Capítulo 29. Que problema con Gilbert
Fernanda y Ludmilla me habían escrito por whatsapp preguntándome sobre mí. Cuando llegué a casa vi sus mensajes y los de Henry. Pero había una persona que no me había escrito durante todo el día. Tomé una ducha, y continué chateando con mis contactos, entre ellos estaba Gilbert que no paraba de decir groserías, y yo lo ignoraba. Prendí la TV y puse un canal de vídeos clips. Al rato vi la puerta que se abrió, y vi a Anderson llegar.
—¿Qué quieres?
—Es que... Gilbert está allá abajo, Ashley —me respondió Anderson —. Quiere verte urgentemente.
Inmediatamente me puse de mal humor, ese mezquino se atrevió a pisar mi hogar.
«Lo quiero matar».
—¿Mamá está en casa?
Negó con la cabeza.
—Dile a Gilbert que subiste a mi habitación y que no me encontraste —sugerí incómoda —. Y que mamá no lo quiere aquí. No quiere ver basura en su casa, y él sabe perfectamente el desagrado de mamá hacia él.
—Ah, mentirosa. Sólo le diré eso si me sacas a pasear este fin de semana —argumentó Anderson —. Además los niños no dicen mentira.
Me quedé mirándolo con ganas de acribillarlo, me estaba retando e imponiendo sus concidiones.
Achiquée mis ojos furiosa.
—Eres un...
—Soy tu hermano —dijo de golpe.
—Está bien Anderson —acepté su propuesta de mala gana—. Ve y dile lo que te dije. Este fin de semana te llevo a donde tú quieras.
Anderson asintió con la cabeza emocionado, y se marchó rápidamente. Yo apagué la TV y me dirigí hacia las aproximidades de las escaleras para escuchar su conversación. Inmediatamente me devolví a buscar mi móvil. Cuando regresé Gilbert estaba muy alterado, y pareció que iba rumbo a retirarse, desde la ventana yo visualizaba de que él aún permanecía al lado de su auto hasta que se cansó, y se marchó. Pude respirar un poco en ese momento.
Al siguiente día cuando entraba a la empresa, la primera cara que vi fue la de Gilbert.
«Que pesadilla tan temprano Dios».
Tenía ganas de devolverme, pero era en vano yo huir, así que continúe caminando como si nada pasara.
Él muy descarado me tomó por el brazo, y me llevó con él sugetada hasta el sector donde laboran sus amigos. Estábamos en un cuarto lleno de cajas donde sólo había una mesa y una silla. Crucé los brazos y observaba a Gilbert con odio y repudio, este me miraba fijamente con una expresión muy mal en sus ojos.
—Dime hasta cuándo es este circo —insistí duramente —. Tú y yo no tenía nada de que hablar. Tú tienes tu pareja y yo la mía, así que déjame en paz.
Se rio.
—¿Pareja Ashley? —alzó una ceja —. ¿En serio?
Rodé los ojos.
—Lo que sí yo te diré es que en serio, es que no quiero más problemas, quiero poder vivir plenamente —le expliqué —. Quiero estar con alguien que sí me valore y me respete. Que haga lo que tú nunca haz podido darme.
—No necesitas a nadie, tú sólo me necesitas a mí —sentenció.
—No Gilbert, ya me cansé de ti y de tu acciones —alegué cansada —. Tú siempre colocas a Teresa en primer lugar, ¿y a mí qué? No seré para ti plato de segunda mesa y mucho menos de primera mesa.
—¿Estás dolida? ¿No te gusta que te diga la verdad? —cuestionó con ironía —. Si lo analizamos bien, Teresa es más mujer que tú, ella es mejor. Pero no la amo.
Otra vez con sus indirectas, yo no era una mujer moralista al cien por ciento, pero no era justo que me dijera esas cosas, y que me humillara como mujer. Hombre que ofende y desvaloriza a una mujer, no sirve.
—Me ofendes y luego dices que no. Tapas tus ofensas con tus palabras mediocres de que me merezco lo que dices porque soy de tal manera. No te imaginas lo mucho que me arrepiento de haberte conocido Gilbert.
Después de que dije todo aquello, Gilbert se acercó más a mí, quedamos uno al frente del otro muy cerca, pero de su lado no había intención de besarse, y fue un alivio para mí.
—Te voy a decir algo Ashley. Tú nunca entiendes de que yo, lo que quiero es lo mejor para ti. Te amo y siempre te he amado. Pero tú como siempre la pones difícil. No voy a correr como antes atrás de ti, que corra nuestra ruptura definitiva por tu conciencia —me dijo lentamente —. Estoy cansado también de ti, y de tus estupideces. Corre hacia los brazos de los hombres que quieras, ya nada de ti me importa.
Sus palabras para mis oídos sonaron como una música de decepción.
—Pues, que así sea Gilbert. Espero no verte arrepentido —le advertí.
Se apartó y se colocó cerca de la puerta.
—De acuerdo. Pero... —guardó silencio —. Nada de eso me quita de que yo me desquite con tu novio.
Sonrió con malicia. Sus palabras no tuvieron efectos en mí porque yo ya tenía un plan.
—Eres un imbécil. Ya yo estoy pensando dejar a Henry. No sé a qué novio molestarás —reí irónicamente.
—Siempre encontraré la manera de molestarte —alegó —. ¿Será qué te involucrarás con Robert?
Sonreí.
—No lo había pensado, pero suena buena idea —le respondí pensativa —. Robert es tan cariñoso conmigo, siempre me trae regalos...
Gilbert se tensó, y yo por dentro gozaba en el alma.
—No vales la pena Ashley —masculló enojado —. Ojalá tú y tus amantes se fueran a la mierda contigo.
Volví a reír.
—Gracias amorcito. ¿Algo más? No sé... Si quieres podemos tomarnos un café los tres —bromée —. Bueno. Estas invitado a mi casa querido.
No continuó conversando conmigo, sino que se marchó muy enojado, eso me valía un quinto. Él era de las personas que le lanzaba indirectas a las personas pero no soportaba que le dijeran la verdad en su cara o que bromearan con él. Verdaderamente era un patán, no entendía para nada su amorío con Teresa, yo escuchaba comentarios sobre ellos de que Gilbert salía mucho con mujeres, entre otras cosas.
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Acuéstate conmigo ahora y siempre
RomansaAshley es una joven llena de vida casi graduada de la universidad, se enamora totalmente de nuevo vecino Federico