en la vida es carne. ¿Te gustan las hamburguesas vegetarianas? Podríamos conseguir unas.
—¿Hamburguesas vegetarianas? —arrugó el ceño.
—Mhm, son buenas. Las como desde que soy niña. ¿Quieres intentarlo al menos? No puedo verte así —susurre lo último con algo de culpa.
—¿Así como? —preguntó.
Inconscientemente mi mano fue a parar en su cabello revuelto hasta bajar a su rostro y acariciar el área donde sus ojeras se marcaban. Reece no lucia como el chico que conocí cuando llegue, estaba destrozado por dentro.
—Reece... —comencé pero para cuando quise hablar las palabras no salieron. Me quede muda ante la idea de que yo había sido la responsable de que el estuviera así.
De la nada, su mano derecha pasó a mi cintura apegándome de golpe a su cuerpo. Mi pelvis estaba en el centro del hueco de sus piernas sin mantener contacto con su cuerpo dejando una distancia mínima. Sus ojos me veían decididos desde su posición. Mi respiración se aceleró por el movimiento brusco pero no me moví.
—Es tan malditamente jodido que le pertenezcas...
—¿De qué estás hablando?
—Mi hermano te marco como a una vaca en el ganadero. Eres suya Mary, y eso me está comiendo jodidamente loco.
—No soy suya —declaré.
—Eso no es lo que el piensa.
—Pues a mi me da exactamente igual lo que él piense. No le pertenezco, ni a él ni a nadie.
—Si tan solo yo te hubiera conocido primero. Si solo hubiera sido yo... —su mirada repaso mi cuerpo y soltó un gruñido de frustración—. Yo no te obligaria a ser mía. Lo admitirías tú sola a gritos.
—Callum no me ha obligado a nada.
—¿Por qué estás aquí? ¿Estás aquí porque quieres una vida con el o estás aquí porque preferiste esto a vivir toda la vida bajo la mísera que era tu familia?
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Los ojos del demonio | Libro I | ⎷
FantasyLa fantasía es eso que todos adoramos. ¿Por qué? Bueno, es sencillo. La fantasía nos permite ver algo más allá de nuestra realidad. Crear eso que nos libera, cualquier cosa, hasta la más simple situación donde distraernos y entretenernos. Maryann...