14. Enfrentándome a mis problemas

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El día de hoy no será muy duro porque únicamente tengo vuelo de ida y vuelta a Berlín.

Volveré a casa sobre las 8 de la tarde y a esa hora Pablo ya estará en casa. Me he obligado a mí misma a sentarme con mi marido y conversar pacíficamente sobre el estado de nuestro matrimonio.

De hoy no pasa.

Hoy me siento fuerte y poderosa y me apetece ponerme guapa. Me pongo una camisa vaquera y mi falda negra de cuero. Cuando salgo de mi habitación aún están por allí los tortolitos.

Qué raro, ¿verdad?

Ainhoa está con el móvil en el salón y Addriano está fumando por la ventana de la cocina. Sobre la mesa de la cocina hay un portátil que intuyo que será de su trabajo.

Después de darles los buenos días a ambos, entro en la cocina y pongo la cafetera en marcha. Noto como Addriano me mira curioso. Cojo un vaso de agua y me acerco a él quitándole el cigarro de la boca.

– Tengo ahí más – dice risueño señalando el paquete de tabaco.

– De tu boca sabe mejor – saco la lengua al imitar las palabras que él me dijo el otro día.

– Te noto mejor, estás guapa. Tienes más luz.

Como siempre me habla en italiano, y yo le contesto en ese mismo idioma. Si a él le da igual que se enfade su novia...a mi aún más.

– Si, me he levantado mejor. Me sentó bien el baño de ayer.

– Ya, estuviste dos horas ahí metida.

– ¿Qué pasa que ahora también controlas el tiempo que me encierro en el baño? – bromeo con él mientras que se enciende un nuevo cigarro.

La verdad es que ayer cuando llegué de trabajar, me encerré en el baño grande, busqué en Spotify música zen y me di un baño con las sales relajantes que me regaló mi hermana las pasadas Navidades. Tuve que poner el volumen bastante alto porque ese baño comparte pared con la habitación donde está la play, y en alguna ocasión escuchaba algún grito por encima de la música relajante. Allí metida con mi cuerpo desnudo dentro del agua caliente lo primero que intenté fue poner mi mente en blanco, pero unos minutos más tarde abría los ojos de golpe porque una cabezada había provocado que me resbalara hacia el fondo de la bañera y por poco no me ahogo yo sola. Una vez que asumí que si cerraba los ojos mucho rato me dormiría, intenté hacer un repaso de mi relación con Pablo, desde que empezamos a salir, ya casi terminando el instituto hasta la actualidad. Los primeros recuerdos eran muy bonitos, pero según se iban acercando en el tiempo cada vez se iban oscureciendo más y más, y todo aquello provocó que me pusiera muy triste. Para cuando el agua ya empezaba a estar prácticamente fría había llegado a la conclusión que esta iba a ser la última oportunidad que iba a darle a este matrimonio. Hablaría con Pablo y si no llegábamos a un buen entendimiento, o no veía por su parte preocupación o ganas por intentar arreglarlo, sería el fin de mi matrimonio.

Absorta en mis pensamientos me tomo el café. De vez en cuando Addriano levanta la mirada de su portátil y se queda mirándome, pero no me dice nada.

Cuando me termino el café y meto la taza al lavavajillas me siento a su lado. Él enseguida deja de teclear y levanta su cabeza hacia mí.

– Gracias por tus palabras y ánimos del otro día.

– No tienes nada que agradecerme.

– Seguí tu consejo y ayer cuando estuve bañándome pensé mucho en mi matrimonio – esquiva mi mirada y mira la pantalla de su portátil sin decir nada.

– Hoy por la noche voy a hablar con él. –digo convencida.

– Me parece muy valiente por tu parte. Yo convenceré a Ainhoa para dormir donde sus padres esta noche y no molestaros. – dice volviendo la mirada hacia mis ojos.

Conociendo a mi cuñado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora