Soy una máquina de correrme.
Dame la presión de un plazo determinado, la posibilidad de que nos pillen y la lengua de Harry Styles y me convierto en un maldito torrente.
De verdad te lo digo.
Reparto criptonita líquida por todos lados.
Creía que no sería capaz de moverme dado la intensa comida de coño que acabo de soportar, pero como ya he dicho...
Soy una máquina.
Y la promesa de tener la polla de Harry dentro me hace caminar con un poco más de brío cuando salimos del coche, cruzamos el vestíbulo, entramos en el ascensor (yo en un rincón, tarareando como una loca mientras él me mira), cruzamos la puerta de su casa y nos metemos en el despacho.
No sé por qué estamos en el despacho. Él ha dicho: «Despacho». Y yo le he hecho caso. Porque solo de imaginar que me folla sobre el escritorio y que lo retomamos justo donde lo hemos dejado esta mañana hace que ignore por completo la vocecita de mi cabeza que me dice que repetir lo de anoche no es lo que quiero en realidad y que empiece a desnudarme para ahorrar tiempo. Sin embargo, el despacho está muy cerca de la entrada, así que todavía estoy vestida de cintura para abajo cuando llego al escritorio y me giro para mirarlo. Y...
Ay, Señor, él sí que está desnudo. Ni una sola pieza de ropa.
Incluso ha conseguido sacarse los zapatos y los calcetines. Es... todo un espectáculo.
Es... Adonis.
Es... sí, no sé cómo más definirlo.
Porque este hombre es el cabrón más guapo que he visto en la vida y no hay nada que pueda compararse a Harry Styles desnudo. Nunca lo había visto completamente desnudo. Ya me costaba solo verlo desnudo de cintura para arriba. Pero si encima le añades unos pies varoniles, los gemelos de un atleta, un buen par de muslos musculosos y eso que le cuelga entre los muslos y que me niego a mirar, de pronto me da la sensación de que quizá tendría que haberme dejado la ropa puesta.
Creía que hoy yo estaba guapa.
¿Comparada con él? Parece que vaya de estar por casa.
No me ayuda a calmar los nervios el hecho de que para que él se haya desnudado así en los trece pasos que hay desde la puerta hasta el escritorio se ha tenido que sacar un puto truco de la chistera.
—Abracadabra. —Hago girar en el aire a mi varita imaginaria. Harry avanza hacia mí despacio.
—¿Por qué estás nerviosa?
He visto cómo se sacaba la polla de los pantalones. He visto cómo se la agarraba con la mano. Pero nunca se la había visto así, colgando entre las piernas como si fuera un péndulo.
Cierro los ojos para no verla. Pero es demasiado tarde.
Ya la he visto. Se balancea.
Hace el helicóptero.
Oscila como las aspas de un ventilador. Y no dejo de verla.
Con los ojos cerrados.
Tengo la imagen grabada para siempre.
Puede que sea lo único que vea de ahora en adelante.
—¿Peaches? No abro los ojos.
—¿Mmm?
—Has dicho «abracadabra» porque estás nerviosa. ¿Por qué estás nerviosa?
—P-Porque estás desnudo. Y lo has conseguido muy deprisa. Como si fueras un mago.