—Maadii.
Entorno la puerta de su baño. Un baño amplio con tina principesca y azulejos rosados.
—No quiero irme a dormir —dice, arrugando la frente y sin dejar de cepillarse los dientes.
—No quieres —me apoyo en el marco—, pero tienes qué.
—¡Quería quedarme con Jean y los demás! —refunfuña con su boca llena de espuma y pasta dental.
—Mañana apenas te levantes los vas a ver a todos —le alcanzo una toalla de mano suave, afelpada y que va a tono con el resto del baño.
—¡Eso no es justo! ¡No es justo mamá! ¡Yo quiero estar despierta hasta más tarde!
Pongo mi mejor cara de seriedad y cuelgo la toalla en el exhibidor.
—Anda, ve a saludar.
—¡Pero mamá!
—Sin peros, Danielle. Le das un beso al abuelo, a tu padre y a los tíos, y venimos al cuarto.
—¡Es muy injusto!
A pesar de que va todo el camino quejándose, me obedece. Marcha desde su cuarto al salón de estar.
Orianna y Daysi se están por marchar, mis hermanos juegan la última partida de póker y David y Nicolas hablan.
Me paro en la entrada y me froto los párpados.
¿Es real lo que estoy viendo o será producto de una mente agotada que ruega acostarse a dormir?
Allá en el rincón sobre el ventanal doble, sentados uno frente a otro, en sillones de un cuerpo y bebiéndose una copa se encuentran padre e hijo.
Vuelvo a frotar mis párpados.
No lo estoy imaginando.
Son ellos, y aunque no hablan animadamente, no se ríen y menos se saludan como si fuesen grandes amigos, tampoco hay hostilidad ni tensión por parte de Nicolas.
—Ey, enana —él le pasa un brazo por los hombros a Madi, enseguida que se les acerca con su más dramática actitud de "mamá me está haciendo la vida imposible"
—Vine a darles un beso —la escucho decir en voz baja—. Mamá no me deja quedarme despierta más rato —voltea la cara y me da una mirada furtiva.
¡Como si su padre o su abuelo fueran a impedir lo inevitable!
Ja.
—Es tarde Mad —le frota los brazos y le besa el cabello—. Mañana podemos levantarnos temprano y salir a montar a caballo, ¿qué te parece?
—¿A caballo? ¡Sí! —se pone a dar saltitos—. ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —besa la mejilla de Nick y también la de su abuelo.
—¿Quieres que te lea un cuento? —se anima a preguntar. Con temor y medio balbuceado, pero se arma de coraje y se lo pregunta—. ¿No tienes la historia de Rapunzel aquí?
ESTÁS LEYENDO
Sugar Baby © (A.A II)
Romance«Bienvenidos a las relaciones mutuamente beneficiosas. En éste lugar los Sugar Daddies o Mommas obtienen lo que desean, cuándo desean» El destino, tan travieso y descarado otra vez me ha puesto aquí, en este lugar... En la misma situación. Como un...