Capítulo 21

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Capítulo 21. Un escandaloso despertar

Desperté en medio de la cama, y me giré sin recordar lo que yo hubiera hecho anteriormente. Mis ojos se toparon con el pelo de Federico, y recordé lo que había pasado. Volví a cerrar los ojos y quedé dormida sin darme cuenta. Cuando abrí los ojos de nuevo, él estaba mirándome.

—Buenos días princesa —susurró.

Dibujó en su rostro una hermosa sonrisa.

—Buenos días príncipe.

Me moví lentamente para dirigirme al baño. Pero aún sentía la vergüenza después de tener sexo que me vea desnuda. Era algo de yo no preocuparme pero yo aún sentía pena. No estaba acostumbrada a él. Pero aún así me sentía avergonzada. Tomé una ducha, seguido me seque mi cuerpo con una toalla y me coloqué un albornoz. Salí del baño y no sentí vergüenza porque mi cuerpo no estaba desnudo ante él. Federico solo me miraba sin decir nada, mientras yo buscaba que ropa colocarme. Cuando obtuve lo que quise ponerme, me miré hacia él.

—¿Tienes hambre? —le pregunté.

Negó con la cabeza.

—Ve a tomar una ducha mientras yo me cambio —le sugerí —.  Aunque no tenga que trabajar, aprovecharé el día para hacer algo.

Federico se levantó y se dirigió hacia el baño, me coloqué la ropa mientras él se hacia. Luego bajamos a la cocina y allí me buscó tema de conversación.

—¿Qué harás hoy? —me preguntó —. Me imagino que tendrá que tendrá que ser algo muy importante.

—Sí, de hecho hoy es el día perfecto —dije pensativa —. ¿Qué harás tú?

—Nada.

Alcé una ceja.

—¿Nada de nada?

Asintió.

Seguimos conversando mientras yo preparaba desayuno. Cuando estábamos terminando mi hermano se apareció de repente.

—Buenos días —pronunció mi hermano.

Federico al percatarse de la llegada de alguien más se giró hacia aquel individuo.

—Buenos días —le respondió Federico.

Anderson caminó hacia mí. Y to continué a terminar mi desayuno.

—¿Me preparaste algo para desayunar? —me preguntó Anderson.

—Obvio que no —le respondí, cruzó los brazos y achicó los ojos —. Ve a la nevera y calienta de la pizza que mamá dejó.

—Ella está en la sala, le diré que venga a prepararme desayuno —me dio la espalda y se marchó.

Veía como Federico devoraba rápidamente el desayuno, y me fue imposible reírme.

—¿Por qué te ríes Ashley?

Volví a reír.

—Escuchaste el nombre de mi mamá y aceleraste la velocidad de tus movimientos. Veo que le tienes miedo a mi mamá.

—Ashley, tú sabes... —volteó su rostro.

También me giré a ver lo que Federico veía, y era mi hermano y mi mamá entrando en la cocina.

—Buenos días —dijo mi madre.

Ambos le respondimos y nos miramos sospechosos.

—Vaya, ¿mi vecino desayunando aquí? ¿Será qué durmió aquí? —cuestionó mi mamá —. Ashley.

Aparté mi vista de Federico y la dirigí hacia mi mamá.

—Es mi invitado —le aclaré.

Me miraba seriamente como tratando de adivinar mis pensamientos. Federico se levantó y se despidió cordialmente. Aún mi.mamá me continuaba mirando.

—Ahora dime lo que tengas que decirme.

—Te recuerdo hija de que tienes un novio y ese novio viene a tu casa a verte. Si algún día viene y te encuentra con otro... No quisiera ni imaginarme. A mí tú no me engañas. Estoy segura de que te acostaste con Federico.

Ella tenía razón, me pasé un poco en traer a Federico a dormir cinmigo. Pero no le iba a dar la confirmación de que fue así.

—Hay días que ni sé con quién tú duermes —continuó —. Te conozco perfectamente para asegurar de que te revuelvas con ese hombre.

—Mamá, si lo que quieres saber es si yo me acuesto con él, pues sí, adivinaste. Que buena eres. Y no le vengas con charlas de moral por favor.

Vi como mi mamá arrugó la cara, desde su punto me visualizaba con determinación. Si esa era la respuesta que ella quería, pues se la di.

—¡Ashley no quiero problemas en mi propia casa por problemas de cama! —exclamó mi mamá incómoda —. Te lo advierto en mi propia casa no te acostastarás con ningún hombre.

—¿Tampoco Henry?

Vaciló en responder.

—Creo que... Bueno es tu novio —me respondió dudosa.

—Sí, ya mamá. Esta bien. Lo reconozco hice mal —admití —. Pero un día que suceda no es nada.

—Eso espero Ashley.

Me levanté de la silla donde estaba sentada. Busqué mis llaves para salir a hacer diligencias. En ese momento mi mamá volvió a hablar.

—Es increíble Ashley, descuidas tu trabajo sólo porque te revolcaste con tu vecino —mencionó —. Sabrá Dios que excusas haz inventado. Cuando te despidan espero de que Federico te consiga un empleo.

—Ajá.

—¿A dónde vas Ashley?

—Voy a hacer algo muy importante.

Salí de la cocina inmediatamente y me dirigí en mi auto hacia donde un investigador privado. Aveces me detenía a pensar de que yo estaba exagerando, pero de que ocurría algo extraño en Fernanda; lo ocurría. También las insinuaciones de algunas personas. Algunos misterios de Fernanda... Llegué a un edificio y contraté el servicio de investigación, cuando abandoné el lugar, revisé mi móvil y veía mensajes de todos e inclusive de Robert.

Federico me había dicho de que se encontraba solo en su casa y yo me detuve a pensar...

«¿Qué es lo que tanto piensas Ashley?».

Llegué de nuevo a mi casa y guardé mi auto en la marquesina. Pero como un imán mis pies me llevaron hacia la casa de Federico. Este se sorprendió al verme.

—No te sorprendas, no tengo nada que hacer y seguí tu consejo de ayer de no trabajar hoy —pronuncié —. ¿Me invitas a pasar?

—Por supuesto —me invitó a entrar.

Entré a la casa y me dirigí hacia un sofá.

—¿Estás solos? ¿Cómo vas con tu hermano?

Federico se aproximó sentándose en un mueble.

—Estoy solo y mi hermano y yo siempre nos hemos llevado bien.

—Por casualidad... ¿Fernanda ha venido aquí?

—No lo sé Ashley. Pero conociendo a mi hermano... No creo que se cite aquí con ella.

—No sé si te contó lo que mi mamá le dijo.

—Sí, me lo dijo.




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