CAPÍTULO SESENTA Y CINCO Parte II

8.5K 1.5K 143
                                    

Estar consciente de lo que sucede, oír desde voces hasta el tic tac del reloj, sentir cada contacto de mi piel con cualquier objeto pero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estar consciente de lo que sucede, oír desde voces hasta el tic tac del reloj, sentir cada contacto de mi piel con cualquier objeto pero... No poder moverme, abrir los ojos ni gesticular palabra es algo que no le deseo ni a mi peor enemigo.

Bueno...

Sí se lo deseo... Pero ya está muerto.

Mi mente se mantiene alerta reviviendo una y otra vez lo sucedido. Lo reproduce en cámara lenta llenándome de satisfacción, amargura y desasosiego.

Yo lo maté. Yo y solamente yo obtuve la justicia que deseaba.

Lamentablemente mi hija fue testigo de ello, lamentablemente por tomar la justicia en mis manos estoy acá sin poder siquiera alzar el dedo y manifestarle a todo el que entra que no me voy a morir, que estoy viva, que los escucho y que me duele que hablen de mí como si fuera una planta a punto de marchitarse.

Me cuesta muchísimo el esfuerzo. Es indescriptible el sacrificio que hace mi cerebro para que el resto de mi cuerpo reaccione. Es desgastante y agotador. Me resta energías pero no me rindo.

Nunca nadie llegará a saber cuánto estoy batallando en este preciso instante.

Donde apago mi mente unos segundos y vuelvo a activarla enviando corrientes de estímulos al resto de mí y en donde nada pasa, sigo con los párpados pegados, el cuerpo rígido y mis terminaciones nerviosas exhaustas.

Mi cabeza se debate entre la oscuridad de los pensamientos vacíos y la repetición instantánea de la muerte de Jordan, las lágrimas de Madison y la llegada de Nicolas.

Mi Henderson preferido, que me conversa pura cursilería y que me estruja el alma. Que ha estado cada vez que mi razón se activa y al que siempre le escucho la voz temblorosa cuando lo tengo a mi lado.
Un tono lleno de pesar que disfraza de dureza y seguridad.

Quizá no se ha dado cuenta, quizá en lo profundo de su ser ya se está resignando ante mi ausencia.
Dice verme fantasmal pero en verdad mi corazón late de prisa cada que me habla, cada que amenaza con romperse pero al final acaba blindándose, cada que se encapricha cuando la hora de dejarme llega.

Inmortal.

Antes de irse fue lo último que me dijo.

Que soy inmortal.
Y me siento inmortal por el simple hecho de luchar con todo lo que me queda para poder abrir los ojos y gritar que no me morí.

Que estoy viva.

Que mi hijo y yo vamos a salir de esta, y que le voy a restregar en la cara a quienes me usaron de cebo que no me olvido de aquellos que traicionan mi confianza.

Ciro Walker va a tener que besarme la suela del zapato cuando salga de esta.

Eso como que me llamo Charlotte.

Eso como...

—Buenas noches Charlotte —apareció la enfermera. Una de tantas que apuesta a que no voy a salir del estado de parálisis en que me encuentro inmersa—. Pronto vendrá la doctora Charles a verificar tus signos vitales.

Sugar Baby © (A.A II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora