Estar echado en la cama mirando televisión no era nada productivo ni placentero, estaba aburrido y triste sin saber qué hacer en estos días de descanso; descansar no podía, jugar o bromear tampoco ya que no tenía humor para hacerlo, escuchar música y comer…eso sí. Comer, comer y comer, comer todo lo que había en la casa y en todo Dark Country sin dejar ningún suministro de comida; hasta comer la comida de los vecinos. La solución de toda mi angustia era comer. Pero tenía pereza hasta para eso. Bufé tirando el control remoto de la televisión y me senté en la cama con los pies tocando el suelo. Me levanté con pesadumbre para ir al baño a afeitarme la cara porque la barba estaba muy crecida. Al mirarme en el espejo no me reconocí: mis ojos estaban cansados con ojeras negras debajo, la barba estaba crecida y despeinada, mi cabello estaba más largo de lo habitual y más desordenado, la expresión de mi cara solamente era de pena y tristeza. Estaba destruido. ¿Quién dice que el amor no puede destruirte? ¿Quién dice que no puedes salir herido? ¿Quién dice que todo puede salir bien? Quería dejar todo atrás y olvidar a Natalie pero mi corazón no quería, nada en mí quería hacerlo. Porque ella era esencial, ella era la vida misma. Ella era la luz que mi oscura alma necesitaba.
Dejé de mirarme y me puse a trabajar. Me tomó quince minutos en afeitarme toda la barba y unos diez para peinarme; nunca lo hacía pero quería perder el tiempo libre que tenía. Salí del baño y me dirigí escaleras abajo para encontrarme con el resto de la familia y mi amigo junto a su novia.
Mis padres junto a Lily estaban sentados en el sofá grande mirando un programa sobre los antiguos egipcios, mientras que Mike y Anabel, estaban al otro lado en la cocina besuqueándose silenciosamente. Negué con la cabeza. Cada vez se ponían más cachondos. Caminé con pasos decididos hacia ellos…en realidad iba por una bebida pero ellos obstruían el camino hacia la heladera.
- Oigan, busquen una habitación chicos. Y aparátense que quiero una cerveza –gruñí empujándolos. Ellos se quejaron mientras me abría paso hacia la heladera.
- No te emborraches, Sam. Eres insoportable así y peor lo serás ebrio –repuso Mike burlón. Le hice una cara fea como respuesta y solo hice que se riera más. Anabel estaba algo colorada, seguramente porque los pillé infraganti. Saqué una caja de latas de cerveza fría con cara de gruñón y me dirigí al living con los demás.
Mi madre se sorprendió al verme con todo el paquete de cerveza y sentarme a beber. Qué más da, de todos modos ya iba a cumplir dieciocho en unas cuantas semanas.
- Sam, cariño ¿qué haces? –preguntó mamá con cara de interrogación. Mi padre me observaba en silencio y Lily seguía mirando la tele.
- Ahogar mis penas –respondí sin ánimo alguno mientras acercaba la lata a mi boca para beber. Di un largo sorbo de la cerveza fría que me congeló el cerebro por unos segundos. No me gustaba beber pero en estos momentos era como un analgésico.
- Sam no es necesario…-comenzó a retarme mi grandioso e intimidante ángel caído papá.
- ¡Solo déjenme! –grité furioso y seguí bebiendo.
Bebí hasta acabar con toda la caja y fui por más. Al levantarme casi tropecé, estaba mareado y confundido, más que todo, estaba molesto. No sé por qué había tantas cajas de cerveza en la casa, pero lo único que me importaba en ese momento era beber más hasta quedar inconsciente.
Caminé ebrio hasta la heladera para buscar otra caja más, pero Mike se interpuso bloqueándome el refrigerador. Lo miré embobado y gruñón.
- Muévete –balbucí con un gruñido.
- Soy tu amigo, eso significa que debo evitar que te dañen, entre eso no debo dejar que te dañes a ti mismo. Así que amigo, deja eso y ve a dormir –repuso autoritario con los brazos cruzados.
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Pesadillas Reales La Transformación.
ParanormalSegundo libro de la Trilogía Pesadillas Reales. Sinopsis: Natalie fue raptada nuevamente por Luke Lancaster, y Sam no tiene idea de qué hacer. Además, ella está en el proceso de la transformación, lo cual sus poderes están descontrolados. Luke a...