7. Invitados en casa

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—Potresti darmi una sigaretta? —la voz de Addriano pidiéndome un cigarro me sorprende.

– Claro– le contesto cogiendo la cajetilla que he dejado apoyada en la encimera de la cocina.

Le paso un cigarro y lo agarra con la mano, la que tiene con el dorso tatuado, lo posa en sus labios de manera sexy y yo se lo enciendo con mi mechero.

Realmente no sé si para los ojos de cualquier otra persona lo hace de manera sexy o es que a mí todo lo que él haga, me lo parece.

¡Madre mía! Estoy fatal.

Nos quedamos los dos callados, a veces nos miramos, pero casi todo el tiempo fumamos mirando por la venta y observando a la gente que pasea por la calle. Pero es evidente que hay tensión, así que como este tipo de silencio siempre me han puesto muy nerviosa, me decido a hablar.

– Che disgusto darai a tua suocera. Odia i fumatori. – [Vaya disgusto que le vas a dar a tu suegra. Ella odia a los fumadores.]

–  Quindi ti odia?–  Addriano me pregunta si mi suegra me odia, y realmente no sé si contestar lo que debería o la verdad.

— Pues no sé si llega a odio, espero que no. Pero lo que está claro es que no la caigo muy bien —me encojo de hombros cuando lo digo y añado— No me preocupa, a mi ella tampoco me cae bien.

Él finge estar sorprendido llevando su mano a su boca y tapándola falsamente como si hubiese dicho una barbaridad.

—Schh. No digas nada, será nuestro secreto— impulsivamente tapo su boca con mi dedo índice en señal de silencio.

Mi dedo se entretiene más de la cuenta rozando sus labios bien definidos y carnosos. Su sonrisa se desvanece y a cambio me devuelve una mirada profunda e intensa.
Mirando fijamente sus labios bajo lentamente mi dedo arrastrando su labio inferior a su paso. Noto como Addriano no deja de mirarme y observa como muerdo mi labio de lado.
Mi mente vuela separándome totalmente del presente. Imagino como besarán esos labios gruesos. Siento como si mi mente se hubiese separado de mi cuerpo, como si nadie más estuviese a mi alrededor, como si solo estuviésemos él y yo en el mundo. Mi nuevo cuñado no se mueve en ningún momento, permanece inmóvil observando lo que hago. Debido a mi cercanía y a mi tacto noto como respira cada vez más rápido. Siento el calor en mi cuerpo, siento el calor en mi interior, siento el calor en mis dedos, mucho calor en mis dedos.

—Hostia!!

Doy un grito y salto hacia atrás haciendo que mi cigarro caiga al suelo, éste se ha ido consumiendo hasta la boquilla y de verdad, me estaba quemando los dedos.

Él finge toser y casi le escucho tragar saliva por el momento tenso que acabamos de pasar. Hace mover su pelo provocando que un mechón se le descoloque y le caiga por la frente. Con un gesto muy varonil, atusa su pelo y lo vuelve a colocar en su sitio mientras me pregunta en italiano:
– ¿Qué casualidad coincidir ayer en el aeropuerto, que pilotes mi avión y que seas la esposa del hermano de Ainhoa, ¿verdad?

Asiento, intentando como él, obviar lo que acaba de pasar y tiro la colilla que he recogido del suelo en el cenicero.

–  Credi nel destino?

Esa pregunta hace que expulse de golpe todo el aire que estaba manteniendo, dándome cuenta, que por los nervios del momento, estaba conteniendo el aire y se me había olvidado respirar.

Me entra una absurda e infantil risa nerviosa.

¿Que si creo en el destino me pregunta? Le miro intrigada, sin contestarle e intentando adivinar qué ha querido decirme con eso.

Conociendo a mi cuñado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora