Daffodil: Capítulo 10

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La primera vez que le arrebataron una parte de él, Sean había estado caminando desorientado, sin tener en cuenta a dónde iba o el tiempo que pasaba, lo único que lo mantenía consciente era el dolor en su espalda, donde la herida parecía abrirse y sangrar ante el más ligero movimiento.

La ausencia de una de sus alas le dejaba una sensación de ardor, como si un metal ardiendo hiciera contacto con la piel, toda esa larga angustia se había grabado en su memoria, y el recuerdo emergía solo para atormentarlo, temiendo sufrirlo todo por una segunda ocasión.

No sabía si sus miedos eran tan injustificados como Terran afirmaba.

Su mayor miedo era perder ambas alas que lo caracterizaban como arconte, y ahora que se encontraba en esa situación, no estaba seguro de cómo sentirse al respecto.

Despertó en una habitación blanca que no tardó en reconocer, estar en la enfermería de la guardia le llenó el corazón de tranquilidad, con esa sensación única de estar en casa, pero no era lo único que había notado en ese instante.

No hacía falta que lo comprobara, sentía la ausencia de sus alas, pero le sorprendía más no sentir el mismo dolor que antes.

Aún con el cuerpo entumecido, decidió sentarse en la cama y observar más atentamente alrededor. Las cortinas se movían suavemente con la brisa que entraba por la ventana al otro lado de la habitación, y la luz tan clara le indicaba que hacía un buen día fuera.

Tratar de levantarse le dio una punzada de dolor en la espalda, por lo que intentó conocer el estado de la herida tanteando suavemente con las manos, sorprendido de tener dos cicatrices similares, una junto a la otra.

Una nueva punzada le dio la idea de que era mejor quedarse quieto.

Tan solo unos segundos después la puerta se abrió y la enfermera entró mientras leía unos documentos en un portafolio. Se detuvo en cuanto notó que Sean estaba despierto y le dedicó una pequeña sonrisa.

Ya estabas tardando, hace tiempo que te quité los puntos.

Dejó el portafolio sobre un mesón y rebuscó algo concreto entre los varios frascos que se encontraban allí.

¿Qué tanto tiempo?

Tres días, la herida ya cicatrizó, pero puede doler si no tienes cuidado. Siempre te inyecto a esta hora, ¿sientes alguna molestia?

Sean negó con la cabeza.

Siento el cuerpo muy débil, me cuesta moverme y la espalda me duele cuando muevo los brazos, pero creo que es todo.

Es normal cuando llevas casi tres semanas en cama, si lo tomas con calma y me dejas ayudarte, te prometo que ya estarás de pie mañana.

El albino se quedó estático al conocer esa información, sus recuerdos estaban tan vívidos que podría asegurar que todo sucedió la tarde anterior. Regresó en sí mismo al sentir la aguja perforarle la piel de su brazo izquierdo, el metal frío fue un gran contraste con el calor que sentía bajo las sábanas, y aunque fue algo molesto, al poco tiempo dejó de sentir cualquier dolor.

Fue aceptando en silencio todo lo que Agatha le ofrecía, y siguió sus instrucciones de forma mecánica mientras examinaba las cicatrices.

Tan poca información le daba tanto en qué pensar.

¿Qué pasó con los demás? —se aventuró a preguntar.

No había querido llegar a ese tema aún, la imaginación podría haberle jugado en contra, pero tres semanas era demasiado tiempo, le hacía perder la poca calma que tenía.

[GC] AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora