34. Bolonia

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ADDRIANO

Me despierto, apago la alarma y me giro para ver a Miriam. Todos estos días desde que duermo con ella lo hago. Según abro los ojos, la busco y después me quedo un buen rato viéndola dormir. Aún con su pijama de unicornio, es tan bonita.

Para mí es todo un sueño despertarme y tenerla a mi lado. Es increíble lo que estoy sintiendo por ella. No solo que hace mucho tiempo, es que no recuerdo haber sentido esto jamás. Cuando no estoy con ella me falta algo.
Esos meses en los que ya la conocía pero dejamos de hablarnos los recuerdo grises, tristes y oscuros. Por eso me refugié tanto en el trabajo y en el gimnasio.

A regañadientes conmigo mismo, decido que es hora de levantarme o llegaré tarde. Aunque sea el jefe siempre me ha gustado cumplir con los horarios de la misma manera que el resto de los empleados. Después de una buena ducha fría, de esas que a mi me gustan por lo vivo y despierto que me dejan, me pongo el traje y me voy hacia el trabajo, no sin antes dejar un beso en la mejilla de Miriam, como ya empieza a ser costumbre para mi. Hoy no se da ni cuenta del beso y sigue durmiendo plácidamente.

En el trabajo estoy muy concentrado en solucionar asuntos urgentes antes de irme a Bolonia. Mañana por la noche es Nochebuena y hay clientes importantes que me reclaman a mi directamente porque aún no han recibido sus pedidos. Así que me paso la mañana hablando con el director de ventas, con logística...

Paola hoy está especialmente pesada, no para de interrumpirme con tonterías y ya la he contestado mal varias veces. La he contado que me tengo que ir de viaje y que quiero terminar las cosas antes del mediodía, que filtre, que me pase solo las llamadas y asuntos importantes y que deje de pasarme todas las llamadas a lo loco.

Por fin llega la hora de irme, Miriam debe de estar a punto de llegar porque Carlo me ha avisado antes de salir y mientras que meto el ordenador en la funda, ella entra muy apurada.

– Addriano!

– Dime, Paola.

Se me acerca tocándose el ojo. La verdad es que lo tiene muy rojo.

– Por favor, mírame el ojo que creo que se me ha metido algo.

Intentando mantener las distancias soplo su ojo de lejos.

– No se me ha quitado, todavía lo tengo en el ojo. – se queja acercándose aún más.

Paola se acerca tanto que provoca que yo me aleje de ella, sin embargo, mi mesa del despacho me impide dar un paso más atrás y es entonces cuando ella aprovecha y sin verlo venir se lanza a mis labios.

Pero, qué?!!

Reacciono en décimas de segundos y mientras la estoy apartando de un empujón, del cual no es que me hubiera sentido orgulloso en cualquier otro contexto, escucho un grito que viene de la puerta.

– Desgraciado!!

El grito de Miriam en la puerta de mi despacho me retuerce el estómago al instante.

– Miriam!!

Sin pensarlo dos veces voy tras ella porque ha salido corriendo hacia el pasillo,pero cuando llego a los ascensores ella ya no está.

Hay que joderse que siempre que tengo prisa, tardan diez minutos en llegar, pero hoy en cambio, parece que ya estaban allí esperando a Miriam con sus puertas abiertas.

Puto Murphy!

La gente de la oficina me mira sorprendida al verme correr y gritar su nombre en la puerta de metal del ascensor.

Vuelvo con la misma rapidez a mi despacho para coger mi cartera y terminar de recoger los cables de mi ordenador.

Paola aún está parada exactamente donde le ha llevado mi empujón y juraría que estaba sonriendo con malicia cuando entraba.

Conociendo a mi cuñado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora