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El regreso de Reece y...

¿El comienzo de qué?

Después de haber tomado una ducha caliente, me encontraba en mi habitación ya más tranquila. Me pase toda la tarde recordando lo que había sucedido entre Reece y yo. Lo que de la nada se convirtió en algo tan fuerte que...

Santo Dios no podía olvidarme de su contacto con mis labios.

Inconscientemente lleve mi mano a mis labios recordando aquella escena tan rara y a la vez adictiva.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe, sin cuidado ni precaución.

Owen me veía sin expresión alguna desde su posición, tenia las manos escondidas detrás de su espalda. Su mirada fría y sangrienta me repaso con rapidez.

Baje la mano por instinto y bajé la mirada por obligación.

—¿Qué hacías?

—Salí de la ducha hace rato —murmuré en respuesta dándole la espalda viendo por la ventana.

—Callum está abajo esperándote, quiere llevarte a no sé dónde —no respondí y me mantuve en mi posición—, Mary —llamo tomándome desprevenida. Jamás lo había escuchado llamarme así, siempre me decía mi nombre completo—. Esto es tuyo.

Vi como en sus manos habían dos estuches. Ambos eran de un color negro de tercio pelo. Parecían los estuches de unos anteojos. Parpadeé impresionada, arrugue el ceño acercándome a él.

—¿Que son?

—Bueno así de grandes podrían fácilmente ser una bicicleta y un casco —respondió con sarcasmo, rodé los ojos—. Son unos anteojos, para reemplazar los otros.

—¿Cómo los conseguiste? No te di mi receta.

—No preguntes y tómalos.

Mi mano se extendió a las suyas y con algo de precaución tomé uno de los estuches. Procedí a tomar el otro intentando no tocar la piel de sus manos pero me fue imposible. Owen movió su mano a la misma vez que yo ocasionando un roce que por un segundo, me descolocó.

Una corriente eléctrica extraña me recorrió y noté que a él también cuando su mirada y la mía se encontraron.

No supe descifrar lo que estaba sucediendo.

Lo vi extraño cuando tomo el estuche en mano y lo abrió dejando ver unos lentes lo más lindos, eran lo suficientemente grandes para mi cara. Eran transparentes, no tenían color y eso era lo mejor. Se asimilaban mucho a los que antes tenía. Vi como los abrió y me miro por un segundo. Y sin previo aviso, sus manos fueron directo a mi rostro listos para dejar los anteojos en mi rostro.

Me quede quieta y deje que lo hiciera. Sus manos depositaron los anteojos en su lugar. Parpadeé y por primera vez en una semana pude ver con claridad. Sonreí de lado y le miré. Sus ojos me veían con expectantes.

—¿Puedes ver bien?

—Si —sonreí—, Gracias Owen.

—No me agradezcas, solo te regrese lo que el bestia de Reece arruinó.

—No le digas así —reprendí y al instante me arrepentí. Sus ojos me escudriñaron con curiosidad y intriga.

—¿Por qué lo defiendes si el casi te mata? No te creí tan estúpida pero ahora me haz dejado sin palabras.

—¡Owen, ven a la cocina! ¡Reece está aquí! —gritó la voz de Marina desde abajo.

Owen levanto las cejas con sorpresa y sin decir nada se fue directo a la cocina.

Solté el aire que estaba conteniendo y pase mi mano por el cabello. Decidí que bajaría para no verme sospechosa.

Deje el otro par de lentes sobre la cama y baje las escaleras.

—¿Dónde habías estado? —le preguntaba Marina a Reece con desesperación.

—Déjalo, es obvio que está mejor que nunca —zanjó Owen.

—¿Mejor que nunca? Míralo. Tiene la cara llena de cortadas y tiene vendas por todos lados. ¿Dónde diablos te metiste?

—Déjalo Marina, lo importante es que ya está aquí —remedió Callum.

—¿Por qué lo defiendes? Casi mata a la chica que, oh por cierto, tú trajiste aquí.

—No lo estoy defendiendo. Lo que hizo no tiene perdón.

—¿Tu lo vez arrepentido? Porque yo veo que le da igual ido lo que le estamos diciendo —se entrometió Owen de nuevo.

—¿Podrían dejar de discutir de una vez y dejarlo hablar?

—Ya, claro. ¿Reece tienes algo que decir? —preguntó Owen con sorna.

Entre a la cocina captando la atención de todos. Las mistadas se despejaron de Reece y cayeron en mi. Los ojos amarillos de Reece me observaron y noté que un brillo extraño apareció en su mirada.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Callum notándose un poco molesto.

—Ella es muy libre de ir a donde quiera, ¿O también pretendes controlarle eso? —hablo por primera vez cortándome la respiración.

Callum lo observó impresionado y a la misma vez, enojado.

—¿Disculpa?

—¿Y tú porque la defiendes? Casi te la comes la semana anti pasada y ahora crees que tienes derecho sobre ella. ¡Por Dios Reece! —bramó Callum acercándose a él.

—Yo no tengo derecho en nada, ella si. Déjala hacer lo que le plazca —gruño el retándolo.

—Chicos —llame tratando de evitar que discutieran más—, No peleen.

La mirada de Reece cayó sobre mi, fue el único que me vió.

—Perdón Mar —se disculpó abandonando la posición que antes tenía frente a Callum alejándose de él.

Callum parpadeo confundido y arrugó el ceño en menos de lo que pensé viéndolo impresionado.

—¿Que diablos, como que "Mar"?

—Tú y ella se vieron antes ¿Verdad? —interrumpió Owen, trague en seco por su pregunta. Reece no respondió. Bajo la mirada sin decir nada—. ¡Ja eso es un sí! Vaya, creo que Marianne nos ha estado tomando el pelo estos días.

—¿Eso es cierto? —se dirigió Callum hacia mi.

Marina por su parte estaba que se le salían los ojos de la cara por la sorpresa.

—¡Responde! —bramó Owen perdiendo el control.

—Ella me encontró en el bosque, nada más.

—¡Ja! ¿Y ahora se comportan como los mejores amigos? Por amor a Satán, ¿Que diablos estás pensando Reece?

—Déjalo —interrumpí cuando Owen se le acercó de manera peligrosa listo para golpearlo.

—¿Lo estás defendiendo? —preguntó Callum sorprendido.

—Reece —llame ignorando a los demás—, Me alegra que hayas regresado.

—No pienso volverme a ir.

Y con esa respuesta todos mantuvieron el silencio dándose cuenta de que había algo mucho más grande detrás de esas palabras.

Los ojos del demonio | Libro I | ⎷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora