12

972 39 3
                                    

—No, Cam. No estamos jugando a indios y vaqueros. No tienes que decir «pum-pum» cada vez que haces las pistolas con las manos. Puedes hacer un chasquido con la lengua y guiñar, pero ya está.

Estamos en la parte trasera de la limusina. Yo y Victoria (la acompañante de Cam) estamos en un asiento y Cam y Harry están sentados enfrente.

Cam me dispara. Y dice «pum-pum». Sopla el humo de los revólveres de sus manos. Los guarda en la funda. Y luego, se toca un sombrero imaginario.

—Y así es como se hace, señorita.

Me río con tantas ganas que me duele el costado y me apoyo sobre Victoria. Esta se encoge y se separa. Me río todavía con más ganas. Cam también se echa a reír. Supongo que tiene la seguridad que hoy va a echar un polvo haga lo que haga, puesto que ha pagado por ello. Harry, en cambio... No se ríe. De hecho, no ha dicho ni hecho absolutamente nada desde que nos hemos subido en el coche más allá de follarme con los ojos.

En la fiesta, era una persona completamente diferente. Los dos hemos bebido demasiado. No obstante, Harry lo ha sabido llevar mejor que yo. Mientras que yo no me preocupo por nada y soy carismática y maravillosa todo el rato, él ha necesitado una cantidad apabullante de alcohol para llegar a ese mismo estado.

Después de la canción de Ed, le he enseñado mi bailecito de river dance. Y él me ha enseñado otros pasos que él hace. Harry parecía orgulloso de presentarme como su acompañante. Nos hemos reído. Hemos bailado. Hemos bromeado. Siempre que me tenía cerca, me ponía el brazo en la cintura. Y yo me apoyaba contra él solo para notar cómo me agarraba con más fuerza. Entonces, yo levantaba los ojos mientras él ignoraba a quien fuera que tuviera por interlocutor y me miraba para ver si estaba bien. Cuando veía que sí, me sonreía. A veces, incluso me guiñaba el ojo. Y a mí me embargaba esa sensación.

Sin embargo, ahora que está callado, pensativo y con una mirada depredadora, me invade otra sensación. No es cálida. Es sofocante. Sofocante y abrasadora. Abrasadora y cachonda. Cachonda nivel «tengo la entrepierna ardiendo y el asiento también».

Intento desembarazarme de la sensación y me centro en Cam.

—¿Estás listo para la siguiente?

—Claro. Si es buena, te sacaré las pistolas. —Hace las pistolas con las manos—. Si es una

mierda, te sacaré estos dedos. —Levanta los dedos corazón.

—Guárdatelos, vaquero. Ahora sí que voy a hacerte una rima buena.

—Eso ya lo veremos.

—¿Falta mucho para llegar? Me empieza a doler la cabeza. Me giro hacia Victoria y la fulmino con la mirada.

—Victoria, ¿te estamos dando dolor de cabeza?

—Sí —responde, impertérrita.

—Bueno, pues estás de suerte, porque tengo algo que te va a ayudar.

—Ay, gracias a Dios. —Se yergue en el asiento y extiende la mano.

Niego con la cabeza y chasqueo la lengua. ¿La desventaja de que yo haya bebido? Que no tengo filtro.

—La risa es la mejor medicina, Victoria. —Levanto una mano—. Y antes de que empiece a hacerte daño ese palo que tienes metido por el culo, escúchame bien. Si no te ríes con esta, me callaré la boca durante lo que queda de viaje.

Me mira, dubitativa.

—¿De verdad?

—Te lo juro. Palabra de scout. —Le ofrezco el saludo vulcano de Star Trek. «De todas formas, no tiene ni puta idea».

that man.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora