Capítulo 53

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Capítulo 53. Salida exprés entre Federico, Ludmilla y yo

Entré hacia mi habitación y Ludmilla se encontraba hablando por el móvil, continué mis pasos hacia el baño, luego salí y continuaba conversando. Cuando terminó de conversar se dirigió hacia mí.

—Ashley, cuéntame.  ¿Qué fue eso tan importante que fuiste a conversar en casa de los vecinos con Fernanda y que te hizo regresar hoy?

—En verdad, las cosas se fueron por donde ni siquiera lo esperábamos —respiré —. Uriel me sorprendió, acorraló a Fernanda.

Reí.

Ludmilla cambio su aspecto de su rostro a uno de sorpresa.

—Espérate de qué hablas, que no entiendo.

—Ludmilla las cosas terminaron de una manera inesperada —le respondí rápidamente —. Uriel y Fernanda se terminaron acostando. Y de mí, imagínatelo.

Ludmilla me miraba sorprendida.

—O sea, salieron de allí folladas.

Asentí.

—De parte de Uriel no me lo esperaba. Pero hablemos de otra cosa Ludmilla. ¿Cómo va tu proceso de divorcio?

—Carlos aún no me ha dicho nada.

—Eso quiere decir que lo está pensando.

—Me preocupa.

—¿Te atreverías a volver con Carlos?

—No lo sé.

—¿Sabes de qué me acordé? No sé si te acuerda de la vez que fuimos hacia un investigador privado. No volvimos a ir y según él, tenía noticias. Me pregunto qué será.

—Iremos luego, Ashley.

Esa misma semana todo había ocurrido tranquilo, ni siquiera yo me había ocupado en querer discutir. No vi a Gilbert por ningún lado. Fernanda y Uriel aún no me daban detalles sobre ellos, pero de lo que sí estuve segura es que Vanesa y Uriel continuaban juntos.

El sábado de esa misma semana Federico y yo habíamos decidido salir juntos por la ciudad, Ludmilla quería ir a toda costa, se alistó junto conmigo y me persiguió hasta que fui a abrir la puerta.

—Hola Fede —dijo Ludmilla.

—Hola Ludmilla. ¿Cómo estás?

—Muy bien. ¿Puedo ir con ustedes?

Federico se extrañó.

—Bien. Y...

—Vamos no se digas más —agarré a Ludmilla luego de interrumpir a Federico y la arrastré conmigo hacia afuera —. Ganaste Ludmilla.

Después posé mi mirada en Federico y me miraba extrañado.

—No me mires así, mejor preocúpate en querer avanzar rápido.

No dijo nada y se volteó a aproximarse hacia su auto. Y lo seguimos. Ludmilla y yo nos montamos atrás con el propósito de chusmear un poco. Federico nos llevó hacia una plaza comercial y subiendo las escaleras, Ludmilla y yo alcanzamos a ver a Teresa que venía bajando. Y luego cuando estuvimos arriba observamos que Gilbert caminaba rápidamente al parecer seguía a Teresa.

—Uf, ¿qué será eso Ashley? —cuestionó Ludmilla.

Me reí.

—Ojalá sea el karma —argumenté.

Ya estábamos arriba y nos dirigimos hacia una pizzería, mientras nuestra orden llegaba vimos como Gilbert y Teresa no tenían una muy buena tarde.

—Oigan ustedes gozan mucho —pronunció Federico.

Ambos colocamos nuestras mirada hacia Federico.

—Disculpa es que hoy sí ha sido un muy buen día —pronunció Ludmilla.

—Si no te agrada sólo tienes que decírnolos —le comenté seriamente —. Por eso no quería que Ludmilla viniera.

—Realmente no me molesta —determinó Federico.

—Ves Ashley que mi compañía no ha sido una mala idea —dijo Ludmilla.

—Ajá —resoplé.

Luego posé mi mirada hacia aquella pareja que no lucían muy bien. Ludmilla y yo no las pasamos riéndonos, pero Federico no aguantó se veía curioso y extrañado.

—Pero... ¿Qué sucede? Por lo menos díganme algo.

—¿Alguna vez haz visto a Gilbert? —le preguntó Ludmilla a Federico.

—No lo recuerdo —respondió Federico.

—Justamente está con su novia y a tus espaldas. Parecen que tienen problemas.

—¿Y ustedes se ríen de eso? —cuestionó Federico mirándono a ambas.

—Sí —le confirmó Ludmilla.

—Mujeres... Mujeres... —Federico se pasó la mano por su cabello —. ¿Por qué mejor no elegimos otro lugar?

—¿Y quieres que nos perdamos el chisme? —cuestionó Ludmilla —. Federico no seas ridículo, demuestras inseguridad en ti.

Federico alzó una ceja.

—¿Yo? —le preguntó a Ludmilla señalándose —. ¿Tú crees?

—Ese ogro no vendría aquí, te lo podría asegurar —le respondió Ludmilla —. Además un poco de maldad no está mal.

—¿Y qué haremos después de estar aquí? —cuestioné.

—A tomar por supuesto —me respondió Ludmilla —. ¿Sugieres algo más?

—No.

Federico tomó su móvil mientras que Ludmilla y yo seguíamos observando un poco hacia a nuestro alrededor. Como en una hora y algo nos movimos y fuimos a un bar cercano. Una vez adentro Federico pidió una botella de vino, la cual pudimos apreciar.

Todo estuvo bien hasta que Ludmilla se empezó a sentir mareada y empezó a decir cosas de ella, logré percibir que Federico estaba raro. Ludmilla había sido una mujer de vivencias un poco fuertes y sentí que para él era demasiado. Así que me aproximé a él para decirle algo cerca de sus oídos.

—¿Podría dejarme por unos minutos sola con ella?

Federico asintió y se movió del lugar.

En seguida me incliné hacia Ludmilla.

—Ludmilla llamaré a Tadeo para que te venga a buscar. Estas hablando de más. Hay cosas que no debieras de decirlas estando Federico presenté, no quiero que él se asuste.

Me sacó la lengua.

—Espérame aquí tranquila y no cometas locuras.

Me movilicé rápidamente hacia el baño.

Acuéstate conmigo ahora y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora