Capítulo 49

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Capítulo 49. De vuelta a trabajar

El día había iniciado con un nuevo aire acogedor, tenía varios días que no tocaba mi móvil, no sentía deseos de ver lo que había por las redes sociales. Bajé con Ludmilla a desayunar y como siempre mi madre nos miraba con su cara como un yeso. Todo estuvo tranquilo y sin palabras en el medio.

Después nos movimos de la casa y tomamos el rumbo de ir a trabajar, iba manejando mi auto cuando sonó el teléfono de Ludmilla, según escuché era Robert y Ludmilla le contó mi desinterés e incluso había dejado mi móvil en casa. Cuando colgó la llamada de volteó hacia mí.

—Ashley, el señor quiere que lo esperes en la recepción, saldrá en pocos minutos de su casa —me comunicó Ludmilla.

—Bien.

—¿Bien? ¿Sólo eso me contestas? ¿Qué te pasa Ashley? ¿Te afectó lo de ayer?

—Olvida ese asunto —insistí molesta —. ¿Sí?

—No Ashley —refutó —. Me vas a decir ahora mismo qué te pasa.

Rodé los ojos.

—¿Hablemos después Ludmilla?

Pude percibir que Ludmilla se había molestado. Llegamos al parqueo de la empresa y nos dividimos, Ludmilla se retiró a su puesto de trabajo y yo me dirigí hacia la recepción.

Mi estabilidad mental en la recepción duró muy poco hasta que Gilbert apareció frente a mí con una mirada que lo llevaba el diablo. Desde mi asiento lo observaba en espera a que dijera algo, cuando visualicé de que emprendió sus pasos hacia mí de nuevo, me levanté del asiento  y quedamos uno al frente del otro.

Emití una sonrisa irónica.

—¿Ves que ya no me desmayo por ti? —cuestioné irónicamente.

Sus ojos eran fuego, veía que estaba muy furioso.

—Excelente Ashley, una loca menos en mi vida.

—Vaya Gilbert, tan rápido tu novia te lavó el cerebro. Sólo espero que cuando tengas sexo con ella no se te escape mi nombre.

Gilbert emitió carcajadas.

—Eres tan poco inteligente Ashley, para yo satisfacer mis deseos carnales no tengo por qué tenerte presente. Mírate en un espejo y recuerda a Teresa. ¿Crees qué yo con un monumental de mujer como Teresa, estaré pensando en ti?

—No lo sé y ni me interesa. Apártate de mi camino, espero a Robert.

—Ese mequetrefe no es más hombre que yo.

—Ese mequetrefe moja mi cama todos los días.

En seguida Gilbert se puso más serio y pensé que iba a discutir pero no lo hizo, se retiró sin decir nada.

Robert se rió, él sabía muy bien a que me refería. Desvíe mi vista hasta el reloj y vi de que era extraño que mis amigos no habían aparecido.

—Qué habrá pasado con los demás.

—Fernanda tiene que estar ligando. Ludmilla y Tadeo tienen que estar teniendo sexo en el baño —se rio.

Sonreí.

—Y hablando de eso... —pausé —. Te voy a decir algo Robert, pero no quiero que lo digas hasta Ludmilla quiera.

—¿Y qué es? ¿Se embarazó de Tadeo? —volvió a reír.

—Robert lo de Tadeo y Ludmilla no es broma. El sábado tuvieron sexo en mi casa. No te imaginas la vergüenza que tiene con mi hermano mayor.

—Me imagino que tu madre está ya en casa.

—Así es.

Antes de finalizar la oración Fernanda apareció y se sentó al frente de mí.

—¿Dónde están los demás? —preguntó Fernanda —. ¿Eh?

—Se están apareando —contestó Robert.

Me reí y Fernanda alzó una ceja.

—Total son dos bichos raros —alegó Fernanda.

—¿Qué? ¿Opinas de Ludmilla? —le pregunté sorprendida.

—Hacerle caso a Tadeo es estar igual que él —me respondió con agobio.

—Pero Fernanda. Es posible que Tadeo se mueva mejor en la cama que Carlos —argumentó Robert.

Volví a reír.

—Que imaginativo eres Robert —pronuncié.

—Ahí vienen —dijo Fernanda.

—¿Entonces? Manos a la obra —dicho esto Robert, todos nos quedamos callados.

Al parecer Fernanda seguía los pasos de Ludmilla y de Tadeo con la mirada. Robert jugaba con su móvil, mientras yo observaba a Fernanda. Al poco rato llegaron y se sentaron uno al lado del otro.

—Hola a todos —dijo Tadeo, mientras que Ludmilla sólo sonreía.

—¿Se estaban cogiendo en el baño? —cuestionó Robert.

Reí.

—Que asco —pronunció Fernanda.

—El sexo es rico —dijo Ludmilla.

Coloqué mi vista seriamente sobre Fernanda y me vino a la vente Uriel.

—Fernanda tenemos algo de que conversar en mi casa —insistí, Fernanda tambien colocó su vista en mí—. No es mañana y ni algún día, es hoy.

Alzó una ceja y pude notar que quería reprochar pero no pudo.

—¿Y conmigo no? —cuestionó Ludmilla.

—No.

El resto de las conversaciones fueron muy cortas, no teníamos mucho ánimo, cuando se había terminado el horario del almuerzo, nos dividimos, pero antes de yo regresar a mi puesto de trabajo me dirigí hacia el baño.

Cuando hice mis necesidades que me topé con el espejo no tuve buena cara porque era Teresa quien se encontraba colocándose labial, al parecer no se había dado cuenta de que yo estaba ahí. Pero me fue inútil pasar sin que nadie se diera cuenta o si ella no volteara su rostro hacia mí.

—Espera... —me detuve al escuchar la voz de Teresa —. ¿No te habían cancelado?

—No —le respondí sin mirarla —. Sólo un cambio de lugar.

—Ah —se giró hacia mí —. Me gustaría conversar contigo, creo que sería mejor dejar las cosas claras entre tú y yo de una vez por todas. Por nuestra salud mental no es recomendable que no andemos en discunción cada vez que no me veamos.

Teresa si que era sorprendente, me detuve a mirarla mientras hablaba y me sorprendía su actitud. Pero yo como mujeres supe a que ella se refería.

—Wow Teresa, ese es el mejor argumento que haz tenido.

—¿Cuándo nos podemos ver?

—No sé Teresa, puede ser mañana después del trabajo.

—Perfecto —se volteó, tomó su bolso y se retiró dejándome verdaderamente sorprendida.

Por unos segundos permanecí allí estática hasta que de pronto salí de mi burbuja, y me moví inmediatamente hacia mi lugar de trabajo, cuando llegué a la oficina encontré a Robert muy picaron observando una revista. Ambos trabajábamos en la misma oficina y verdaderamente pensé de que estando todo el día  con Robert iba a causar problemas futuro.




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