Yeicold siempre tuvo problemas para dormir, su sueño era demasiado ligero y lo hacía con intermitencia como un modo de defensa, ya que no podía confiar en nadie. Methystra no era más que un oscuro lugar lleno de angustia.
Todavía le costaba adaptarse a ese cambio, no podía creer que su vida hubiese dado ese giro, y despertaba sobresaltado cada poco tiempo temiendo estar de regreso en Índigo como si hubiera sido un sueño, pero cada vez que abría los ojos se encontraba nuevamente con esa habitación blanca.
La luz del sol entrando por la ventana y la brisa moviendo suavemente las cortinas, era algo agradablemente extraño.
Como continuaba en observación no pudo esconder este problema que le impedía recuperarse, pero las personas que trabajaban ahí eran amables y se preocupaban por él, se trataba de una bondad que no había recibido en años.
La enfermera que solía visitarlo para saber cómo estaba decidió darle un cuarto de una pastilla para ayudarlo a dormir, estaba segura de que si se la daba por completo podría dormir el tiempo necesario sin interrupciones, pero anular todos sus sentidos tan rápido solo iba a empeorar ese miedo que había desarrollado con los años.
Con aquella pequeña dosis pudo conciliar el sueño y dormir al menos una hora o dos, esa intermitencia dejó de ser tan recurrente, además, cada vez que despertaba lo hacía más tranquilo, estaba acostumbrándose al entorno y podía regresar a su descanso.
Para la mañana siguiente estuvo bastante mejor, y aunque la enfermera Agatha insistía en que debía continuar descansando, Sayaad lo sacó de ahí temprano para una reunión con otros alféreces.
No conocía a ninguno de ellos y la pastilla aún lo tenía somnoliento, así que se mantuvo en silencio y trató de recordar todas las instrucciones que escuchaba. Sayaad anunció su forzado retiro temporal y designó las próximas tareas que debían llevarse a cabo. Una de los alféreces, Akhery, estaría a cargo de Yeicold, ayudándolo a integrarse a aquel grupo de trabajo, pero tras verlo en ese estado le recomendó regresar a la enfermería, prometiéndole que hablarían más cuando estuviese mejor.
Así pasaron dos días, y tras una última revisión descubrió que estaba totalmente recuperado, era la primera vez en mucho tiempo que se sentía con tanta energía, pero el doctor le advirtió que debía continuar cuidando de sí mismo, descansando bien y tomando los mismos suplementos que le había recetado, solo que en menores dosis.
Ahora estaba en condiciones de hacer frente a todo lo demás sin sentir que su cabeza quería estallar. Sabía muy bien que su primera reunión no sería fácil, y se preparaba mentalmente para todas las preguntas que recibiría, ya se lo habían advertido antes.
Se dirigió hacia la oficina que le indicaron previamente, y respiró profundamente antes de llamar a la puerta. La afirmación de que entrara era un indicativo de que ya no había marcha atrás, solo podía seguir adelante.
—Permiso... —habló educadamente, asomándose por la puerta.
—Siéntate —le indicó el felino, aún observando unos documentos sobre el escritorio.
Yeicold entró cerrando la puerta y siguió la instrucción, era la primera vez que estaba tan cerca del comandante de Mirkfallon, y ahora podía asegurar con conocimiento de causa que Sayaad daba más miedo que Kal'tar, o al menos tenía esa sensación.
En cuanto terminó de leer el papel en sus manos lo archivó dentro de una carpeta y centró su atención en el vampiro.
—Imagino que no hace falta que yo me presente contigo —comenzó Kal'tar—. Mi hermano me entregó bastante información sobre ti para que evaluara tu caso, y aunque fue bastante complicado, ya tengo todo decidido. Pero primero quisiera hablar contigo acerca de todo lo que estuvo pasando, quiero oír de ti qué fue lo que te empujó a tomar esta decisión tan drástica para tu vida.
ESTÁS LEYENDO
[GC] Amarillo
FanfictionDicen que los ojos son las ventanas del alma. Estos personajes guardan grandes secretos tras sus ojos ambarinos...