Capítulo 31

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Capítulo 31. Entre amistades


En la hora del almuerzo nos ubicamos como siempre mis amigos y yo en una mesa a comer juntos, Robert me había escrito que iba a realizar algo muy importante. Ludmilla estaba muy candente, al parecer tuvo mucho fuego la noche anterior.

—Ya Ludmilla deja tu fuego uterino para otra hora —intenté detenerla —. Estamos en la empresa, por favor.

Me miró con los ojos achinados.

—Eres una aguas fiestas Ashley —protestó Ludmilla.

—Mira a Tadeo —giré mi rostro hacia él y luego observé de nuevo a Ludmilla —. Es hombre, y está muy ardido por tu fuego vaginal.

—No creo que Tadeo alcance la talla a mi gusto —soltó de golpe Ludmilla.

Abrí mi boca de lo asombrada que yo estaba. Fernanda se rio y Tadeo se movió incómodo.

—¿Qué es lo que estás insinuando? ¿Acaso me haz probado? —cuestionó Tadeo a Ludmilla —. Tus palabras no tienen juicio de valor, ni siquiera haz tenido sexo conmigo para decir una cosa así.

Ludmilla observaba a Tadeo con determinación.

—Óyeme pedazo de inútil. No tengo ni por qué darte explicaciones de mis opiniones. Simplemente no eres hombre para mí —le dijo Ludmilla a Tadeo.

—Pero Ludmilla, si que eres cruel —protestó Tadeo.

Fernanda observaba y se reía.

—Eres cruel Ludmilla —afirmé.

Coloqué mi mano izquierda sobre la espalda de Tadeo en señal de consuelo y de que yo estaba con él.

—Descuida Tadeo, las mujeres sólo bromean, no te lo tomes en serio —le dije mientras le acariciaba la espalda con el fin de que no se sintiera decepcionado.

Tadeo muchas veces no entendía el humor de Ludmilla y de Fernanda, todo lo asumía a lo personal. Por esa razón nunca lo invitábamos a salir con nosotros.

—¿Ashley no vas a volver con Henry? —me preguntó Tadeo.

—No —le respondí en una corta respuesta.

Era algo obvio, no valía pena estar en una relación donde uno es el que ame y el otro no.

—Creo que es mejor, a mí me agrada Federico y según lo que tú me haz contado —me señaló Ludmilla —. Federico podría estar enamorado de ti.

«¿Enamorado de mí?».

Ludmilla observaba y analizaba a las personas, tenía como esa percepción de las cosas. Nunca había pensado en eso. Entre Federico y yo ha habido sexo durante el corto tiempo en que nos habíamos llevado conociendo.

—Quizás lo dices porque te agrada —aseguré.

—No Ashley —negó Ludmilla —. No soy tonta, Federico no se comporta contigo como un amigo normal. Tienes que analizarlo e investigar sobre sus verdaderas intenciones sobre ti. Yo pienso que es muy probable de que él quiera tener una relación muy seria contigo. Pero eso obviamente depende de ti.

—Lástima que Uriel sea como sea tan tosco y apático —pronunció Fernanda —. Es un sinvergüenza.

En ese momento pensé lo que Federico me había dicho de su hermano, y lo comparé con las cosas que Uriel y yo habíamos hablado.

Voltée mi rostro hacia Fernanda.

—Uriel no es tan malo —contradije —. Simplemente te enamoras del equivocado.

Fernanda arrugó la cara y me miró enfadada.

—¿Qué es lo dices Ashley? ¿Acaso te pareció bien lo que él me hizo? —cuestionó incómoda.

—Sé que no estuvo bien lo que él hizo pero imagínate así son los hombres —le respondí —. Además Federico me había advertido sobre Uriel, y dejé las cosas bien claras. Por lo que haya ocurrido con ustedes, no voy a ser enemigo de ustedes y no mucho menos de Vanesa.

—¿Eres amigas de esa? —me cuestionó Fernanda incrédula.

—Obvio, Uriel es mi vecino —le respondí.

—A ver Fer. ¿Qué tiene de malo que Ashley sea amiga de Vanesa? Si al fin y al cabo Ashley se come a Federico —argumentó Ludmilla.

—Yo no sé de sus problemas Fernanda —le dije a Fernanda.

Giré mi rostro hacia Tadeo y este estaba como cuando se arma un chisme y todos esperan respuestas. Desde ámbito alcancé a ver a Gilbert con Teresa. Luego giré mi rostro hacia al frente para mi ver sus besos.

—Y cambiando de tema... —guardé silencio —. Robert y yo vamos a desenmascarar a Gilbert y a su novia. Pues como ustedes saben Gilbert me va a pagar su falsedad y el hecho de dejarme como la mala ante su novia.

Fernanda y Ludmilla sonrieron.

—Así se dice —dijo Ludmilla con malicia —. Ya te lo iba a preguntar; que si tú no iba a hacer nada.

—Ese estúpido ahora es el Santo frente a su novia y le habla muy mal de mí, dice que hasta lo acoso sin ser verdad —pronuncié —. ¿Saben hasta dónde ha sido capaz de llegar ese imbécil? Tiene un móvil que lo hace pasar como mío, envía mensajes a su número personal y luego se lo enseña a Teresa.

Fernanda y Ludmilla me miraba incrédula y sorprendida, me podría imaginar la cara de Tadeo.

—Pe - pe - pero Ashley —balbuceó Tadeo —. Es en serio.

—Es en serio —respondí —. Tengo mis contactos y puse a Gilbert y a Teresa en investigación.

—Pero eso es demasiado Ashley —pronunció Fernanda.

—Rómpele la verga a ese mal nacido —masculló Ludmilla.

—Pero... ¿Cuál es el plan? —preguntó Fernanda.

Yo sonreí.

—Ya lo verán, luego pensaremos que hacer, pero por el momento vamos a disfrutar de nuestras vidas —le respondí amablemente.

—Ojalá que no te vuelvas a revolcar con ese canalla —pronunció Ludmilla.

Ya era hora de regresar a nuestras labores, nos levantamos para retirarnos. Y cada quien se fue a su camino. En el camino yo iba meditando sobre lo que habíamos conversado, Uriel, Federico, Robert, Gilbert y Teresa eran personas que no salían de mi cabeza. Perdonas que casi diariamente los veía.

Acuéstate conmigo ahora y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora