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Pero qué egoísta es Emily.

Una buena amiga se habría racionado la comida que había en casa para poder quedarse escondida como le pedí. Pero Emily no. Emily tenía que ir al supermercado a plena luz del día para que pudiera verla cualquiera. Mi madre no estaba en la tienda, pero sí que estaba en su taller cuando Emily volvió al apartamento, que se encuentra justo encima del taller de mi madre.

—No puedo creer que hayas llegado tan lejos para mentirme. Y que hayas involucrado a Emily. ¿Cómo has podido, Peaches?

Me echo el brazo por encima de la cara y gruño.

—Mamá. No pasa nada. No le ha pasado nada a Emily. Y a mí tampoco me ha pasado nada. Ella necesitaba estar sola y yo necesitaba estar unos días sin ella para poder investigar sobre ese chico para el libro.

—¡Peaches Lane Hart! —me espeta con un grito entre dientes. Lo dice tan fuerte que tengo que separarme el teléfono de la oreja—. ¿Todavía sigues en la casa de ese hombre?

Echo un vistazo por debajo del brazo y veo a Harry, estirado y despierto a mi lado con una sonrisa divertida en la cara. «Creo que lo ha oído».

Empieza a echarme la bronca. Y en vez de levantarme y encerrarme en otra habitación para que Harry no la oiga, me giro hacia él y pongo el altavoz. La voz de mi madre llena el dormitorio en pleno discurso:

—... podría ser un violador. Hoy en día, nunca se sabe. Y más con la gente de ahí arriba. — Harry levanta una ceja y yo sonrío—. No son como nosotros. No me importa a cuántas fiestas de lujo te lleve o lo rico que sea o lo muy majo que Emily me ha jurado que es, no me fío.

—Mamá...

—¿Qué tipo de hombre tiene ese físico y no está casado?

—Mamá...

—Emily me ha enseñado una foto suya en eso del Google.

—Mamá...

—Pero no quiere decirme cómo investigar si tiene antecedentes.

—Mamá...

—Ya he preparado una tarta para sobornar al sheriff.

—¡Mamá!

—¿Tienes relaciones sexuales con él, Peaches?

«Por Dios, señora».

—Mamá, estás muy alterada. Necesito que te calmes un poco antes de que te suba la tensión.

Inspira, espira.

Mientras lo hace, Harry y yo nos sonreímos. Normalmente o estamos discutiendo, o tirándonos los tejos o follando. Pero ahora me siento como si esto fuera normal. Me siento cómoda. Bueno, un poco incómoda, dado que mi madre está cantando para controlar la respiración.

Cuando creo que ya es suficiente, le pregunto:

—¿Mejor?

—Mucho. Sí. De acuerdo. Estoy bien. Pero sigue sin gustarme que estés ahí con un desconocido, aunque lo voy a dejar en manos de Dios. Gracias al cielo que la Biblia nos dice que el Señor siempre escucha nuestras plegarias sobre los que viven en pecado. Si no fuera este el caso, nunca me escucharía cuando rezo por ti.

Harry sonríe con suficiencia al oírlo.

—Gracias, mamá —replico, seca.

—Tú asegúrate de que sabe que tienes una madre que va a comprobar cómo estás cada cierto tiempo. Así que mejor que no haga nada raro. Leí en el periódico, ¿sabes la columna que escribe Connie sobre cómo ser una mujer concienciada en un mundo peligroso? Bueno, pues la semana pasada dijo que la mayoría de los pedófilos no buscan mujeres que tienen una relación activa con la familia y los amigos. Sobre todo, buscan mujeres que llevan una vida solitaria, como... —Su voz se convierte en un susurro—: las putas.

that man.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora