Capítulo 4 Natalie: Mi amor...

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Loca, estaba loca. Este lugar me volvía loca. No había podido dormir nada, los demonios hacían mucho ruido y eso era lo que me estaba volviendo loca. Sin embargo Chimerius no me había hecho nada desde que acepté el plan sobre acabar con Luke, a veces vagaba en mi celda con su forma temerosa de demonio para que nadie se diera cuenta de que en verdad me estaba ayudando. Por un tiempo estuve sola en mi celda y ningún ruido se podía escuchar tras los muros de acero, pero sabía que no estaba sola. Ya no había modo de engañarme…la puerta de acero chirrió al abrirse.

Luke entró como si fuera un soberano de la oscuridad vestido de negro y una sonrisa macabra. Inmediatamente me eché para atrás como un gato asustado y le gruñí. Ahora tenía algo de fuerzas que Chimerius me había dado, pero sabía que no debía atacarlo en este momento. Él estaba a pocos metros de mí con una sonrisa de complicidad.

- ¿Me temes, Natalie? –preguntó seductoramente mientras se acercaba a paso lento.

- Nunca me darás miedo, nunca más –respondí en un mascullo- te odio, que no es lo mismo –terminé mirándolo furtivamente. Él sonrió nuevamente.

- Pues, yo haré que me ames, amor –repuso a pocos centímetros de mí. Podía oler su aroma, pimienta y azufre. Mi nariz ardió por su hedor, odiaba ese olor. De pronto, su cara estaba solo a un centímetro de mi cara, su nariz tocaba la de él- y me amarás.

No sabía qué quería decir con lo de “me amarás” pero por lo que veía no era nada bueno ¿Me hechizará para que me enamore de él? Mi espalda estaba sobre el frío metal prohibiéndome una salida. Luke me miraba a los ojos y yo miraba a los de él, aterrada. Sus frías manos se posaron en mis brazos, sujetándome a la pared metálica. Mi piel se puso de gallina y frío entró a mi cuerpo. 

En ningún momento me di cuenta de que él me estaba besando, ni sabía que sus fríos labios estaban sobre los míos. Esto era perturbador. Pero la verdad, no se sentía tan mal… ¿¡Qué estaba pensando!? ¡Es Luke quien te está besando! ¡Tú enemigo! Lo aparté de un empujón que apenas lo movió, pero al menos ya no me estaba besando. 

Respiraba agitada por más que fuera un segundo, pero era como si me hubiese succionado todas mis fuerzas. Como los dementores de Harry Potter. Luke me miraba.

- No lo vuelvas hacer –susurré temblando- nunca más.

- Amore –murmuró en latín. No era un conjuro ni hechizo, era solo una palabra. Amor- Amore meo.

- No soy tu amor –repliqué jadeante. Mierda, estaba como si hubiese corrido por horas- tú no sientes amor. Eres como un demonio.

- Los demonios también tienen sentimientos –confesó Luke- ¿tú que crees? Los padres de los Oscuros son demonios y se enamoraron de una mundana, en algunos de los casos. Y yo también puedo amar.

- Pero no puedes amarme –repuse. Él sonrió tristemente.

- He tratado de hacerlo, pero es difícil.

- Porque no sabes amar, ese sentimiento lo tienes muy encerrado en tu oscuro corazón.

- Enséñame amar –rogó acercándose nuevamente a mí, aprisionándome a la pared. Sus ojos suplicaban, pero no podía distinguir si era una trampa o algo, sus ojos parecían decir la verdad, parecían rogar de verdad. ¿Qué es lo que debía hacer?- por favor, Natalie.

¡No sabía qué hacer! ¡No sé cómo enseñar a amar! ¡No se enseña! Es lo contrario, se aprende.

- Yo no puedo –murmuré posando una mano sobre su pecho para apartarlo. ¿Por qué ahora solo sentía lástima por él?- estoy con Sam, yo lo amo a él. Yo soy de él.

- ¿Qué tal si Anabel le pertenece a Sam y que tú me perteneces? –preguntó retóricamente. ¿Qué? Lo miré con los ojos abiertos ¿qué mierda? - ¿sorprendida?

Pesadillas Reales La Transformación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora