Daffodil: Capítulo 2

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El arconte pasó la puerta de la sala de reuniones y observó cada rincón de la habitación, extrañado de no ver a nadie. Había quedado con su equipo en ese lugar para ver los detalles de su próxima misión, seguramente era el primero en llegar.

Se acercó al escritorio lleno de mapas y vio dos enrollados junto a una nota amarillenta.

"Sean, tuve que atender una emergencia en Orendhil, solo pude hacer estos dos, uno tiene las zonas importantes marcadas y el otro son las rutas. ¡Ojalá te sirvan! — Aika."

Dio un rápido vistazo a los mapas y volvió a dejarlos como estaban, sus apuntes eran bastante claros, así que estaba seguro de que no tendría problemas.

El sonido del papel le llamó la atención, como si alguien moviera rápidamente las páginas de un libro. Volvió hacia la mesa redonda, encontrándose con una montaña de cartas, pergaminos, libros, entre otros documentos.

¿Usagi?

Preguntó por simple curiosidad, aunque podría tratarse de cualquier persona.

Un par de orejas de conejo rosas se alzaron detrás del papel, Sean rio por un momento, cuando había entrado no se le ocurrió que podría haber alguien por allí.

¡Buenos días! —se levantó y caminó rodeando la mesa para llegar a él—. Ya tenemos una misión que hacer, ¡nos vamos a Seradane!

Tenía una sonrisa cargada de emoción al informarle, parecía que en cualquier momento se pondría a dar saltitos.

¿Sabes dónde es?

No.

Aún sin borrar su sonrisa volvió a su montaña de papel.

Sean negó con la cabeza, no entendía cómo detonaba tantas emociones positivas con algo tan simple, pero no le molestaba, al contrario, le hacía mantener la cabeza ocupada.

A los pocos minutos, Mya bajó las escaleras con algunas carpetas de colores en sus manos.

Ya tenemos todo listo, Ailin hizo la carta que faltaba —les comunicó, dejando todo sobre la mesa.

¡Oh! ¿y qué tenemos que hacer? —preguntó Usagi, aún presa de su emoción.

Vamos a llevar documentos con el progreso de la guardia a dirigentes de Karazhan, nos reunimos en Seradane para no tener que ir hasta allá.

La sonrisa de la conejita se desvaneció y se dejó caer en una de las sillas, como un globo que acababa de desinflarse, su emoción murió en ese instante. Esperaba tener un día lleno de aventuras, recorrer Barlovento para llevar ayuda a toda esa gente que lo necesitaba, y en lugar de eso solo la tendrían de recadera, llevando un par de papeles de un sitio a otro.

No recordaba la ubicación exacta de Seradane, pero ya había ido una vez, y no le gustaba.

Al menos vamos a ir juntos, no te vas a aburrir —intentó animarla Mya.

Es lo único bueno de este viaje inútil —bufó.

Mientras antes empecemos, antes vamos a volver —Sean le ofreció su mano para que ella se levantara.

No lo dudó y la tomó, un poco avergonzada por su actitud tan infantil, después de todo, estaba allí para trabajar, no para divertirse. Aunque eso no parecía importarles a sus nuevos amigos, la aceptaban tal cual era, y ella no podía estar más agradecida.

El albino volvió a tomar los mapas y preparó lo que necesitarían, aunque no sería mucho, después de todo, realizarían una caminata hasta allá y volver, simple.

[GC] AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora