CAPÍTULO SIETE

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Salgo del edificio tan envalentonada, que es Madi quien tira de mi mano y me señala un taxi que paró a nuestro lado

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Salgo del edificio tan envalentonada, que es Madi quien tira de mi mano y me señala un taxi que paró a nuestro lado. Al parecer yo hice ademanes por uno y ni cuenta me di.

Estoy tan confundida y tan segura al mismo tiempo. Me siento traicionada y furiosa por la sucia jugarreta de Jordan pero en paralelo también siento que me importa un cuerno eso. Mi corazón se acelera sólo de pensar que encontré a Nicolas.

Subo a mi niña al asiento trasero, a Lola en su casita rodante y luego me acomodo yo. Le doy la dirección de mi casa al taxista y nos ponemos en marcha.

La manita tibia y transpirada de Madi toca mis nudillos y me vuelvo a verla. Está demasiado contrariada.

—Mami, ¿porqué volvemos a casa? —me pregunta—. ¿No vamos a ir a Nueva York con papá?

—No —mi respuesta es rotunda.

—¿Porqué?

Porque las cosas cambiaron radicalmente, Madison. Porque tu vida está a punto de dar un vuelco y la mía a punto de torcerse. Porque ahora es el momento de prepararte para enfrentarte a quien pensé que jamás llegaría a conocerte, y porque ahora es el momento en que yo debo prepararme para permitir que eso suceda.

—Porque nos vamos a aburrir mucho allá. Aparte a mamá le surgió un nuevo trabajo —le explico con dulzura.

—Mejor —dice, recargando la cabeza en el asiento—. No quería ir de todas formas. Ni siquiera con los castillos y todas esas cosas bonitas que papá me describió.

Hago una mueca de esas que reflejan el absoluto orgullo que siento por mi hija y le acaricio la frente con el dorso de la mano.

Mientras miro su perfil, su nariz ligeramente respingada y su contorno bien definido trato de organizar mis pensamientos.
Trato de clasificar en mi mente cuál ordenador de documentos, los hechos, para no terminar reventando como una bomba.

Por un lado me enveneno con la canallada que me hizo Jordan. Lo sucio que fue al jugar a mis espaldas con un asunto tan importante y delicado para mí.
Lo que hizo es una traición en su máximo esplendor, porque nunca dejé de repetirle cuán desesperada estaba por hallar al padre de Madison, nunca dejé de ser clara respecto a mis sentimientos, nunca renuncié a la esperanza de volver a ver a Nicolas y aún así, él ha estado quien sabe por cuántos años tratando de darle caza. Lo ha estado acechando, ha sabido de Nico y jamás tuvo la decencia, la hombría, los cojones de decirme la verdad.

Froto mis párpados sin temor a que el delineador me deje como un mapache. De algún modo y sin contagiarle mi malestar a Madi necesito descargar toda esta ansiedad que estoy sintiendo por dentro, pero que no sea a expensas de la píldora.
No me gusta tomar mi medicación delante de ella. Hay ciertas explicaciones que no me gusta darle. La ansiedad es una de pocas.

—Señora, ¿usted me dice dónde estaciono?

Pestañeo y miro por la ventanilla—. Avance un poco más. Dónde está el buzón del correo con unicornios... Ahí es.

Sugar Baby © (A.A II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora