EPÍLOGO

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UN AÑO MÁS TARDE

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UN AÑO MÁS TARDE

¡Alex! ¡Alexandra! —como demente la busco por el patio—. ¡A...

Pero qué idiota que soy. Me la topo de frente, tirada en una tumbona delante de la piscina.

Usa gafas, un inmenso sombrero de ala y un traje de baño de una sola pieza en color turquesa que sumado a la pose en que se encuentra recostada la convierten en toda una diva teen.

Suerte y gracias al arquitecto que tenemos amurado el patio. Una altura suficiente para que mis hijos no se den a la fuga o que algún baboso morbosee a mi hermana desde la calle.

Es que si lo hacen seguro que acabo presa, porque me quedaré con el pito de cualquier degenerado que siquiera le chite y entonces se lo tiraré a Orión.

—Alex —me acerco a ella y le quito los audífonos—. ¡Te vas a quedar sorda!

No era eso lo que venía a decirle pero es que desde aquí escucho a Dua Lipa.

—Todavía tengo bien agudizado el oído —se saca las gafas y me mira con una sonrisa—. ¿Qué pasa Charlie?

—Necesito que cuiden un rato a Noah y vigilen a Madi.

Se endereza y se me encoge el corazón.

Todos están creciendo tan pero tan rápido que voy a ser paciente cardíaca en cualquier momento. Ella, mis dos preciosos hermanos, mis hijos, mi marido... El tiempo me los está poniendo monísimos y cada vez que salgo con alguno tengo que ir con la artillería pesada contra cacatúas y buitres.

—Bien, no hay problema —baja los pies al césped y se levanta—. ¿Tofer en donde está?

Evito reírme y le señalo el extremo del jardín, Chris y Madi están pintando y mi bebote de apenas año cumplido les revolotea alrededor con pasos tambaleantes, risa alegre y unas piernotas que están para mordérselas todo el día.

—Sólo vigílalos y que no se acerquen al portón de la piscina.

—Si quieren meterse al agua yo puedo...

—Preferiría que no lo hicieran —avanzamos hacia el extremo poblado de árboles donde se encuentra mi poderoso y bello clan.

—¿Vas a ir de compras? —me curiosea.

—Sí—le extiendo los brazos a Noah, quien enseñándome esa sonrisa que desarma a cualquiera viene a mí—. ¿Dónde está el bebé hermoso que mamá ama tanto? —lo cargo en mis brazos—. ¡Acá está!

Le besuqueo las regordetas mejillas y vuelvo a depositarlo en el pasto.
Desde que aprendió a pararse, a dar pasitos y a gatear sin importarle los raspones en las rodillas, el más pequeño de los Henderson es pura independencia.

Igualito al abuelo, al padre y a la hermana mayor. Identiquísimo a todos ellos.

—Liam va a llegar sobre la noche —informo—, y Chris lo va a ir a recoger al aeropuerto.

Sugar Baby © (A.A II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora