CAPÍTULO DIECIOCHO

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Narrador Omnisciente

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Narrador Omnisciente

La puerta se cierra y la confusión, el enojo y el resentimiento, se adueñan enteramente del departamento.

Charlotte camina detrás de Madison, que lentamente va hasta el sillón y se desploma en él.

Está desconcertada, no sabe cómo seguir con todo ésto. Se le empaña la mirada, las manos le sudan, el corazón late en su garganta.

Nunca le gustó ponerse en el rol de víctima aunque las circunstancias la señalaran como una.
Siempre procuró enfrentar los problemas y solucionarlos sin destruir a ninguno de los quiere, en el proceso.

Sin embargo, en este instante, tan justo y tan crucial, su alma se encuentra dividida.

Lo sabe. Lo vio. Los vio a los dos.

Ambos sufren.

Su hija, su sangre, su propia carne... Está sufriendo. Y él también. A pesar de todo, él también quedó con el corazón roto.

Respira tan profundo como puede y se acerca a su pequeña hija.

Le duele el pecho, le cuesta hablar, por unos segundos tiene la mente bloqueada. No tiene idea de por dónde iniciar.

Lo que acaba de pasar era todo lo que siempre deseó que jamás sucediera y a la vez, lo que más estaba esperando.

Tenía un plan. Desde que su vida dio un vuelco, Charlotte ha trazado sus días con planes. Planes que le dan seguridad y confianza. Planes que la guían para mantener en sus manos el timón de su familia.
Esta vez, Nicolas lo echó por la borda y eso la está poniendo frente a un escenario complejo.

Esta no era la manera en que los iba a presentar.
En la baraja de posibilidades, lo que sucedió en su departamento, era lo último que esperaba.

Vuelve a tomar aire, lo expulsa despacito y agarra su teléfono. Le marca a Orianna, pero no le atiende. Con palabras abreviadas le escribe un texto, y se lo manda.

*Nicolas estuvo en el departamento. Madi lo rechazó. Se fue destrozado y no sé a dónde.

Por favor...

Sal a buscarlo.

Tengo miedo, no se veía bien.

Pone su celular en modo vibrador, lo guarda en el bolsillo delantero de los pantalones deportivos que usa, y llenándose de valor, paciencia y templanza, se acerca a Madison.

La niña no para de llorar. Tiene la cara pegada contra los cojines y Charlotte no logra verla.

Se sienta a su lado y empieza a acariciarle el cabello.

La escucha llorar. Está muy angustiada, y enojada pero aún así no se separa de su muñeca.

La muñeca que ahora sabe, exactamente quién se la regaló.

Sugar Baby © (A.A II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora