Daffodil: Capítulo 3

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Dejó la última caja en una de las muchas esquinas con blancas paredes. Suspiró agotado, había pasado horas de un sitio a otro realizando preparativos para el siguiente viaje.

En esta ocasión sería un viaje bastante largo, y una vez más, las emociones de Usagi se habían ido por el drenaje. Había vuelto a ver a la conejita increíblemente alegre que daba saltitos en un solo sitio convertida de una persona tan deprimente como quien asiste a un funeral.

Algiz era su destino, parecía que a ella no le gustaba en absoluto visitar los sitios en los que ya había estado, podía compartir ese sentimiento, pero esa ciudad para él era algo nuevo.

Esa misma mañana habían recibido una petición del reino, y Sean no cabía en sí de gozo al enterarse de que su equipo se encargaría de aquella tarea: una escolta, y no cualquiera, sino que se encargaría personalmente de llevar a Aurian hasta Algiz.

Su actitud positiva le tenía dándolo todo en los preparativos, tanto que ni siquiera había percibido la velocidad en que el tiempo pasaba. La habitación teñida en luz naranja fue lo que le hizo despertar, ya no le faltaba tanto, y sabiendo que Mya se encargaría del papeleo en la biblioteca, decidió que le ayudaría.

Dejando en su lugar los suministros médicos, salió de la enfermería para dirigirse a su habitación, allí tenía algunos libros que ya debía devolver, así que pasaría por ellos y continuaría su deber.

Cuando cruzó la puerta le sorprendió ver a Jaitrella dormido en la comodidad de su cama, le hizo darse cuenta de lo desorientado que estaba, no solo en las horas sino también en los días que transcurrían.

¿Cuánto había pasado?, probablemente menos de una semana, pero no cambiaba el hecho de que se sintiera como una eternidad. Quizá le había hecho falta escucharlo pedirle que no se excediera, y que el descanso también es importante.

Sonrió.

Al final, acababan cuidándose mutuamente.

Sabiendo que estaría agotado, cerró silenciosamente las cortinas y colocó una manta sobre él, ya tendrían tiempo para charlar luego. Tomó los libros que necesitaba y se retiró con ligeros e inaudibles pasos.

Cuando bajó a la biblioteca encontró a la castaña sentada frente al escritorio, haciendo trazos muy precisos de distintos colores, supervisada atentamente por una sonriente nereida.

¡Lo haces muy bien! —la felicitó ella.

¿Tú crees? —apartó los lápices para observar cada detalle del mapa y la simbología que había logrado crear—. Podría haber quedado mejor...

Está bastante bien —añadió Sean, asomándose por sobre el hombro de la castaña.

Los delicados trazos en el papel eran más que claros, ese mapa hablaba por sí solo.

Mya volvió a verle y refunfuñó—. Solo quieres hacerme sentir mejor.

Las veces que haces un buen trabajo equivalen a las veces que te quejas.

No pudo evitar reír ante la expresión neutra de la castaña que le miraba fijamente, estaba seguro de que sacaba cuentas mentalmente para interpretar sus palabras. Tras varios segundos de operaciones numéricas a toda velocidad, respondió.

¡Yo siempre estoy quejándome!

Sí.

Y pareció que la había roto de nuevo, continuaba pensando a toda velocidad, ¿quizá creía que él la estaba ofendiendo?, sabía muy bien que Sean no era capaz de eso.

[GC] AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora