—¿Esto es como aquella vez que me dijiste que Jason Aldean sabía que íbamos a estar en el bus de la gira y luego nos arrestaron por entrar en una propiedad privada? —¿Por qué, cuando ya han pasado tres años, Emily todavía trata de hacerme sentir fatal por eso? ¿Y por qué ahora?
¿Justo cuando le acabo de dar las mejores noticias de nuestra vida?
Lo primero que he respondido después de que Harry me haya dicho que voy a acompañarlo a la fiesta ha sido «¡Joder! ¡Tengo que llamar a Emily!». Dicho y hecho. Y ahora me está echando en cara eso que hicimos hace tiempo en vez de alegrarse por mí.
«Seguramente estará celosa».
—Bueno, nos arrestaron por entrar en una propiedad privada. Tampoco es que presentaran cargos. Conseguí que los retiraran, ¿te acuerdas? Y tú te llevaste un selfie en el bus de gira de un famoso. ¿Y recuerdas el par de calzoncillos que logré sacarte a escondidas?
—Retiraron los cargos para no tener que verte nunca más, Peaches. Tú no hiciste nada.
—Pero pudiste hacerte los selfies.
—¡Nos confiscaron los móviles y borraron todos los selfies! Formaba parte del trato para que retiraran los cargos.
—Pero ¿y los calzoncillos?
—Se los vendiste al oficial...
—Sí, sí, cierto, a cambio de un bocadillo del Subway a medias y una bolsa de patatas rancias. Tú dirás lo que quieras, pero la comida nos salvó la vida esa noche. Nos habríamos muerto de un coma etílico sin comida.
—Yo casi tengo un coma etílico esa noche. —Suena resentida—. Seguramente porque no quisiste compartir conmigo el puto bocadillo.
—Ese no es el tema, Em. Un billonario me acaba de pedir que lo acompañe a una fiesta para impresionar a su abuelo. Es nuestro sueño hecho realidad. Alégrate por mí. Y sobre todo, no le cuentes la verdad a mi madre y dile que me vas a sorprender con un viaje a Nueva York y que vamos a volver dentro de una semana.
—Vale.
—Y no te olvides de no salir de casa y no encender las luces para que no pase con el coche por delante y sospeche.
—¿Y por qué no me tomo un bote de pastillas y duermo durante tres días? ¿O para toda la
eternidad?
—No seas dramática. No podemos permitirnos ese tipo de pastillas. Y he oído que una sobredosis de Tylenol es muy dolorosa.
Oírla reír es música celestial.
—Eres tan capulla...
Todavía no sabe que el plan de vengarme de su corazón herido ha sido todo un éxito. Decido guardármelo para cuando regrese. Así me elogiará más y tal.
—Tengo que irme. Nos vemos pronto. Que den por culo a Luke Duchanan.
—Que den por culo a Luke Duchanan.
—¿Acabas de nombrar a Luke Duchanan?
Doy un salto al oír la voz de Harry. Dejo el teléfono. Lo manoseo, torpe, durante unos segundos antes de colgarlo.
—¿Qué? No. Ni siquiera me suena ese nombre. ¿Qué pasa? —Estoy divagando. Porque es mentira. Y no tendría que mentirle si no estuviera escuchándome a escondidas, otra vez. Y seguramente sería capaz de respirar si no lo tuviera de pie en el umbral del despacho, otra vez. Tiene los brazos apoyados en cada lado del marco y ofrece una imagen demasiado sexy, otra vez. No puedo ni hablar sin tartamudear porque me pone cachonda verlo así, otra vez. Y pienso en cómo me haría sentir estar a horcajadas sobre su cara... otra vez.
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