3

1.4K 153 59
                                    


Quiero la verdad

—¡Mary! ¡El autobús está por irse!

Gruñí cuando desperté con el computador en los pies de la cama, maldije en mi interior recordando que anoche me había acostado en la madrugada buscando información y anotando cosas.

Corrí al baño y me di una ducha súper rápida. No me esmere en arreglarme, prefería verme mal a tener que caminar a la escuela.

Deje mis lentes sobre mis ojos y decidí irme por una camiseta negra y unos jeans regulares. Me puse mis usuales converse negras y con mis útiles en mano corrí escaleras abajo.

—¿No vas a desayunar? —preguntó mamá desde la cocina me fui directamente por la sala.

—¡No! ¡Te veo en la tarde!

Corrí a la parada del autobús como una maniática y para cuando llegue me di la sorpresa de no verlo allí.

—¡Mierda! —grité frustrada.

Patee con frustración una piedrita qué vi en el suelo lanzándola directo a la calle. Me volteé botando fuego por los oídos.

El sonido de algo chocando con un metal me hizo girarme de nuevo a donde antes estaba. Mi mandíbula cayó al suelo cuando vi que la piedra que había lanzado golpeó un auto haciéndole un raspón pequeño.

—¡Oh por Dios! —grite asustada, vi como el cristal bajo dejándome ver el rostro del dueño del auto.

—¿Qué te hizo mi auto para que lo trates tan mal? —preguntó viéndome entre curioso y divertido. Me sorprendí aún más cuando vi de quién se trataba, Charlie me observaba curioso desde su posición.

—Y-Yo... —tartamudee sin darme cuenta, aclaré mi garganta empezando a sentir los nervios acobardarme—, Lo lamento Charlie.

—No es nada, es un auto viejo. Tiene muchos raspones, uno más no hará daño. Ahora al menos cada que vea ese raspón recordare quien lo hizo —sonrió haciéndome sonrojar, baje la mirada y empujé mis anteojos con suavidad en el puente de mi nariz—. ¿A dónde ibas con tanta furia?

—Umm, el autobús se fue así que iba camino a la escuela.

—¿Caminando? —preguntó incrédulo—, Por Dios Mary, es bastante lejos, te vas a cansar demasiado. Ven, yo te llevo.

—¿Qué? —pregunté perpleja—. No, no. Esta bien, puedo caminar es...

—Mary —me detuvo con seriedad—, No pienso irme sin un si. Y si sigues negándote acabaré escoltándote con mi hermoso auto rasponeado —sonrió pasando una mano por el auto—, Tú decides.

—De acuerdo —me rendí, el sonrió y giró el seguro del auto dejándome entrar. Abrí la puerta con suavidad y me deje caer en el asiento—. Gracias.

—No hay de qué.

Diría que el resto de el camino con Charlie fue cómodo y que hablamos mucho. Pero no fue así. Era raro pero, yo parecía perder el sentido del habla cuando lo tenía cerca. Tanto así que no podía siquiera verle a los ojos. Así que ahí estaba yo, sentada en el asiento del pasajero, con Charlie sonriendo cada dos por tres y conduciéndonos a la escuela. De vez en cuando soltaba un "Esa canción es genial" o "Amo esa estación". Se que lo hacía para llamar mi atención, pero yo solo bajaba la vista y apartaba la mirada.

Los ojos del demonio | Libro I | ⎷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora