Daffodil: Capítulo 4

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Aquel paisaje carente de color le había dolido tanto como la expresión triste que adornaba el rostro de Usagi desde esa mañana, y aunque había intentado hablarle nada parecía funcionar para regresarle la energía que la caracterizaba, con más tristeza que seriedad se disponía a llevar acabo esa misión.

Reunida con personas de Floralba la escuchaba pronunciar palabras imposibles de entender, frases muy lejanas del vocabulario que él manejaba, solo podía pensar en la sensación que le transmitía el solo sonido de su voz, incluso si estaba triste y preocupada no dejaba de sonar dulce y le hacía sentir tranquilo.

La poca gente que salía de su hogar parecía tan preocupada como ellos, realmente deseaba poder regresarles esa calma y alegría con la que los había conocido en días anteriores.

Mientras miraba aquel oscuro paisaje bajo un cielo nublado dejó de escuchar a Usagi, así que regresó su atención al lugar y la vio en el mismo sitio, esta vez sola y con sus ojos rojizos perdidos en alguna parte del suelo.

¿Es peor de lo que imaginábamos? —le preguntó.

No... no sé, es simplemente extraño, algo difícil de entender. Quizá sería mejor juntarnos un poco más lejos para organizarnos.

De acuerdo, te seguimos entonces.

Usagi asintió con la cabeza y caminó hacia uno de los laterales de las casas, Acab la siguió, pero seguía faltando alguien.

Sean escaneó con la mirada el lugar, y encontró a Jaitrella con la vista fija en un árbol no muy lejos de donde estaban.

¿Jaitre?

Volteó sorprendido y desorientado, cuando entendió que lo esperaban solo pudo disculparse y apresurarse para alcanzarlos.

Todos parecían tan distraídos, confundidos y perdidos en sus propios mundos, pero estaba seguro de que Usagi era quién peor lo pasaba.

Tras discutir brevemente los detalles que pudo conseguir, acordaron separarse para investigar. Mientras Jaitrella y Acab exploraban los alrededores, Usagi y él irían un poco más lejos, hasta el río de Ataya que ella había mencionado.

La manera en que caminaba con normalidad, sus ojos fijos en el camino y la boca cerrada la hacían parecer una persona totalmente diferente a la chica que había conocido.

No tienes que cargar con esto tú sola —mencionó mientras caminaba a su lado.

No lo hago.

Sean no supo qué contestar, no la convencería de nada. Había elegido acompañarla precisamente porque sabía que sería una misión muy difícil para ella.

¿Sería raro admitir delante de ella que extrañaba su sonrisa?

Se mantuvo en silencio mientras seguían el sendero, el paisaje no parecía mejorar mucho, aunque sí lo percibía diferente. Cada cierto tiempo sentía la mirada de Usagi en él, pero cuando volteaba ella seguía mirando hacia adelante.

Puedes decirme lo que sea —mencionó.

Su mirada rojiza volvió a posarse en él, pareció pensar un momento cuál era la pregunta que debía formular.

¿Recuerdas cuando dije que no llevaba muy bien el idioma? —se mordió el labio inferior, como si no fuera la pregunta que quería hacer, quizá solo se repetía a sí misma mentalmente que debía callarse.

Sean lo pensó un momento, recordaba muy bien sus historias, los comentarios que hacía sobre cualquier cosa, y la alegría con la que se expresaba la primera vez que estuvieron en Floralba.

[GC] AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora