ángel y ninfa

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Pavis se fue hace unos días y en su ausencia se siente todavía más el frio ambiente de la casa. Las siervas no ríen al escuchar sus bromas y al resolver sus charadas, Pavis hacía de la casa de Ren un hogar escandaloso. Hoy todo es silencio después de su partida, al escucharse las sextas todos se retiran para preparar el sueño de la noche, se encienden las candelas y lámparas de aceite que iluminan los oscuros corredores del palacete, el aroma de piola quemada es la señal para cerrar puertas y ventanas, para correr cortinas y acolchar camas. Es la hora de elevar las oraciones al cielo para buscar el rescate de su alma, en cada hogar que sea respetable así es en cada ocaso.

Los días para Rey son intimidantes en su nuevo rol como señora de la casa. Camina entre sus nuevas siervas con miedo, torpeza y titubeos; siente como es menospreciada y a veces ignorada por Mabel la ama de llaves, quien ha estado en custodia de las labores domésticas del palacete desde su niñez al servicio del moro, su antiguo amo. En sus inspecciones por las cocinas se hace el silencio tan solo con su llegada, cuando instantes antes escuchaba el ruido de las risas provocadas por el cotilleo de las mujeres; entre ellas se habla de sexo, de hijos, de chismes y logra escuchar cuando ella es el tema de interés. Desde ahí lo comprende bien, nunca será respetada como señora, tampoco encajará con las damas de la nobleza pues carece de instrucción. Aun con su vestido de campesina que la hace ver parecida a las sirvientas, conoce que ha dejado de ser su igual; Rey se siente en un limbo entre clases y en esta nueva realidad se desenvuelven sus nuevos días.

El fuego en ellos se inició en el primer día del invierno, dos meses después no se ha apagado, dos meses después se siente intenso. La nieve se ha ido dejando una brisa húmeda y tierra mojada, en el palacio el patio central ha dejado de ser un manto blanco para verse los ladrillos de terracota con juntas de concreto que forman patrones caprichosos hasta llegar al centro justo en la fuente, que ya deja correr el agua con su ritmo vibrante de los chorros de agua. Todavía hace frio, la casa oscura, todos se han retirado mientras Rey espera en una de las bancas del corredor principal, ese que tiene macetas con flores secas bajo los arcos arabescos. Rey se alumbra con una pequeña candela; Kylo salió por la tarde para una inspección en los molinos, obras de remozamiento de las construcciones para a la entrada de la primavera se comience la molienda y la siembra del trigo.

El silencio solo se corta con el chirrido de una cigarra; arropada en su capa de lana, con el cabello suelto y esa mirada directo al portal de roble. Ella espera a que Kylo entre montando al bello Sombra, espera a su hombre porque su ausencia le infunde miedo, porque su ausencia la regresa a su soledad del bosque. Antes miraba en la ventana hacia el sendero, ahora mira al portón cada que él deja la casa grande para revisar los campos y molinos; Kylo tiene grandes planes para sembrar trigo, cebada y frutos, ha comenzado proyectos para sembrar viñas y quizás obtener un vino de altura, tantos planes que resolver antes de su partida y mientras la ausencia de Pavis se cuente, él tiene trabajo de más encima.

El sonido de cascos tronando las piedras del camino anuncian la llegada de Kylo, son más de las sextas y ella espera en la entrada de la estancia, a pesar del frio ella espera cada tarde. Desmonta con un salto entregando las riendas y ladrando ordenes al nuevo mozo, un hombre viejo con más paciencia que su joven escudero. Kylo azota sus botas hasta encontrarla para tomar su mano y dejar un beso en el dorso –mi señora- la mira contento, con una sonrisa torcida y un guiño de su ojo; Rey todavía no puede acostumbrase a ese trato lejano y cortés cuando hay personas mirando, cuando sus modales deben ser los correctos. Rey prefiere el trato en lo privado, igual a sus encuentros antes de su alianza; cuando Kylo la apretaba entre sus brazos y en lugar de besar su mano atrapaba su boca y dejaba entrar su lengua con caricias a sus labios, aún tienen esas bienvenidas, pero son después de su llegada, justo al entrar a la habitación se caen las formalidades de lo decente. Rey quisiera que no tuviese que ser así, que al llegar y saltar de su caballo la cargue en brazos y la lleve dentro como lo hacía en el bosque.

BRUJA DE TIERRAS LEJANASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora