CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE

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NICOLAS

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NICOLAS

Madi nos ve bajar de la camioneta y pone cara de disconformidad.

—¿Puedo ir a la terapia con ustedes?

Las carcajadas de mi hermana y la pequeña Alex no se hacen esperar.

—No linda —Charlotte le arregla el cabello en una coleta alta y luego le da un beso en la mejilla—. Esto es cosa de adultos. Tú ve a divertirte con las tías al mall. Escoge un bonito traje de baño y una colorida maleta para llevar en el viaje.

Su desacuerdo poco a poco desaparece y en su cara reluce la picardía.

—¿Puedo comprarme una muñeca?

Empiezo a reír con el chispazo de energía de mi hija y los bufidos de su madre.

—Madison... —está por advertirle algo. Su dedo índice levantado es un claro indicio, sin embargo Madi hace pucheros y eso basta para comprarse el corazón de la bruja— Está bien. Pero solo una muñeca —mueve la cabeza y mira al interior de la camioneta—. Orianna, sólo una —le aclara a mi hermana.

—Sii señora —se burla ella en medio de risitas—. Una muñeca nada más —le guiña el ojo a su sobrina.

—Y tú Alex —la zanahoria adolescente repara en Charlotte con fingida inocencia—. Por favor, la tarjeta que te dio David... No la explotes, okey?

Una inmensa sonrisa surca el rostro de Alexandra.

Una de "me vale madres lo que digas".

—Claro —dice simplemente.

—Si gastas el dinero de esa tarjeta en idioteces del centro comercial, te advierto que luego vas a quedarte con las ganas de comprarte cosas en el viaje —ella rueda los ojos desafiándola—. Te prometo que vas a ver a Liam y a Christopher comprándose boberías y a ti no te pienso dar un centavo.

—Estaa bien. No te pases de histérica hermanis —sopla y al final obedece, al menos en palabras a lo que la bruja le dice.

—¿Venimos a buscarlos cuando la sesión termine? —pregunta Owen sin vernos. Concentradísimo en el tránsito.

—No —responde Charlotte—. Nos encontramos en la casa. Chase está aquí —añade bajando la voz—. Podemos tomar un uber y que él nos escolte.

—¿Estás segura? —la miro con el ceño fruncido.

—La sesión es de cuarenta y cinco minutos exacto. ¿Qué clase de paseo al centro comercial van a tener si al llegar ya deben darse la vuelta para venir a recogernos?

—Entonces nos vemos en la casa —Orianna acomoda a Madison a su lado y ambas nos saludan con la mano antes de partir.

—Adiós mi amor —balancea la mano y cuando la camioneta desaparece en la avenida, me observa—. ¿Entramos?

Sugar Baby © (A.A II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora