Gold: Capítulo 5

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Su oído fue capaz de percibir el agua fluyendo río abajo antes de que abriera los ojos, y notó que el río se encontraba a varios metros de distancia, así que sus sentidos estaban regresando a la normalidad.

Había pasado ya mucho tiempo desde la última vez que había sufrido una fatiga de esa magnitud.

Con su oído agudo intentó orientarse, y le pareció extraño no escuchar los pasos apresurados, saltos o chapoteos que acostumbraba en cada día de ese viaje. Todo parecía indicar que esa niña no estaba cerca, y eso no podía significar algo bueno.

¿Qué posibilidades tenía de encontrarla sin salir moribundo o muerto?

Continuaba desorientado con el pasar del tiempo, no tenía la más mínima idea de qué día era, o la hora, nada.

Se forzó a sí mismo a levantarse y comenzar a caminar, aún si no sabía a dónde ir o qué hacer, no encontraría respuesta quedándose sentado en el mismo sitio. No terminaba de asimilar que todo cuanto conocía tuviera que desaparecer de su vida en un parpadeo.

En su lamentable estado, Índigo parecía una pesadilla que había tenido hace mucho tiempo, pero realmente, ¿cuánto había pasado?

Sus pasos temblorosos lo tuvieron siguiendo un sendero durante horas, bajo un cielo nublado que advertía poder convertirse en una tormenta muy pronto. Poco le importaba ese frío si apenas sentía su cuerpo.

Más allá de sentirse afligido o ansioso por lo que podría pasar, su mente se quedó en blanco, como si hubiese dejado de estar vivo. Rondaba como un alma en pena, incapaz de encontrarse a sí mismo.

Cuando sintió las primeras gotas de lluvia caer sobre su rostro decidió poner más atención a su alrededor para encontrar un refugio, entonces notó lo cerca que estaba de una de las fortalezas, no estaba seguro de cuál era, y su memoria no parecía querer cooperar en esta ocasión.

Independientemente de eso, estar tan cerca de las fuerzas de Karazhan sería un total suicidio, aunque no estaba seguro de si alguien sería capaz de reconocerlo.

Se quedó allí para reflexionarlo por un momento, solo necesitaba un sitio que impidiera a su salud empeorar, y eso involucraba un riesgo más grande.

Negó con la cabeza, rendido, y solo dio la vuelta para continuar su camino.

-¿Estás perdido?

La suave voz de una mujer le detuvo, entonces volteo para verla. Su aspecto no le sonaba de nada, y el arco en su espalda solo podía indicarle que probablemente pertenecía a esa fortaleza.

No supo qué contestar, ya había decidido no ir allí.

-Parece que necesitas ayuda...

-No.

-Estás sangrando.

El pelirrojo bajó la mirada y encontró ligeras rasgaduras en su ropa donde la tela se oscurecía al impregnarse con su sangre, le sorprendía estar siempre peor de lo que creía.

-Acompáñame a Andorhal, estoy segura de que te ayudarán, además la tormenta durará hasta la madrugada.

Solo recordaba haber conocido la bondad de las personas en una sola ocasión, no podía evitar dudar ante un hecho como ese, aunque ese mismo recuerdo traía también las palabras de Aika, bien grabadas en su memoria, ella decía que no necesitaba un motivo para ayudar a alguien.

¿Era esta una segunda ocasión?

No podía tentar a la suerte.

-Solo necesito descansar un poco -le costó que las palabras salieran de su boca, sentía la garganta rasposa y más seca que nunca.

[GC] AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora