Despacito voy abriendo las puertas de cada habitación de mi casa.
Primero la de Madison, que duerme toda destapada aferrada a esa muñeca que ama con locura. Después la de Alexandra, que también duerme destapada, de brazos y piernas extendidas y una sonrisota en la cara. Sigo por la de Christopher, que a diferencia de mis dos chicas, ronca con una frazada hasta el cuello. Y al final, no me detengo en el cuarto de Liam. No cuando comparte cuarto con su novia y yo no soy una indiscreta.
Llego al living comedor, luego de dejar las puertas de los más chicos apenas entornadas y me pongo la chamarra. Me acomodo el pelo, me abrocho el cinturón de los vaqueros y saco de mi bolso mi agenda de apuntes y un bolígrafo.
Tuve que salir temprano, estoy trabajando. Regreso a mediodía.
Los ama, mamá Charlotte.
Corto el trozo de papel con mi pequeña nota y la dejo encima de la mesa del comedor.
Son las siete de la mañana y aunque es probable que vuelva y sigan durmiendo, por si acaso les aviso.
Tiro de la valija azul y me río en voz baja.
Cuando no es día de semana y ninguno de ellos tiene clases, duermen hasta tarde. Y como tarde me refiero a pasado el mediodía.
Salgo de casa, cierro con llave y voy hasta el garage.
Se me hace un nudo en la garganta cuando guardo la maleta en la valija del auto. Es la valija que voy a dejar en recepción, para Jordan. Son todos sus trajes, su ropa, sus perfumes. Todo lo material que le pertenece está aquí y aunque no quise flaquear, mientras empacaba, se me salieron unas cuántas lágrimas.
Yo quería a Jordan.
Una parte de mí, a pesar de la rabia y la decepción, todavía le quiere.
Me ha cuidado, me ha protegido, me ha amado con todas sus fuerzas a pesar de no ser correspondido. Ha sido mi amigo, y mi maestro.
Trago saliva y cierro con fuerza el maletero.
Ha sido alguien demasiado importante en mi vida pero me traicionó, jugó con mi lealtad, me mintió, y eso... Eso no se lo voy a perdonar nunca.
Nunca.
Me acomodo frente al volante y prendo el automóvil. Retrocedo despacio y salgo a la calle que me conecta con la avenida y la avenida al puente.
Sin excederme en la velocidad, conduzco lo más rápido que el límite me permite. Quiero llegar al edificio dónde tiene su despacho de fiscalía, dejar sus cosas e irme. Deseo desde lo más profundo de mi alma no cruzarme con él.
Se lo ruego a Dios.
Miro las aceras, las pocas personas que circulan y los pocos carros que transitan. Se me hace sencillo llegar a la plaza. Demoro menos que las últimas veces que lo visité aquí, en este edificio dónde se reúne con detectives y policías a diario.
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Sugar Baby © (A.A II)
Romance«Bienvenidos a las relaciones mutuamente beneficiosas. En éste lugar los Sugar Daddies o Mommas obtienen lo que desean, cuándo desean» El destino, tan travieso y descarado otra vez me ha puesto aquí, en este lugar... En la misma situación. Como un...