Cuando suena el despertador de mi móvil apenas está amaneciendo. Me giro hacia el lado de Pablo y veo que no está, de hecho, su lado de la cama está intacto. Me quedo un buen rato mirando al techo y pensando en nuestra conversación de ayer. Toco mi cara, aún tengo la sensación de tener los ojos hinchados de tanto llorar. Al mirarme al espejo de mi tocador compruebo que no es solo una sensación, parece que me han vaciado un bote de gas lacrimógeno encima. Mis ojos están rojos, hinchados y a lo que tengo debajo de mis ojos ya no se le pueden llamar bolsas, tengo sacos.
Hoy maquillarme será una obligación.Pongo la cápsula de café extrafuerte y mientras sale abro el congelador para ponerme la máscara de gel. El frío debajo de mis ojos enseguida rebaja la hinchazón. Antes de entrar me he asomado al salón y he visto a Pablo durmiendo en el sofá. Ni siquiera se ha molestado en abrirlo y hacerlo cama. Se ha tumbado con una manta por encima, y listo. Le he mirado un rato mientras dormía (y roncaba) y he sentido una enorme pena dentro de mí. Pero después de haber expulsado todo, y haber convertido mis pensamientos en palabras, me siento más ligera, más libre.
Tengo ganas de hablar con mi hermana, pero ahora sería inútil llamar o mandarla mensajes. Es día lectivo y estará en el instituto dando clases. Además, yo me tengo que arreglar porque en una hora tengo que estar en el aeropuerto.
Gracias al cielo, el vuelo de hoy ha sido relativamente corto. Ir y volver a Florencia no me ha llevado más de 5 horas. He tenido que esquivar alguna que otra pregunta de Diana, pero simplemente le he dicho que he dormido mal, y parece que se ha conformado con mi respuesta.
Cuando llego a casa no hay nadie. Supongo que Pablo ha ido a comer donde sus padres. ¿Se lo habrá dicho ya?
Llamo a mi hermana, necesito hablar con ella. Pero a la pobre la pillo en plenas extraescolares de los niños. Está recogiendo a Aitor de Judo y tiene que ir corriendo a dejar a Gorka en la piscina cubierta. Se disculpa conmigo y me dice que en cuanto llegue a casa me llama. Me ha preguntado si era urgente, y le he dicho que no. Total, nada va a cambiar por hablar con ella unas horas más tarde.
Mientras me fumo un cigarro recuerdo que ayer vi de pasada que Addriano me había preguntado por Instagram qué tal estaba, pero por la situación del momento no le contesté, y después ya se me olvidó. Le escribo un mensaje diciéndole que ya le contaré en persona. No me apetece hablar de esto por mensajes en una red social. Ya bastante saben de nuestra vida. De todos modos, debe de estar ocupado porque no me contesta.
Viendo la tele en el sofá me quedo dormida. Hacía mucho tiempo que no estaba tan tranquila y sola en mi casa.
La puerta de casa me ha despertado. Pablo entra en el salón, se acerca a mí y se sienta a mi lado.
– ¿Qué tal estás? – dice observando mi cara.
– Bien, ¿y tú?
– Mejor.
– ¿Le has contado algo a tus padres?
– No me he atrevido – baja la mirada y apoya su espalda en el sofá.
– Bueno, poco a poco. Ya encontrarás el momento.
Él me mira y sonríe dulcemente.
El mensaje de mi hermana diciéndome que vaya a su casa, nos interrumpe esa conversación silenciosa de miradas tristes que estábamos teniendo.
– Voy a ir a la casa de mi hermana, ¿vale? Aún no he hablado con ella.
– Yo lo mismo llamo a Asier, ¿te importa?
– No me importa. Entiendo que no quieras estar solo – le doy un beso en la mejilla y nos abrazamos.
Mientras camino a la casa de mi hermana tengo una sensación agridulce. Por una parte, me siento liberada y sé que es lo mejor, pero por otra siento una pena enorme.
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Conociendo a mi cuñado ✔️
RomanceMiriam es una piloto de aviones comerciales que está "felizmente" casada con Pablo. Ainhoa, presenta en familia a su nuevo novio. ¿Será el italiano uno más de la larga lista de conquistas de su cuñada? Poco a poco veremos como Miriam va abriendo lo...