Gilbert se dirigió hacia la cama se sentó, lo miré y me miró.
—¿Sabes de qué tengo ganas? Tengo ganas de amarrarte en la cama y darte con un látigo —le confesé. Gilbert abrió sus ojos como platos.
—No, no, no, no, no ¿Estás loca? Yo no aceptaría eso —me protestó.
—Descuida sino quieres esta bien cariño —le respondí.
—Voy a poner música y bailaré para ti —le comenté.
Fui directo a tocar música, coloqué un reggaeton. Mientras bailaba me tocaba los senos, tocaba mi cuerpo suavemente cuando me cansé, me lancé sobre él, sentándome en sus piernas de frente, estuvimos cara a cara. Coloqué mis brazos alrededor de su cuerpo, acerqué mi cara para besarlo, abrí mis labio y me acerqué a su boca para besarlo, nos besamos con pasión, nuestras lenguas se tocaban con deseos de más y más.
Luego Gilbert besó mi cuello y me daba mordidas con pasión, estábamos sumergidos en una lujuria que no queríamos que terminase. Después bajó su cabeza más abajo para tomar mis senos, un gemido involuntario salió de mi boca al sentir sus caricias sobre mis senos. Gilbert no aguantaba estaba muy excitado al igual yo ambos queríamos sexo.
Se paró conmigo sentada, caminó hacia un extremo, me dejó en contra la pared y él, colocó su boca en la mía para besarme otra vez, en un rato sentí que entraba su pene en mi vagina, gemía mientras me retorcía a la vez, me sentía en el cielo, fue un maravilloso momento era la segunda vez teníamos sexo después del 31 de diciembre aquel.
Gilbert entraba y sacaba de mí con fuerza, como le dije, sexo de duro, salvaje con pasión, eso era justo lo que le pedí, disfrutaba ese momento como si fuera único. Hasta que de pronto ya sentía que un orgasmo iba a venir, Gilbert se dio cuenta perdimos el conocimiento y tuvimos un orgasmo combinados. Respiramos, estábamos asustados. No me soltó en ningún momento, me llevó a la cama cargada con él, me ayudó a recostarme, acariciaba mi pelo y mi cara con mucho cuidado.
—Dejé la alarma puesta tenemos que trabajar mañana —le recordé. Asintió con la cabeza.
Volvió a besarme y continuamos teniendo sexo una y otra vez. Al día siguiente sonó la alarma, apagué la alarma y le dije a Gilbert que era hora de tomar un baño e irnos. Yo fui la primera luego él. Salimos del hotel lo más rápido que pudimos, tomé un taxi y Gilbert se retiró en su auto.
Cuando llegué a mi casa, me vestí y me puse otra otra, salí rápidamente de mi casa y luego en mi auto.Ya en el trabajo escuché a Teresa comentando muy enojada luego recordé que podría ser porque Gilbert no le tomó la llamada. Estaba que echaba chispas. Al rato escuché una voz, era Gilbert se dirigió hacia donde estaba Teresa.
—Buenos días mi amor, disculpame es que anoche se me quedó el móvil en casa de mi madre y fui hoy a buscarlo —le dijo a Teresa. Yo eché una carcajada y me tapé la boca. Teresa le dio una bofetada delante de sus amigas.
—¡Desgraciado! —gritó.
—Mi amor perdóname es en serio si quieres pregúntale a mi madre, ven toma mi móvil y llámala —le dijo sacando su móvil. Teresa tomó su móvil y la llamó confirmó lo que le dijo Gilbert. En un rato escuché a Teresa disculpándose.
—Ufff la madre es bien apoyadora —me dije a mí misma incrédula. —¿Cómo una madre se podría prestar para esas cosas? Pero sí yo misma soy tan culpable de su desaparición como él —pensé todas esas cosas dentro de mí.
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Acuéstate conmigo ahora y siempre
RomanceAshley es una joven llena de vida casi graduada de la universidad, se enamora totalmente de nuevo vecino Federico