Capítulo 61

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Capítulo 61. Momento interrumpido

Por un buen rato pude olvidar de que Gilbert estaba en mi casa, por lo visto mi madre pudo deshacerse de él. Luego de que Federico y yo habíamos terminado de conversar, decidimos recostarnos por un buen rato, pero ese momento fue interrumpido ya que Uriel llegó a la habitación e interrumpió el sueño que llevábamos ambos.

—Hello tortulluelos —pronunció Uriel muy sonriente mientras avanzaba hacia nosotros—. Lamento interrumpirles el sueño, pero es que Federico tiene una urgencia.

—¿Qué? ¿Yo? —cuestionó Federico—. ¿De qué me hablas Uriel?

Uriel fijó su mirada hacia su hermano.

—Hermano te llamaron del hospital, tienes una paciente que va a dar a luz.

—Uf —pronunció Federico, este se movió rápidamente de la cama y observaba sus movimientos mientras trataba de buscar algo que ponerse.

De pronto desvíe mi mirada de Federico y la puse hacia Uriel, este tambien observaba a su hermano fijamente. Me moví de la cama con intención de marcharme.

—Me voy hasta luego —me despedí mientras caminaba hacia la puerta.

—Cuídate amor —me dijo Federico.

—Bye cuñada.

Abandoné la casa llegando hacia la mía y por por tanto tiempo vi a mi madre riendo.

Alcé una ceja.

—Sabrá Dios de qué se reirá —murmuré.

Continué caminando y observé a mis dos hermanos juntos con un tablet cerca de la escalera, me detuve frente a ellos para conversar con David.

—David —este apartó su vista de la tablet y se quedó observándome—. Necesito conversar contigo en privado cuando puedas.

Asintió.

—¿Por qué no puedo saber? —cuestionó Anderson.

En seguida sentí como hervía la sangre dentro de mí mostrando desconcierto ante su impertinencia.

—Porque eres un mocoso y es un tema de adulto que no te incumbe —le respondí, luego rodé los ojos.

Mostró una sonrisa maquiavélica.

—Si es algo referente a tu novio yo...

En ese momento lo interrumpí para que no continuara.

—!Basta! —exclamé incómoda—. No es tu asunto y punto.

Aparté mi mirada de él y la puse sobre David.

—Cuando tú quieras y puedas David —le recordé.

—Auch, pero que aburrida es Ashley —se quejó Anderson.

Rodé los ojos y dejé pasar desapercibido su comentario. Pude escuchar las risas de David, mientras me aproximaba hacia mi habitación.

Cuando entré a mi recámara, me acordé de mi amiga Ludmilla. Suspiré extrañándola en mi habitación y recordando los días que estuvo conmigo. Avancé hacia mi cama, me acomodé sobre ella y cerré los ojos.

Más tarde David llegó a mí con una sonrisa de oreja a oreja, se acomodó a mi lado y ahí decidí conversar.

—¿Estás seguro de qué Anderson no estará detrás de la puerta? —cuestioné dudosa.

—Lo dejé con mamá en la cocina. Además tú sabes que ellos se llevan muy bien.

—Sí, ambos con el mismo corazón —afirmé segura porque era lo evidente—. Ambos son un dolor de cabeza.

—Cuéntame Ashley. ¿Qué querías conversar conmigo?

—Cuando yo estaba en casa de Federico, alcancé a ver a Gilbert parquearse frente a esta casa. Quisiera saber si ocurrió algo que me podría interesar.

David se echó a reír.

—Ese ex novio tuyo es loco, yo estuve observando mientras mamá le decía muchas groserías.

—No es mi ex novio —protesté —. Sólo fue... Algo así como un revolcón. Nada serio. Gilbert nunca me tomó en serio. Se llenaba de dudas, y terminando eligiendo a otras mujeres. Hotel día si le decir que me ama y me busca constantes, pero se va a casar. No entiendo su mentalidad retorcida o que lo detiene  él a que no me terminé de elegir. Pero ciertamente te digo; que no me interesa en lo absoluto lo que él pueda hacer con su vida, ya gracias a Díos no siento nada por él.

—¿Segura Ashley? ¿No será que estas confundida? —cuestionó David incrédulo.

—Estoy segura David —le respondí sin titubeos—. Ya Gilbert forma parte del pasado.

Tomé un respiro.

—No le he contado a mamá sobre el matrimonio de Gilbert —me eché a reír—. Sería buena idea asistir con mamá.

Sonreí con malicia, me encantaba la idea.

—¿Con mamá Ashley? ¿Estás loca? ¿Acaso crees que Gilbert te dejará entrar? A mamá le mandaría un carro para que la atropelle.

—Estoy invitada a la boda, la misma novia me invitó y obviamente voy a ir.

En seguida se me ocurrió una brillante idea.

—Mmmmm... Mamá, Anderson, David, Federico, tú y yo en la boda.

—¡¿Qué?! ¡¿Estás loca?! —gritó David.

—No estoy loca, David—me moví de la cama—. Voy a proponerle esa idea a mamá.

—¡Santo cielos!

Volví a reír mientras me aproximaba hacia la puerta. Rápidamente llegué hacia la cocina y como siempre mamá estaba allí leyendo una revista mientras tomaba café.

A mis espaldas escuché el suspiro de alguien y supuse de que era mi hermano mayor. Me desplacé despacio hasta llegar al comedor y me senté frente a mi madre. Como era de esperar mi hermano estaba detrás de mí y se sentó a mi derecha.

Observé que mi mamá apartó su mirada de su revista y nos observaba a mi y a David.

—¿Qué? —cuestionó mi mamá seriamente.

—Termina de leer tranquilamente, hay algo de que debemos de conversar —le respondí, aparté mi mirada de ella y observé a David por unos segundos, él me miraba sospechoso—. David quita esa cara de no sé que... Nadie nos matará.

—¿Y qué será lo que tú me quieres decir? Ya me has quitado el gusto de leer mi revista —espetó mi mamá, dejó la revista sobre la mesa y se quitó los lentes —. Dime Ashley.

Suspiré.

—Bien mamá...

Acuéstate conmigo ahora y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora