La orden del dragón

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Cuando cruzaron el mar no podían adivinar cuan cerca estaban los hombres de Hegel; la idea era tomar la vía regia hasta llegar a Tréveris, la antigua cuidad donde Kylo pretende establecerse, alejarse de la vida de guerrero que tarde o temprano lo llevara nuevamente frente a su rencoroso suegro; el fiel Sombra nunca protestó por la carga, soportando a la par de su dueño los cantos del viejo Pavis, quien viaja a su espalda, cabalgaron por montes y valles extensos de color verde, caminaron por las calles sinuosas y estrechas de Londres aspirando su aroma a suciedad.

-¡puf! Esto puede arder sin problema... sin dudas será una gran y apestosa fogata- mencionó aquella vez Pavis al ver las construcciones de madera y paja de la ciudad.

Cuando pasaron por la ciudad de París fue de lo más difícil sacar a Pavis de ahí, su curiosidad por conocer los mejores vinos según él, les tomo días de desvío de su ruta solo para complacer el paladar del juglar al visitar el corredor comercial junto al Sena, llenando nuevamente su botija; algo le dice a Kylo que su compañero de viaje puede permanecer sin comer pero no sin vino, a pesar de eso nunca lo ha visto ebrio, pregunta que reservara para después el viaje.

Hicieron paradas para proveer sus viandas y esa botija de vino que Pavis lleva tan apegada como su laúd, en algunas otras ocasiones pasaron la noche en algún hostal a pie del camino para descansar un poco mejor, comer abundante, beber en exceso y así el cansado Sombra resista el prolongado viaje hasta esas tierras lejanas que promete la liberación del rencor de Hegel.

Lejos estaba de pensar que cuatro mercenarios contratados por el rey Hegel les seguían los pasos muy de cerca, tanto así que en París estuvieron casi hombro con hombro, la orden es matarlo sin dejar rastro, sin ruidos y sin que existan testigos, junto con su mascota el juglar.

Llevan en su carga llenas las viandas, buen vino de reserva y manzanas para Sombra con todo eso a cuestas dejaron Irsch; calculan que a distancia de cinco días de camino llegan a Tréveris , cinco días de continuar cabalgando por esos bosques, el sendero a seguir era la recta final, Kylo puede alejar su temor a ser perseguido y respira profundo su libertad, lejos de la obligaciones de ser el primogénito de un Lord y sus implicaciones; acampan en una zona abierta, no hay nada alrededor solo árboles, insectos y ruidos de bestias que atemorizan a cualquiera; preparan sus camas cerca del calor del fuego y la disposición de la carne ahumada que compraron por la mañana en Irsch.

-estamos cerca de llegar a Tréveris ¿Qué harás después? es hasta donde llego y no puedo llevarte conmigo- Kylo pregunta con desenfado, es más como tener un tema de conversación y no una despedida.

-ah Tréveris, antigua cuidad de conquistadores... Me quedaré contigo- esa afirmación llama la atención en manera de alarma en Kylo, ya tuvo suficiente del hombre en esas semanas de infierno cantante lleno de romances y aventuras que no desea por nada continuar escuchando; el viejo no presta atención a la reacción de su benefactor, sabe que le debe un favor y oh sí que lo está cobrando, esas deudas solo se saldan con un favor similar y Kylo lo sabe -¿Qué harás tú en Tréveris, podría ser tu escudero- Pavis continua masticando y hablando con la boca llena de esa pieza de carne que se resiste a sus dientes viejos.

-no pretendo continuar siendo un caballero, aquí mis títulos no sirven de mucho, además no dudo en que mi padre ya me repudio ante todos... tengo intenciones de establecerme como comerciante, aventurarme en la ruta de la seda y traer mercancías exóticas... como veras no tengo lugar para un juglar en mi nueva ocupación- eso será suficiente para echarlo de su lado.

-ahhhh puedo ser tu asistente, una especie de acólito de confianza- es pésima idea piensa Kylo, es poco menos que tolerable y de confianza ni hablar, aun le guarda rencor por haber cambiado su armadura -¿y tu vida de hechicero? No pretenderás que no existe- esos ojos avispados llenos de curiosidad por su poder se fijan sobre él.

BRUJA DE TIERRAS LEJANASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora