19. Al día siguiente

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A la mañana siguiente el despertador de su móvil suena en medio del silencio de la habitación. Addriano enseguida se incorpora y se inclina hacia mí.

– Ya es la hora, tienes que despertarte– deja muchos pequeños besos en mis mejillas.

– Un poco más... – remoloneo escondiendo mi cara en la almohada.

– Venga perezosa, levántate ya. – dice azotando mi culo, que parece ser que estaba al descubierto.

– Ya voooooy.

Mientras él se va al baño, yo busco mi ropa interior y mi vestido por toda la habitación. Me concentro un segundo para pensar, y caigo en que deben de estar cerca del jacuzzi.

– Desayunamos? – dice a mis espaldas mientras acabo de atarme el sujetador.

– ¿Qué hora es?

– Son las 12.

– Entonces no, me voy a ir al hotel, que tengo que recoger mis cosas y necesito pegarme una ducha.

– Un café rápido por lo menos?

– Vale, un café. Por cierto – digo entrando en la habitación de nuevo y señalando hacia el jacuzzi– recuerda que hay que cambiar ese agua.

Él se ríe y me tiende su mano para que la tome y bajemos a la planta de abajo.

Nos tomamos el café en la terraza del salón. En silencio observo lo bonito que es ese lugar. Tal y como ayer me temía no hay casas alrededor, estamos en mitad del campo y todo lo que se ve a nuestro alrededor es naturaleza pura. Los pájaros revolotean alegres por el cielo y los jilgueros canturrean bonitas melodías.

– Me encanta tu casa.

– Te piace?

– Me piace muchísimo, me encanta la paz que se respira aquí. Escuchar únicamente el sonido de la naturaleza es lo más relajante que puede haber.

Addriano me sonríe y acaricia mi muslo con cariño.

– Me alegra muchísimo que te guste.

Cuando entramos en la ciudad de Roma mi estómago comienza a retorcerse de los nervios y no puedo evitar que una tristeza me invada el pecho.
Esto se acaba, fue bonito mientras duró. Pero ahora toca volver a la cruda realidad, donde él es únicamente mi cuñado.

Parece que Addriano está pensando en lo mismo porque está serio y pensativo. Confirmo que es así, cuando para en la puerta del hotel y me dice con pena:

– Entonces ahora volvemos a ser solo cuñados, ¿no?

– Eh! Cuñados con derecho a roce, aunque eso solo lo sepamos nosotros. – sonrío intentando quitarle tensión al ambiente y procuro que esto no parezca una despedida.

– Me lo he pasado muy bien Miriam.

– Yo más.

– No, yo más.

– Bueno, no me apetece discutir, digamos que nos lo hemos pasado muy bien los dos.

– Ok– dice acariciando mi boca y pasando su dedo pulgar por mis labios.

Nuestras miradas se encuentran y nos acercamos para besarnos. El beso sabe a despedida, sabe a pasión y sabe muy bien, pero sabe triste.

– Bueno, en un rato te veo. A mitad de vuelo te avisaran para que entres a la cabina, ¿vale?

– Perfecto.

Me acerco para darle un pico rápido y salgo del coche.

Subo a mi habitación y me tiro de espaldas en la cama. No me puedo creer lo que hemos hecho. Desde el primer momento en el que nos vimos teníamos ganas de que esto pasase. La tensión sexual que había entre nosotros era brutal.

Conociendo a mi cuñado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora