—¡No va a venir a buscarme! ¡No va a llamar! ¡No me quiere! —Me dejo caer sobre la cama junto a Emily y entierro el rostro en su hombro. Necesito que me abrace. Pero ella se separa y se levanta.
—¡Por el amor de Dios, Peaches! Llevas tres horas en casa. Tranquilízate.
Sé que Emily está enfadada conmigo. Diantres, hasta yo estoy enfadada conmigo. ¿Irme corriendo sin decir ni adiós? Es la típica estupidez que comete la protagonista. Y a mí me enorgullece no ser como la típica protagonista. Sin embargo, a la primera de cambio, me he ido corriendo. Y ahora, aquí estoy, de vuelta en casa, en Misisipi. Triste, porque echo de menos a Harry. Y enfadada, porque todavía no ha venido a buscarme y suplicarme.
«¿Qué demonios me pasa?».
Millones de mujeres matarían por tener una relación sin compromiso con un hombre como Harry Styles. Pero ¿yo? Nooo... Yo estoy enamorada...
¿Por qué creo que el corazón es tan importante? ¿A quién le importa si me lo rompen? Harry está bueno. Es maravilloso en la cama. Es rico. Listo. Divertido. Dulce. ¿Cuántas personas están casadas con hombres que no son ni la mitad que Harry?
«Me cago en mi corazón».
Con todo, ahora mismo no tengo que centrarme en mí. Es Emily quien tiene que centrarse en mí y empezar a comportarse como una mejor amiga. Si eso significa que tiene que mentir o hacer algo descabellado para hacerme sentir mejor, entonces es justo lo que tiene que hacer. Sin embargo, cuando se lo digo, pone los ojos en blanco.
—¿Y qué quieres, eh? ¿Que me suba a un vuelo a Chicago y le prenda fuego a una bolsa de caca de perro en su porche?
No tengo que pensármelo dos veces.
—Sí.
Se apoya en el tocador y me mira con los ojos entrecerrados. Incluso tras tantos años, sigo sin acostumbrarme a lo espeluznantes que son sus ojos cristalinos de un azul grisáceo cuando los entorna así.
—¿Sabes lo que eres, Peaches? Eres una hipócrita. Conmocionada, me incorporo.
—¿U-una hipócrita? ¿M-me acabas d-de llamar «hipócrita»?
—Sí, eso es exactamente lo que te he llamado. Y deja de hacerte la tartamuda, dramática.
Solo estamos tú y yo.
Aburrida, da una calada a su cigarrillo electrónico. Ni siquiera vapea. Ahora solo lo hace porque sabe a arándanos y, según ella, le ayuda a controlar el apetito. También dice que tiene que perder unos siete kilos. Una absurdidad, vamos.
—¿Y p-por qué soy una hip-hip...? Bah, no lo puedo ni pronunciar. —Me cruzo de brazos y desvío la mirada.
Emily suelta un suspiro exasperado (y demasiado dramático, creo yo) y se echa la melena larga y negra hacia atrás.
—Estás enfadada con él por haber dicho que no había ataduras entre vosotros, pero en ningún momento le dijiste que tú querías más. Estás enfadada porque no te ha dicho que esté enamorado de ti. Pero tú tampoco se lo dijiste. Y estás enfadada porque no ha venido a buscarte. Y sin embargo, fuiste tú la que se fue sin despedirse siquiera.
Todo esto ya lo sé. Y es la verdad. Eso también lo sé. No obstante, eso no implica que quiera que me lo diga.
—Muy bien. —Agarro las llaves, el teléfono y la rodeo.
—Entonces, ¿vas a volver?
—No. —Bajo los escalones de dos en dos hasta llegar al garaje.
![](https://img.wattpad.com/cover/255622393-288-k65486.jpg)