BRUJA DE TIERRAS LEJANAS

Es un juramento

Es domingo, tres semanas desde que encontró a Kylo en el bosque y una desde que despertó; mucho antes de que las aves repiquen cantarinas en el bosque, ella se levanta ordenando su cama rápidamente, Kylo despierta por el ruido, al escucharla él la imita el silencio persiste entre los dos sin que ninguno tome la iniciativa tomar la palabra; Rey se viste con su mejor vestido para acudir a misa, su silueta se trasluce atraves de las cortinas de sabanas donde él puede ver sus movimientos al vestirse, al peinarse y tomar esa capa roída de color rojo oscuro. Kylo se viste con la ropa limpia, camisa, calzones, pantalón, viste su jubón de cuero negro y la túnica con la heráldica que señala la casa noble a la que pertenece, ciñe el cinturón para colgar la vaina y espada la capa vuelve a ocupar su lugar, bajo todo su atuendo de caballero desaparece el hombre que solo usaba una camisa y reparaba el tejado, y cuando Rey lo ve un vuelco en su estómago le hace saber que él se va; en un rincón doblada la ropa que aparentemente deja atrás, el bolso de cuero que guarda los bezantes cuelga discreto sobre su cintura; los dos se miran, saben que es la despedida, quedaran atrás esos días de lluvia acompañados uno del otro, conociéndose y confiando en el otro sin motivos aparentes; ella solitaria en su sencilla vida y él solitario en el auto exilio.

Rey toma su canasta que preparo la noche anterior, mueve su mano y se apagan los fogones, ignorando por completo a Kylo deja la choza tomando el sendero a Irsch, él solo puede ver la mancha rojiza entre la negrura de la madrugada, siguiéndola de cerca, ignorado y rechazado no se da por vencido, caminando a la par van por el sendero lodoso esquivando los charcos, ella no lo mira, mientras él no puede dejar de verla, la determinación de Rey lo abruma cuando hace el intento de llamar su atención para hablarle -Rey... ¿espera que hice para ofenderte? - expresa con culpa, Rey se detiene en el camino justo antes de llegar a la entrada de Irsch; ella gira para verlo de frente, altiva y soberbia responde.

-aquí debemos separarnos, no podemos llegar juntos no pueden saber que tengo algún asunto que ver contigo- se cubre la cabeza con la capucha de la capa, retoma su camino con decisión, hasta que siente sobre su brazo la mano que la detiene, es un atrevimiento inusual y que toma como ofensa para mirarlo mira desafiante.

-¿Por qué me evades?- su voz gruesa ronronea, se siente herido y rechazado, Rey siente esa misma sensación, no es un rechazo para ella por ahora, pero es una campesina no puede hacerse ideas con un hombre que por su condición de nobleza algún día la rechazara cuando se canse de su aventura.

-es momento de que te vayas, no me debes nada Kylo- la suelta para mirarla alejarse de él, se queda pensando en la extraña situación que viven desde que despertó, porque jura por Astrid que ella también quería ese beso.

Las campanadas anuncian el inicio de la misa, la gente se congrega para asistir a su deber cristiano; Rey llega para tomar su lugar justo al frente, todos la miran su ausencia fue notable por las damas que esperaban sus novedades.

Un extraño aparece ante todo en la iglesia, un rostro desconocido excepto para Rey; es Kylo quien la siguió todo el camino a lo lejos, llama la atención el porte de caballero con solo mirarlo los habitantes de la aldea saben que es de noble cuna y nadie disimula la curiosidad por ver al alto caballero de porte oscuro, la empuñadura de plata de su espada deslumbra junto con los ropajes finos, tiene intenciones de acercarse a Rey pese a su despedida, ella lo hizo pero él no está conforme con ese adiós, no después de esos días de lluvia bebiendo infusión de jazmín mirándola de frente ; la ve desde el atrio toma esa dirección cuando una pica lo detiene, el alguacil Merino le corta el paso para que él se presente -¿Quién eres? ¿Qué buscas en Irsch?- el hombre de robusta figura, bien marcada por la labor de batalla, es un igual a Kylo pero de tiempos anteriores; despega la vista de Rey para atender al hombre que no parece amable, comprende que no es su tierra ni dominios y debe responder con civilidad.