Silver: Capítulo 11

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La primera vez que Ryder vio su vida caerse a pedazos era un pequeño niño perdido y solitario que se vio forzado a caminar sin rumbo por páramos desconocidos. No mucho tiempo después fue ayudado por una pareja de magos que le permitieron tener un hogar de nuevo, ellos tenían una hija de su misma edad, así que no volvió a estar solo, tenía a alguien con quien jugar y compartir lo que sea que le interesaba.

Ryder les prometió que cuidaría de Raisel tanto como ellos habían cuidado de él, había puesto todo su corazón en esa promesa, con el cariño inocente que solo un niño podía dar.

La segunda vez que su vida se quebró tenía trece años, tuvo que enfrentarse al fallecimiento de esa pareja de magos, y vio toda la estabilidad de su vida irse de nuevo. Para esa ocasión no estaba solo, Raisel era su única compañía, y juntos decidieron entrar a Mirkfallon.

Ambos eran demasiado jóvenes para inscribirse y tomar prácticas de armas, así que trataron de hacer todo tipo de encargos que estuvieran a su alcance para evitar tener que ir a un orfanato, lo cual les sirvió para hacerse notar.

El comandante de Mirkfallon accedió a darles una oportunidad, los inscribió en las clases teóricas y les prometió que si obtenían buenos resultados podrían formar parte de la fortaleza oficialmente dentro de dos años.

Aquella noticia fue lo que hizo más feliz a Raisel, pues como maga siente una gran necesidad por estudiar temas nuevos y estar en constante práctica de su elemento, por lo que no le costó destacarse como una de las mejores en sus clases. Por otra parte, Ryder lo tomó con más calma, y organizó su tiempo entre las clases y continuar haciendo encargos que pudiera encontrar.

Aunque conocían gente nueva, de cierta forma seguían siendo solo los dos, durante muchos años consideraron que solo se tenían el uno al otro, y Ryder no terminaba de entender cuándo eso se había acabado.

La tercera vez que su vida se vio hecha pedazos, Raisel lo había culpado de asesinato, de ser un manipulador que no la dejaba en paz y de haberla agredido de todas las formas que se le pudiera ocurrir.

Tras probar su inocencia no se habían vuelto a ver, y a pesar de los años que pasaron seguía sin saber por qué había llegado a ese extremo.

Pensar en ella le apretaba el corazón y le devolvía esa sensación de estar perdido, siempre había querido entender qué había pasado.

¿Qué hizo cambiar a Raisel a tal punto de no retorno?

Esa pregunta tomó mucha más fuerza cuando las cenizas en el suelo se alejaron ante el suave movimiento de su espada pasando sobre ellas. Aún sabiendo lo que significaba, observó la reacción de Byakko en silencio.

Aunque no hubo una reacción realmente, solo más silencio con la mirada fija en el suelo.

Ryder observó alrededor recordando la primera vez que estuvo allí, Orendhil seguía igual de destruido, pero se encontraba mucho más limpio en comparación a la vez anterior.

No le costaba imaginar los gritos de desesperación de la gente que muy probablemente Kaori había escuchado, las vidas que ahí se perdieron lo mantenían en ese pesado silencio, preguntándose cómo Raisel se había involucrado en semejante atrocidad.

—¿Estás bien? —le preguntó al albino que continuaba estático observando el suelo.

—Yo debería preguntarte eso —le sonrió levemente—. Seguramente no puedas verlo, pero tu espada emite ondas de fuego al contacto con las cenizas, es la reacción que estaba esperando.

Ryder observó el filo del metal antes de envainar nuevamente la espada, emitía una muy tenue luz rojiza, era casi imperceptible pero tampoco le interesaba saber más al respecto.

[GC] AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora