Capítulo 18

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Capítulo 18. Un momento agradable con mi novio

Me moví rápidamente hacia mi casa para asearme y vestirme. Mi novio había llegado de viaje y nos habíamos visto. Aproveché las pocas horas libres que yo tenía y me dirigí hacia la casa de Henry cuando estuve lista. Su madrina me abrió la puerta cuando me vio, se acercó a mí y me dio un abrazo.

—Henry se encuentra en su habitación —me dijo mientras yo caminaba en la sala —. No te preocupes ya él no está enojado contigo.

—Eso espero Nereida —sonreí —. Pero su ahijado suele ser tan testaruro.

—Compréndelo, él es un amor —alegó Nereida con mucho amor.

Continué caminando hacia la habitación de Henry, y tenía una música horrible a todo volumen. Cuando entré a su habitación lo primero que yo hice fue apagar el estéreo.

—Que aburrida eres Ashley —masculló Henry, luego rodó los ojos.

—No lo soy. Esa música es horrible y la detesto —contradije —. Ni siquiera sé que gusto le puedes encontrar a eso.

—No te gusta porque a ti lo que te gusta escuchar es música que te hagan mover el trasero como una cualquiera.

—No me importa tu opinión.

—A mí tampoco me importa tu opinión.

Giró su rostro hacia otro lado, yo crucé mis brazos sin dejar de mirarlo. Luego giró su rostro dejando su vista en mí.

—Ven, no te quedes ahí parada.

Me aproximé a él y me acomodé a su lado.

—¿Todavía estas agotado? —cuestioné —. Te veo y es como si no viera a nadie.

—No. Sólo que extraño mis pasadas vacaciones.

—¿Y a mí no?

—Para eso está el teléfono, el internet, los móviles. Para evitar la amargura de la distancia.

—No es lo mismo Henry.

—No, pero hay algo que se llama costumbre.

Rodé los ojos.

—Ridículo, eres un completo ridículo.

—¿Cómo alimentarte tus ganas de sexo? ¿A base de pajas? ¿Cierto?

—No mi amor. Tuve sexo con el jardinero.

—¿Qué supiste de tus amigos? Después que te fuiste no supe nada de ellos.

—Estuvieron en el interior del país, según ellos.

—¿Seguro Henry? A mí me pareció extraño eso. Tú te fuiste de viaje y de ellos ni el rastro visualicé. Eso está raro. Al menos que se hayan ido contigo, y me lo estés escondiendo.

—No mi amor, nada de eso. Yo no te engañaría de ese modo.

Durante un rato más discutimos sobre ese asunto. Me pareció todo tan extraño. Para calmarme Henry se me vino encima y me besó por un rato largo. Luego se apartó.

—Vaya que consuelo —pronuncié.

—¿Quieres qué te de otro beso? —se acercó de nuevo a mí quedando su cara frente a la mía.

—Quítate esos alambres de la boca que no me gustan —le sugerí.

Acercó su boca a la mía uniéndolas de nuevo en un beso largo. Luego se apartó y se sentó en la cama de espalda a mí.

—¿Quieres algo de comer? ¿Tienes hambre? —cuestionó —. Yo tengo mucha hambre.

—Vamos prepárate algo bien rico —le contesté —. Pero que no se quede la ensalada.

Se levantó de la cama mientras yo lo observaba desde mi punto de ubicación.

—Sígueme —dijo antes de salir de la habitación.

En seguida lo seguí. Pero a mitad de las escaleras recordé que yo había dejado mi móvil sobre la cama y me devolví a buscarlo. Cuando llegué a la cocina Henry me miró.

—¿Por qué te devolviste?

—Quise buscar mi móvil.

—¿Tú no puedes vivir sin el chisme Ashley? Porque eso es lo haces con tus amigas.

—Cállate, ridículo y atiende a lo tuyo.

—¿A lo mío? ¿A caso tú no eres mía?

—Henry, hablo de lo estás haciendo.

Me miró mal y continuó haciendo lo que estaba haciendo sin peros.

Acuéstate conmigo ahora y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora